Un juez ha concedido la incapacidad permanente absoluta a un trabajador dependiente del cannabis por su fatiga crónica con "afectación severa" que le incapacitaba para la realización de tareas básicas, prestación que la había denegado el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) que solo reconocía su adicción a los opiáceos.

En una sentencia, a la que ha tenido acceso EFE, el juzgado de lo Social número 2 de Barcelona ha dado la razón a este trabajador, un cocinero que sufría depresión y fibromalgia grave con dependencia de opiáceos como el cannabis, y que estaba en tratamiento con metadona, y condena al INSS a abonarle una pensión de 1181,92 euros al mes.

Este trabajador, representado por el despacho de abogados Campmany, presentó una demanda el 13 de octubre de 2021 por su denegación de una prestación de incapacidad contra el INSS, al que ordena el pago de esta prestación con efectos retroactivos desde enero de 2021 en una sentencia contra la que cabe interponer un recurso de súplica.

El magistrado, en su sentencia, aduce que este trabajador padece de una fatiga crónica con "afectación severa" que ha empeorado en los últimos tiempos impidiéndole la realización de "mínimos esfuerzos como vestirse, ducharse o preparar la comida".

De esta manera, el titular del juzgado de lo Social número 2 de Barcelona avala los informes médicos presentados durante el juicio, que constatan que este trabajador padece síndrome de fatiga crónica en grado III-IV con fibromalgia asociada, trastorno ansioso depresivo con déficit de atención, EPOC y disfunción cognitiva leve.

En su estimación de la demanda de este trabajador, el juez se basa en varias sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que establecen que la fibromalgia en grado III-IV "comporta, mientras no haya un tratamiento paliativo, una incapacidad permanente absoluta, ya que se trata de un diagnóstico de enfermedad crónica, muy incapacitante y a pesar de las técnicas paliativas, no existe una perspectiva de curación".

La desestimación del INSS se basó en un expediente del Instituto Catalán de Evaluación Médica, según el cual no procedía la calificación de incapacidad permanente puesto que este trabajador solo presentaba un "síndrome de dependencia a opiáceos en tratamiento con metadona y consumo activo, síndrome de dependencia de cannabis y un trastorno ansioso-depresivo de grado moderado".

Sin embargo, el informe médico presentado en el juicio por la unidad que trata a este trabajador por fatiga crónica desde el 2018 constata que presenta un empeoramiento de la sintomatología que le impide la realización de "mínimos esfuerzos como vestirse, ducharse o preparar la comida", los cuales se acompaña con un "malestar postesfuerzo que se prolonga más allá de 24 horas".

De acuerdo con este informe médico, este malestar se caracteriza por un empeoramiento prolongado de la fatiga y el dolor.

Además, a nivel cognitivo, los informes indican que sufre un empeoramiento de la memoria inmediata, dificultades de comprensión lectora y dificultades para seguir una conversación.