OSE Luis Llamas lleva ocho años regentando la cafetería restaurante Amatxu de Barakaldo y, como todo el gremio de la hostelería, lleva un año viviendo situaciones muy duras. En esta situación de pandemia que tanto ha afectado al gremio, la colaboración de la clientela cumpliendo las medidas sanitarias es imprescindible y, aunque la mayoría de la gente cumple, un pequeño grupo de personas se resiste a cumplir cuestiones tan sencillas como no quitarse la mascarilla nada más que para consumir. El pasado martes, la paciencia de José Luis se agotó y decidió cerrar su local cansado de que un grupo reducido de clientes no cumpliese con las normas. "Llevamos un año muy duro en todos los aspectos y tener que estar discutiendo diariamente con clientes que aprecias es agotador. El martes cerré porque, psicológicamente, no aguantaba más. La mayoría de la gente cumple y es solo una minoría quien no lo hace, pero estar a diario igual con cierta gente es agotador", reconoce este hostelero.

Fue, más o menos, a la hora de comer, cuando José Luis dijo "basta" y decidió cerrar la zona de bar dejando solo abierta la zona dedicada a restauración para atender a quienes ya estaban en el comedor y las reservas que ya tenía hechas para, posteriormente, cerrar por completo por la tarde. "Sé que no era el mejor momento para cerrar, pero decidí hacerlo porque no aguantaba más esta situación. Porque quienes estaban incumpliendo las normas estaban faltando al respeto a los clientes que sí estaban cumpliendo y que son la mayoría. Yo quiero que en mi casa, en mi local, la gente se sienta a gusto y si tengo que estar constantemente llamando la atención a quienes no cumplen las normas, nadie va a poder estar a gusto", resume José Luis quien, si tuviese que volver a cerrar su local ante una situación similar, "volvería a hacerlo sin dudarlo porque no creo que sea bueno trabajar con la tensión de nervios que me originan esas situaciones".

Las advertencias de que hay que tener puesta la mascarilla están muy presentes en este local de la Avenida de la Libertad. Nada más entrar, en la misma puerta, un cartel dice: "Si no vas a tener la mascarilla puesta, no entres". Se puede decir más alto, pero no más claro. Un mensaje que, por desgracia, no ha calado en una minoría. José Luis ha reabierto su local y entre la inmensa mayoría de su clientela fiel ha recibido felicitaciones por su decisión del pasado martes. "Me ha sorprendido porque ha habido mucha gente que me ha felicitado, supongo que habrá quien piense de otra manera, pero yo decidí que cerrar era lo más conveniente", reconoce el hostelero.

Por desgracia, durante el último año José Luis ha visto cómo clientes de su local morían a causa del virus. Por eso, entre otros motivos, quienes aún pueden gozar de tomar una consumición en el Amatxu deben tener presente que deberán usar la mascarilla si no quieren que José Luis vuelva a echar el cierre.

"La mayoría cumple las normas, pero estar a diario igual con cierta gente es agotador"

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