La suelta de farolillos en Baiona vivirá esta Navidad su último episodio. Desde 2022 un decreto prefectural prohíbe la suelta de estas linternas en los Pirineos Atlánticos, pero la ciudad labortana había logrado exenciones para este turístico evento que se celebra a finales del mes de diciembre. Por motivos de seguridad y para prevenir posibles incendios, a partir de 2024 ya no será posible incluir este espectáculo en el programa navideño, que el Ayuntamiento de Iruñea ha decidido copiar para iluminar la tarde noche de San Saturnino de este año, con la suelta de 4.000 de estos objetos.
El decreto prefectural de noviembre 2022 regula el uso del fuego al aire libre en el territorio, y estipula que “está prohibido el uso de linternas voladoras durante todo el año en todo el Departamento de Pirineos Atlánticos”. A partir de 2024 ya no se permitirán exenciones a la norma, ha fijado el Gobierno francés. Baiona se había beneficiado hasta ahora de que la normativa estaba "en régimen transitorio" en periodos "menos sensibles", como las fechas invernales de Navidad. El municipio, previa solicitud, obtuvo el permiso para el lanzamiento de linternas en 2022 y 2023.
El jefe de gabinete de la prefectura, Vincent Bernard-Lafoucrière, en declaraciones al diario Sud-Ouest, aclara la posición del Estado tras consultar con expertos: "El riesgo de incendio existe en Baiona, incluso en este período de menor sensibilidad, ya sea para el medio ambiente o para que se registren incendios en alturas, tejados y estructuras. El año pasado encontramos una linterna en la catedral… Asumimos la responsabilidad”.
Cómo funcionan los farolillos
Los farolillos son globos flotantes que funcionan con aire caliente y son elaborados principalmente en papel de arroz y bambú. Originalmente eran usados en el ámbito militar, pero con el paso del tiempo han pasado a utilizarse en celebraciones por diferentes motivos. En Asia, por ejemplo, simbolizan la búsqueda de prosperidad o el cumplimiento de deseos. Como el aire frío es más pesado que el aire caliente, por la acción del calor que desprende el elemento combustible el aire dentro del farolillo volador sube su temperatura, y hace que se eleve e incluso pueda recorrer largas distancias.