Mikel B. (18 años, Galdakao) arrastra desde niño fobia escolar. Jon F. (18 años, Donostia) tiene trastornos del espectro autista (TEA). Hace más de una década sus respectivos colegios dieron con la puerta en las narices a sus familias al considerar a Jon y Mikel dos inadaptados incapaces de seguir el ritmo escolar debido a los problemas de salud mental que padecen. En resumen, fueron considerados y tratados por el sistema educativo como dos casos perdidos. Pero hay giro de guión. 

En la actualidad, Jon está estudiando un ciclo de grado medio de Informática tras acabar la ESO y Mikel lucha a diario con sus miedos para graduarse y poder dedicarse a lo que le gusta, “ayudar a la gente”. La fobia y el autismo siguen y seguirán ahí siempre porque “la enfermedad mental no se cura”, asegura Esther, ama de Jon. Aun así, estos dos chavales “siguen dando pasos adelante con sus cosas, claro, cuando ni el colegio, ni las direcciones, ni el resto de las familias o el entorno dieron un duro por ellos”, afirma orgullosa Esther. 

¿Cómo ha sido posible? Gracias a las desconocidas UTE del Departamento de Educación. Y son públicas. Esta sigla se corresponde con las Unidades Terapéutico-Educativas, tres centros situados en Ortuella, Lasarte y Gasteiz en los que, por primera vez, trabajan mano a mano psiquiatras, profesionales del ámbito sanitario y de la educación con menores que tienen graves problemas psicopatológicos que “les impiden participar con normalidad en las actividades escolares de su centro educativo y les dificulta su integración social y familiar”, explica Marisa Belaustegi, directora de la UTE de Ortuella. 

Clase de manualidades | Hora de estudio acompañado Borja Guerrero

Curso de un año

No son centros de educación especial. Son centros con una estancia temporal de entre seis meses y un curso escolar que buscan “lograr la reintegración de estos chavales en su colegio de procedencia”, explica Belaustegi. La combinación del abordaje clínico y educativo de las UTE, como entorno terapéutico intensivo, ha despertado el interés de varias comunidades del Estado que miran a Euskadi para poder replicarlas. Además del enfoque multidisciplicar, lo que más sorprende de las UTE es la elevada ratio de profesionales por estudiante ya que la proporción es de uno a uno. Cada UTE atiende a diez estudiantes y, en el caso de Ortuella, otros diez de Educación Secundaria. Estos veinte estudiantes disfrutan de una atención “a la carta” por parte de un amplio equipo humano de 23 profesionales, incluido el taxista que les transporta.

El equipo clínico lo forman el jefe de psiquiatría infanto-juvenil, dos psiquiatras infanto-juveniles a media jornada, dos psicólogos clínicos y dos enfermeras. Por su parte, en el equipo educativo hay profesionales de los siguientes perfiles: una coordinadora, cuatro profesores de Pedagogía Terapéutica, cuatro Especialistas de Apoyo Educativo, un profesor de Educación Física y dos profesores Técnicos de Formación Profesional. Además, es frecuente la presencia de estudiantes en prácticas de diversas especialidades MIR, PIR, Psicología, Magisterio, Integración Social, etc.

“La estancia es de un año porque el fin es lograr que los chavales se puedan reintegrar en su centro escolar”

Marisa Belaustegi - Directora

Juntos, de 09.00 a 14.00 horas, realizan diferentes sesiones terapéuticas, talleres e incluso trabajo curricular “porque estos niños mantienen el contacto con su centro escolar”, apunta Belaustegi. De hecho, en ocasiones, cuando la situación del niño o niña lo permite, los estudiantes vuelven a sus centros por las tardes. “Nos adaptamos -dice- a los niños y priorizamos las necesidades particulares de cada estudiante frente a lo general, al contrario de la rigidez de horarios y asignaturas de la escolarización ordinaria que desborda a estos chavales”. 

Belaustegi no oculta que no todos los estudiantes logran volver a la rutina escolar ordinaria, pero “¿cómo se mide el éxito?”. Esta es la pregunta que lanza al aire Carmen Pescador, coordinadora y pedagoga de la unidad, consciente de que la palabra éxito, con este alumnado, va mucho más allá de un boletín de notas. Y es que, tal y como sostiene la psiquiatra del equipo Begoña Solana en su artículo Atención integral de los trastornos mentales graves en la Infancia el núcleo estructural psicótico se manifiesta de múltiples formas como “todo tipo de angustias catastróficas”, “inhibiciones masivas”, “gran dificultad para pensar y comunicar”, además de “dificultades para tolerar la espera”, “serios problemas para aceptar las normas y los límites”, “oposicionismo”, “imputar a otros su malestar” o dificultades para establecer lazos sociales al tiempo de “un deseo desesperado de relación y de contención”. 

“Es un espacio de alivio emocional que les permite reconectarse y a sus familias entender la situación”

Carmen Pescador - Pedagoga

Esta compleja realidad clínica hace que la palabra éxito adquiera un significado que rebasa lo académico. Según Pescador, la intervención terapéutico-educativa supone “un punto de inflexión”, “un antes y un después” en sus vidas. El paso por la unidad proporciona a estos chavales “un espacio de alivio emocional que les permite reconectarse consigo mismos y a sus familias entender la situación y contar con herramientas para afrontarla”, afirma Pescador. Como madre, Esther sostiene que “lo bueno de este centro es que tiene dos vertientes: el trabajo con los niños y el que hacen con las familias” porque ellas reciben orientación, psicoterapia y trabajo multifamiliar. 

Ahogo de las familias

“Las familias llegamos aquí hechas un asco, no hay ni por donde cogernos, porque vivimos una situación muy complicada en la que sólo recibes que tu hijo es esto o lo otro, que tu hijo no vale, que no cabe en este colegio, que llévatelo”, explica Esther. A parte, dice, “vives en carne propia el fracaso que siente tu hijo, vives el rechazo de otras familias, del profesorado, de los equipos directivos. Tú tienes un crío con autismo aunque muy inteligente, no sabes qué hacer, ¿lo desescolarizas?, ¿lo dejo en mi casa y que llame a la puerta Inspección? Es una situación que hasta que no la vives en primera persona, nadie puede llegar a imaginar duro que es”. 

“Es un antes y un después, te rescatan cuando de estás ahogando y te echan flotadores”

Esther - Ama de un niño con TEA

Al llegar a la unidad la tormenta personal y familiar amainó. “Te rescatan cuando te estás ahogando y te echan flotadores a los que agarras y respiras en una intervención individual pero también grupal”. Mikel, el aita de Mikel B que entró en la unidad con 13 años con fobia escolar en la mochila, comparte ese mismo alivio. “Es como si te estuvieras ahogando y ves un madero al que te agarras con fuerza, sacas la cabeza y respiras”. A diferencia de Jon, la reintegración de Mikel en su antigua ikastola no funcionó y ahora sigue un programa de educación especial en Deusto. No obstante, Mikel sostiene que la UTE “es el sitio en el que más y mejor ha funcionado, y no sólo a nivel académico. Ha sido un antes y un después, también en casa. Tener fobia, tener la tensión de no encajar genera una gran ansiedad. Y en casa teníamos un hijo que no hacía nada, a un niño que está lidiando consigo mismo todo el día, es una situación terrible”. Según Mikel, en el centro su hijo “se ha sentido entendido, que sabía y hacía cosas, que era capaz de seguir una rutina, lo cual no es poco, porque Mikel vivía en una sensación de fracaso permanente, tenía la sensación de estar continuamente esforzándose, que ponía mucha energía en algo que luego resultaba un fracaso”. Y de verdad, dice, “es muy agotador, nueve años sin ningún cambio es algo terrible para todos. Estos problemas destruyen familias enteras, de verdad, porque es una tensión continua. Entonces, su paso por aquí hizo que Mikel se sintiese valorado, que se sintiese bien. Es el periodo con más energía que haya visto, me ha estado ayudando a mí a hacer cosas, en casa tenía mucha mejor actitud y ánimo. Yo creo que esta etapa ha sido la mejor”. 

“Tengo fobia escolar y tener psiquiatra y psicóloga en el ‘cole’ me ayudó a controlar los miedos ”

Mikel B. - Estudiante

“Sentía miedo"

Mikel hijo, que ha vencido su fobia para acudir a la cita con sus exprofesoras, confirma la “gran experiencia” que ha supuesto para él estar en la unidad terapéutica. “Sentía miedo, me costaba mucho, tenía miedo de ir a clase, pero también tenía cuadros de ansiedad en casa, me rayaba muy rápido”, comenta. Al principio, prosigue, “pensaba que me iba a costar mucho venir pero en tres o cuatro días me pude incorporar porque los trabajadores del centro me facilitaron mucho las cosas”. Según este joven, su estancia le ha aportado “tener más confianza en mí mismo y saber controlar mis episodios. Además de profesores, tenía psicóloga y psiquiatra, lo cual me ayudó mucho a controlar ciertas cosas. Creo que ganabas confianza sólo con el trato que te daban, con la forma en la que te miraban, con la comprensión que demostraban, con su cercanía, desde los profesores hasta los taxistas que nos traían. Creo que por primera vez me sentí entendido”. Desde su creación el año 2007, un total de seiscientos niños y niñas han pasado por las tres Unidades Terapéutico-Educativas de Euskadi. 

Información básica

  • Cuarenta plazas. El Departamento de Educación dispone de tres Unidades Terapéutico-Educativas (UTE) en Ortuella, Lasarte y Gasteiz con 40 plazas. Un equipo clínico y otro educativo trabajan mano a mano en la atención de niños, niñas y adolescentes en edad de escolaridad obligatoria, con graves problemas psicopatológicos, que les impiden participar con normalidad en las actividades escolares. El tiempo máximo se puede permanecer en las UTE queda limitado a un curso, porque el objetivo que se persigue es la reintegración del menor en su colegio de origen. 
  • Requisitos. El acceso a las UTE tiene que ser a propuesta del Centro de Salud Mental y del técnico de Orientación Psicológica del Berritzegune y debe contar con el consentimiento informado de los padres o tutores.