“Es denigrante y horrible tener que justificarse todos los minutos del día”. Así lo asegura el artista trans no binario Ondina Maldonado que denuncia el “nivel de violencia” al que se expone el colectivo a diario por “romper con el género”. Una decisión que, asegura, no se toma para llamar la atención o por moda y para la que reclama espacio. “Tenemos que empezar a entender que esto es una realidad y que la opinión de los demás no va a determinar nuestra existencia. Que tú opines que yo no estoy tomando la decisión correcta no cambia ni mi decisión, ni mi vivir, ni mi sentir”.

Maldonado (Getafe, Madrid, 1987) no duda en calificar como “auténtica vergüenza” el tener que reclamar los mismos derechos constantemente y pide un esfuerzo para que las personas sean nombradas según sus necesidades. “Yo he pasado meses tartamudeando en los que no era capaz de hablar porque no había relación entre lo que mi cerebro pensaba y lo que salía en palabras. Ahí había una batalla muy grande. Y en esa batalla la gente se encuentra con que la ‘e’ es una letra que le define y que no corresponde ni a la ‘a’ ni a la ‘o’. Y es muy válido, muy correcto y muy real”, defiende.

¿A qué edad nos daría la sociedad permiso para considerarnos personas trans? “¿Cuándo te diste cuenta? Esa es la gran pregunta que siempre te hacen”, subraya Maldonado a sus 37 años, y revela que la respuesta es que “lo has sabido siempre, pero no tienes herramientas para nombrarlo”.

Según su relato, fue durante el confinamiento y por el concepto del no binarismo por lo que entendió “por dónde iba la cosa”. “Cuando has descubierto cuál es tu orientación sexual, que en mi caso es bisexual, hay otra capa que tiene que ver con la identidad”, indica. Y en el camino hacía la visibilidad surge otra pregunta en el seno del colectivo: “La edad a la que la sociedad nos daría permiso para considerarnos personas trans. Si se dice muy tarde, te dirán que es un poco tarde para que te hayas dado cuenta ahora y si eres muy joven, que no tienes edad suficiente para saber quién eres”, destaca.

En este sentido, detalla que su ‘tardanza’ tuvo que ver con no haber tenido referentes, con no haber tenido visibilidad y con no haber tenido dónde mirar y dónde ver opciones. Además, explica que “cuando eres una persona trans intentas huir de esta realidad porque hay algo de intentar cómo ser consecuente con lo que se supone que tienes que ser y con lo que te dicen. Yo fracasaba todo el tiempo como la chica que era. Y de repente, te das cuenta de que no eres eso, y el muro con el que te has estado pegando se parte”.

Defiende que el género en sí no existe. “Esto no es poesía, es real, es ciencia, el género es una convención social. Son hábitos, características y un montón de cosas que hemos atribuido a un género o a otro y que no existe”. Y explica que, “partiendo de la base de que hay romper con esa idea”, su realidad también sobrepasa el hecho de “tener que estar en uno de los dos sitios”. “Yo podría decirte: soy una persona trans, entonces ahora soy un chico... pero es que seguiría en la misma cárcel que estaba antes”.

“No va de eso”, clama, “más allá de que me hormone o no, o me nombre con una letra o con otra, lo que estoy haciendo y viviendo es la ruptura con esa dualidad de género y con esa imposición de lo que tengo que ser socialmente como mujer o como hombre”.