La familia Marisco Echeverz, del caserío Bidegorrieta, situado en el paraje de Urritzate, lleva dos años sin teléfono. A pesar de intentar arreglarlo, la solución no llega

Juan Marisco, de 86 años, lleva más de 70 años viviendo en el caserío Bidegorrieta, de Erratzu, situado en Urritzate, un recóndito valle, precioso, un paraíso natural, pero con difícil acceso. El caserío se encuentra aproximadamente a 50 minutos del núcleo urbano. Mari Carmen Echeverz , de 83 años, a su vez, cumplirá dentro de pocos meses 60 años habitando en él, desde que se casó con Juan. Durante seis décadas han vivido todo tipo de experiencias en Bidegorrieta, en el que también viven sus hijos Antonio y Joxe Mari, mientras que su hija Josefina, vive en Erratzu. Desde hace 25 años, desde que instalaron el teléfono, ha sido su forma habitual de hablar con Josefina, además de las visitas de unos y otros, pero desde hace dos años la comunicación telefónica se ha vuelto casi imposible, porque el teléfono de casa no funciona y en Urritzate no hay cobertura para el teléfono móvil. Desde hace dos años intentan arreglar el problema telefónico, pero hasta ahora les ha sido imposible.

Según explica el técnico, que ha acudido en incontables ocasiones para tratar de solucionar el problema, el repetidor que estaba situado en Otanarte, entre Gorramendi y Gorramakil, se estropeó y lo sustituyeron por otro, de menor altura, por lo que desde entonces la señal no llega a Bidegorrieta.

Mikel Ariztia Marisco, nieto de Juan y Mari Carmen, ha pasado horas colgado del teléfono, trasladando el problema a la compañía telefónica, pero aparte de invertir su tiempo y paciencia dando parte del problema a los operadores, no ha conseguido que solucionen el problema. "La verdad es que nos marean, unos nos dicen que el problema está en el repetidor de Otanarte, otros que no, que el fallo está en Bidegorrieta, total, se pasan la pelota unos a otros, y mientras sigue sin haber línea telefónica". También han cursado reclamaciones, porque a pesar de no disponer de comunicación telefónica siguen pagando el servicio, más de 60 euros al mes. Tampoco les han reembolsado lo pagado durante estos dos últimos años. No saben qué hacer, "hemos hablado con mucha gente y alguno nos ha dicho que deberíamos instalar un sistema por satélite, pero la compañía nos dice que no dispone del servicio".

El Ayuntamiento de Baztan también ha tomado cartas en el asunto, tratando de solucionar el tema con la compañía telefónica, pero no ha obtenido resultados satisfactorios, por lo que se ha puesto en contacto con el Departamento de Telecomunicaciones y Digitalización del Gobierno de Navarra para tratar de encauzar el asunto.

Desde hace dos años, para poder comunicarse telefónicamente con alguien, Joxe Mari, que es el único en casa que tiene carnet de conducir, debe desplazarse hasta Itzulegi, a 13 kilómetros de Bidegorrieta, transitando muy despacio por una pista. Son pastores y cada dos días, tras ordeñar las ovejas llevan la leche a Itzulegi, donde se la recogen. Es el momento de las comunicaciones, pues las personas conocidas ya saben que los lunes, miércoles y viernes a las 9.00 horas Joxe Mari se encuentra en Itzulegi, con la leche. "En ese momento el teléfono empieza a sonar, llegan los mensajes y las llamadas", es el momento del teléfono. A través del lechero también le hacen llegar mensajes, si no, a través del vecino más próximo, la primera casa de Bidarrai, en Iparralde, a 5 kilómetros de Bidegorrieta, "si alguien quiere decirnos algo, manda un mensaje a los vecinos y cuando pueden, vienen a avisarnos", comenta.

En Bidegorrieta sonríen, pero no se lo toman a broma. "Si algún día tenemos una urgencia no podremos llamar por teléfono. Recuerdan que hace dos años, cuando el teléfono funcionaba, Juan sufrió un ictus. "llegó la ambulancia de los bomberos, pero dijeron que tardarían alrededor de 2 horas en llegar al hospital, por lo que tuvo que venir el helicóptero", llegó en 12 minutos; "si no hubiéramos tenido teléfono no sé qué hubiera pasado", señalan. Juan recuerda que hace muchos años no tenían teléfono y se comunicaban con los vecinos a través de telas blancas, "si pasaba algo poníamos una sábana en el prado, y si era algo grave poníamos 2, entonces los vecinos sabían que tenían que venir lo antes posible".

Ahora no pueden utilizar ese sistema porque ya no vive nadie alrededor, "antes había 18 caseríos habitados, ahora solamente nosotros". Quieren una solución, y la quieren ya, "no puede ser tan difícil la solución, parece que hemos retrocedido 100 años en el tiempo", lamentan.

"Hace 2 años sufrí un ictus, si no tuviéramos teléfono, no sé si estaría aquí"

Juan Marisco

Caserío Bidegorrieta