Con el horizonte aplazado a causa de la pandemia, hay tiempo para reflexionar y repensar en la herencia en forma de efectos sociales, económicos y tecnológicos principalmente, sin desdeñar los de naturaleza política que, en el caso de Euskadi, han quedado patentes casi desde el minuto 1. Así lo han subrayado en varias ocasiones distintas voces del Gobierno vasco, y el propio lehendakari ha asumido en este año largo de pandemia la defensa del autogobierno. Y lo vuelve a hacer en una entrevista concedida a la revista de pensamiento Hermesen la que repasa este tiempo salpicado por olas y curvas.

A lo largo del centenar de páginas del monográfico se ordenan las reflexiones de personas expertas en distintos ámbitos sobre las repercusiones que ha tenido el covid-19 en Euskadi y se aborda cuál es la mejor forma de encarar el futuro. El número cuenta además con una entrevista al lehendakari, quien repasa con esperanza y voz crítica situaciones que se han producido durante este tiempo. Lamenta, por ejemplo, no haber tenido las "herramientas" necesarias que le dieran garantías jurídicas para adoptar medidas desde el autogobierno. Y es que, a juicio de Urkullu, la pandemia ha traído un riesgo de centralización del Estado español. Un año de pandemia después es una de las lecciones aprendidas. "Me veo en el temor de que en adelante el lehendakari antes de promulgar un decreto tenga que someterlo a consulta del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco y también a audiencia de otros sectores que se puedan ver afectados por el contenido del decreto", critica abiertamente.

En otro pasaje de la entrevista, el lehendakari confiesa un debate suyo interno y personal sobre el comportamiento de la clase política en este tiempo. "No creo que la clase política hayamos estado a la altura, en general", sentencia. Y es que en su opinión hay quien ha utilizado la pandemia como herramienta contra el adversario político. Su mirada se pierde en el vacío al recordar cada día, cada reunión, en la que se le informaba de los muertos. "Deja mucho poso humano", confiesa. "Duele pensar que la ciencia no ha llegado a tiempo para impedir que el virus pudiera llevarse por delante a una o a 4.000 personas".