El camping Arrien de Gorliz acogió sus primeras tiendas de campaña en 1963. Desde entonces, en pocas se habrá visto como esta, con un ojo puesto en el cielo, como siempre, y otro en las reuniones del LABI. "Lleva abierto desde el 1 de marzo, pero solo para que los de Gorliz puedan ir a la cafetería. Después de la reunión del LABI, ya está llamando gente que se lo está pensando de cara a este fin de semana", dice Javier Fernández, el gerente.

Los que no se lo han pensado casi nada son los clientes que han reservado los 17 bungalós de que disponen para pasar la Semana Santa. "Están todos alquilados entre el 1 y el 10 de abril. Es algo excepcional. Otros años ocupan cuatro o cinco noches y este año lo están ampliando a diez. Será porque tendrán ganas de salir de donde están", se hace cargo, y apunta otra diferencia lógica teniendo en cuenta las restricciones de movilidad que dicta la pandemia. "En otros ejercicios los clientes que venían en Semana Santa mayormente eran de Madrid y Barcelona y ahora son de los tres territorios: Bizkaia, Araba y Gipuzkoa", remarca.

Estos últimos días en el camping están recibiendo "muchísimas llamadas y correos". Algo que Javier enmarca en las actuales circunstancias. "Estamos hablando de que no hay turismo extranjero. El País Vasco es una entidad de población amplia y muchísimos clientes tienen autocaravanas y caravanas que tienen que mover. En cuanto a los alojamientos, las personas llevan mucho tiempo sin salir de casa y hay muy poquitos campings en Bizkaia. Es normal que llamen y se queden con los bungalós", argumenta. El ansia por cambiar de aires le recuerda al mayo del año pasado, tras el duro confinamiento domiciliario. "Llevamos el mismo camino que entonces, cuando se abrió la movilidad para todo el territorio y hubo muchísima gente porque el tiempo acompañó muchísimo y durante todo el verano también".

"Ha bajado la temperatura"

A la espera de verles las caras, Javier señala que los bungalós serán ocupados por parejas con hijos. "Son todo familias con niños. El año pasado sí llamaban algunos grupos de jóvenes, pero no se puede y menos si son menores de edad, que necesitan permiso de los padres. Eso lo evitamos constantemente", asegura. Por eso solo admiten reservas previa conversación telefónica con los clientes. "Detrás de un e-mail no sabemos qué edad ni qué hay. No dejamos reservar a través de la página web. Tienen que hablar con nosotros directamente", destaca.

La llamada la aprovechan, entre otras cosas, para insistir en que "tienen que ser unidades convivenciales de cuatro personas porque la gente muchas veces sabe lo del toque de queda, pero no se da cuenta de que hay otras medidas. Hay que recordarlo porque los que más sufrimos somos nosotros", da fe. Aunque el camping cumple "todas las medidas y protocolos, luego la gente sale un rayo de sol y se olvida. Ya lo vimos el año pasado con las playas", rememora Javier, que apela "a la responsabilidad individual de cada uno, eso de lo que tanto se habla...".

Pese a las numerosas demandas de información, el gerente se muestra prudente porque, por si fuera poco con el virus, la climatología tampoco está en sus manos. "Si contamos con buen tiempo y las ganas de la gente de estar al aire libre, se juntan los dos condicionantes. La semana pasada tuvimos unos días de primavera excepcionales, pero desde el viernes ha bajado la temperatura muchísimo", apunta y se despide con la esperanza de que el sector turístico, "muy dañado, como la mayoría", levante cabeza. "Entre todos saldremos de esta", confía.

"Son todo familias con niños; el año pasado sí llamaban algunos grupos de jóvenes"

Gerente del camping Arrien de Gorliz