Euskadi se encuentra entre las comunidades autónomas con los porcentajes más bajos de detección de alumnado con altas capacidades intelectuales (ACI). Los 937 estudiantes con ACI identificados apenas representan un 0,25% de toda la escuela vasca, cuando el grado de identificación debería ser de al menos el 10%, según la comunidad científica y educativa. El curso que viene el Departamento de Educación dará un paso importante a la hora de corregir la infrarrepresentación de este colectivo y responder a sus necesidades. El Gabinete de Jokin Bildarratz convertirá en “obligatoria” la aplicación del protocolo de identificación y respuesta educativa del alumnado con altas capacidades en todos los centros de Educación Primaria (1º, 2º y 6º) y Secundaria (1º y 2º). Hasta ahora, esta intervención dependía de la voluntad de cada centro escolar.  

Esta medida se recoge en la Resolución del Inicio de Curso 2023-2024 que el Departamento de Educación remitió a los colegios e institutos el pasado mes de junio. Desde la Asociación de Niños y Niñas con Altas Capacidades del País Vasco (Aupatuz) valoran positivamente el protocolo, aunque echan en falta mayor formación y sensibilización del profesorado, tanto para la detección de casos, como para ofrecer una intervención adecuada a una realidad educativa compleja. Asimismo, las familias de Aupatuz esperan con interés que Educación difunda a principios del próximo curso las conclusiones de la experiencia piloto que se ha llevado a cabo los dos últimos trimestres en 1º y 6º de Primaria en un número indeterminado de centros escolares. 

“Ahora se abre una ventana de oportunidades para posibilitar la emergencia del talento de tantos niñas y niños, que, obviamente, tendrá un impacto positivo en el desarrollo de nuestra sociedad. En manos de la administración está hacer un seguimiento eficaz de esa implementación y realizar planes de mejora ante las dificultades que vayan surgiendo en el proceso. Euskadi tiene un futuro prometedor si se hacen las cosas bien”, afirma Inma Unzueta, presidenta de Aupatuz.

En este sentido, considera que la sistematización de la intervención para las altas capacidades “era una necesidad que se debía haber puesto en marcha hace muchos años” ya que, según dice, “lo que no se conoce no se potencia ni trabaja, y los índices de identificación han sido totalmente irrisorios. Ello ha provocado que el rendimiento de gran parte de los alumnos con ACI se haya situado por debajo de lo deseable. Ese fracaso escolar, esa pérdida crónica del potencial de tantos alumnos es un lastre social”. 

"Que el potencial se transforme en rendimiento o no dependerá de la educación que se reciba"

Inma Unzueta - Presidenta de Aupatuz

Estructurar una respuesta educativa global no parece una tarea sencilla ya que el alumnado con un cociente intelectual por encima de 130 no responde a un único perfil. La presidenta de Aupatuz explica que la diversidad dentro del colectivo es tan amplia como en el resto de la sociedad. “No hay patrones comunes de personalidad para todos los casos. Es cierto que a menudo pueden percibirse como intensos, y algunos describen sus vivencias emocionales como una montaña rusa. No suelen ser inusuales las disincronías es decir, diferentes velocidades de desarrollo en diferentes facetas personales. La curiosidad intelectual, precocidad y rapidez de aprendizaje suelen ser frecuentes”. Así que con unos hijos e hijas así “no hay tiempo de aburrirse, os lo aseguro”, afirma. 

Mitos y fracaso escolar

Existe la falsa creencia de que alguien con altas capacidades no tiene problemas académicos o psicológicos. Nada más lejos de la realidad. Muchas veces la sobredotación, sobre todo el inadecuado abordaje de la misma, provoca consecuencias nefastas en estos niños y niñas. La literatura sobre ACI afirma que estos chavales pueden presentar necesidades emocionales como baja autoestima, inseguridad o episodios traumáticos, además de necesidades educativas como TDAH, dificultades del lenguaje o trastornos del desarrollo. Aburrirse en clase pude llevar al alumnado con ACI a perder el interés por aprender, esa pérdida de interés a la desmotivación y a no tener hábitos de estudio. Esta realidad puede llevar al estudiante a sacar malas notas o incluso a arrojar la toalla. Se calcula que el 70% de los niños y niñas con ACI tienen bajo rendimiento mientras que un 50% engrosan las cifras del fracaso escolar. 

"La invisibilización de los niños y niñas con altas capacidades intelectuales es sangrante"

Desde la Asociación de Niños y Niñas con Altas Capacidades del País Vasco sostienen que cuando se refieren a ACI están hablando “de potencial y que se transforme en rendimiento o no dependerá de la educación que se reciba” . Por este motivo reivindican la necesidad de detectar esta característica a tiempo y que la Administración educativa ponga los recursos necesarios para desarrollar todo ese potencial. Y no estamos hablando solo de inteligencia, definida en térmicos de cociente intelectual. “En euskera se dice: izena duena, bada y lo que no se nombra (o se etiqueta incorrectamente) no existe. Si no hay identificación temprana pueden crecer pensando que hay algo erróneo en ellos, sentirse incomprendidos, marchitarse en un entorno sin retos a su altura, perder su motivación, su curiosidad, generar frustración y disruptividad, incluso algunos estudios parecen indicar mayor riesgo de sufrir bullying que en la población general, por poner algunos ejemplos”. Todos estos problemas “podrían evitarse si la identificación temprana fuera la norma y no la excepción”, manifiesta Unzueta, que se muestra muy crítica con la capacidad de detección de casos demostrada hasta la fecha por el sistema educativo vasco. 

Hay que decir que cifras varían en función del modelo que se utilice para determinar el concepto Alta Capacidad Intelectual. Por ejemplo, señala Unzueta, “Gagné habla del 10% de la población. Según los datos del Consejo Escolar de Euskadi había 365.237 alumnos en el conjunto de las etapas educativas no universitarias en el curso 20-21. Ello supondría que 36.523 personas tenían ACI. Luego más del 97% de estos alumnos estaban sin identificar. La invisibilización de este colectivo es sangrante”. No obstante, y con setiembre a la vuelta de la esquina, estas familias observan con esperanza la generalización del protocolo, una de las piezas clave del Plan de Atención del Alumnado con Altas Capacidades Intelectuales que aprobó el Departamento de Educación hace ahora más de cuatro años.

PROTOCOLO


¿Qué es Alta Capacidad Intelectual? Asociación de Niños y Niñas con Altas Capacidades del País Vasco (Aupatuz) sostiene que las nuevas teorías sobre la inteligencia comenzaron a centrarse más en los procesos y a tener en cuenta el poder de los sentimientos y las emociones. En este contexto, surgen autores que entienden la alta capacidad como desarrollo del talento. Esta visión da lugar a distintos modelos de intervención que conllevan diferentes procedimientos de identificación y evaluación de los alumnos más capaces. Entre estos modelos están los de Gagné, Subotnik, Stanley, Renzulli, Van Tassel Baska…Todos ellos van más allá de una concepción general de inteligencia y atienden talentos en dominios concretos y específicos, sin reducir la identificación a obtener una puntuación de cociente intelectual superior a 130. 


Fase de cribado. El protocolo consta de tres fases. La primera, de cribado, la lleva a cabo el tutor o tutora del alumnado de 1º y 6º de Primaria a través de la observación y el análisis de sus trabajos. Se valoran 35 ítems agrupados en seis apartados: ámbito cognitivo, estrategias de aprendizaje, creatividad e imaginación, ámbito socioemocional, motivaciones e intereses, y rendimiento académico. Se responderá a cuestiones como “Su vocabulario y fluidez verbal son ricos para su edad”, “aprende con facilidad y rapidez, no necesitando la repetición”, “muestra aversión hacia tareas mecánicas o repetitivas”, “le gusta conocer y descubrir el funcionamiento de las cosas y el por qué de los acontecimientos”, o “a veces le cuesta aceptar las normas si no son previamente razonadas”. El alumnado que supere el 70% de las puntuaciones máximas, pasará a la siguiente fase. 


Fase de detección específica. Consiste en pruebas complementarias de detección, la observación directa del alumno y una entrevista con la familia, a fin de comprobar si se trata de un perfil compatible con la alta capacidad. 


Fase de Valoración Psicopedagógica. La valoración psicopedagógica complementa el procedimiento para la identificación del alumnado que presenta altas capacidades. Para ello se utilizarán test y procedimientos de evaluación individualizada aplicados por las asesorías de necesidades educativas especiales de los Berritzegunes. El equipo docente “diseñará una respuesta educativa que se verá reflejada en el Plan de Actuación Personalizado” para alumnos diagnosticados con altas capacidades después de estas tres fases.