Primer día de clase después de seis meses desde el cierre de los colegios por el covid-19. Diez y media de la mañana en una clase de 1º de la ESO en el Instituto Miguel de Unamuno de Bilbao, en el que estudian más de 800 alumnos entre el turno diurno y nocturno. Veintitrés escolares y su profesora están sentados en sus mesas, se podría decir que con caras de circunstancias pero las mascarillas impiden adivinar la expresión de sus rostros. Eso sí, toda la clase está muy formal. Ya les han tomado la temperatura, tienen las manos desinfectadas con gel hidroalcohólico y las mascarillas bien puestas por encima de la nariz.

Arranca el curso en el instituto Miguel de Unamuno de Bilbao. Vídeo de José Mari Martínez

Arranca el curso en el instituto Miguel de Unamuno de Bilbao

Arranca el curso en el instituto Miguel de Unamuno de Bilbao

Entra el director, Iñaki Orbe, y a modo de bienvenida lanza una reflexión que, sin pretenderlo, podría ser la clave de este curso. “Egun on danori. ¿Contentos? Porque ¿qué es lo más importante?”. Orbe lanza esta pregunta al aire sin esperar respuesta alguna. En esto, una niña de 12 años dice entre dientes por temor a que alguien la escuche: “Responsabilidad”. Lo importante, prosigue Orbe, “es la actitud”. Y sí, la actitud parece que va ser indispensable en el kit de un curso atípico que llega marcado por la incertidumbre derivada de la pandemia.

Las medidas de seguridad marcan el inicio del curso. Vídeo de José Mari Martínez

Las medidas de seguridad marcan el inicio del curso

Las medidas de seguridad marcan el inicio del curso

El curso covid-19, el curso de las mascarillas y del “ver venir” arrancó ayer en Euskadi. Lo hizo en medio de una amalgama sensaciones. En los patios de los colegios e ikastolas, como en El Central o en Urretxindorra Ikastola, se repitieron las típicas escenas de nervios y alegría por el reencuentro de los estudiantes a golpe de codazo y algún abrazo furtivo. Ni un paso más allá de las puertas de los centros, las familias se debatían entre el “alivio por la vuelta a la rutina” y la “lógica inquietud, pero no miedo, por la situación sanitaria”, dijo Sonia del Río, amatxu de Alba, de 12 años. Y, entre los profesionales de la enseñanza, que están convocados a una huelga el 15 de septiembre, la sensación generalizada es de “gran preocupación”, según Josu Zalbidea, profesor de la red pública.

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El curso escolar arranca en Euskadi

Alrededor de 200.000 escolares de Infantil, Primaria y primer ciclo de Secundaria protagonizaron ayer el primer día de la vuelta al cole escalonada diseñada por el Departamento de Educación, que culminará la semana que viene con la reincorporación del alumnado de 3º y 4º de la ESO, Bachillerato y FP. En total, habrá 371.956 estudiantes este curso en las etapas preuniversitarias, 2.514 menos que el anterior. Los centros educativos superaron con nota el reto logístico para que la primera toma de contacto discurriese con tranquilidad gracias a un despliegue de medidas de seguridad sanitaria inédita.

Según responsables y docentes de varios centros días atrás, se puede decir que el panorama dentro de la escuela vasca es de todo “menos normal”. Ayer le tocó el turno al IES Miguel de Unamuno, uno de los institutos con más solera de Bilbao y de los más potentes e innovadores de la red pública. Su director, Iñaki Orbe, no pudo ocultar su “malestar” cuando, por norma general, se suele mostrar como un profesional entusiasta con el oficio de educar. Con eso de enseñar a aprender sin que nadie quede descolgado.

“El viernes nos dio el bajón cuando recibimos la respuesta de la Delegación de Educación diciendo que no podíamos llevar adelante el plan de contingencia que habíamos preparado decenas de profesores a lo largo de todo un mes, diciendo que el curso solo puede ser presencial al 100%”. señaló Orbe. “No quieren -dijo- saber nada de una fórmula en la que hemos trabajado para que la convivencia, la seguridad sanitaria y la calidad educativas en el centro sean las máximas posibles, ya que no es lo mismo trabajar con 25 niños en clase que con 12”. Pues bien, en El Central a los centros que tenemos ratios elevadas. No hay rastro de nada, estamos solos”. Así de claro se manifestó ayer el director del IES Miguel de Unamuno.

En previsión de la actual situación epidémica y la recomendación de reducir los aforos, el centro presentó a Educación un plan que garantizaba un escenario presencial al alumnado “que más lo necesita”, al de 1º y 2º de la ESO. En 2º de Bachillerato, un curso especialmente delicado por la selectividad de junio, pretendían hacer las dos primeras sesiones on line y el resto presencial desde las 10.30 a las 15.15 horas. Para el resto de cursos -3º y 4º de la ESO y 1º de Bachillerato- planteaban un escenario semipresencial a través de las aulas espejo, como las de la UPV/EHU, que ya emplearon el año pasado. Gracias a este sistema la mitad del alumnado sigue la clase de forma presencial y la otra mitad lo hace en directo desde casa. Ello es posible con el dispositivo digital que han instalado y que permite la interacción a distancia con la clase e incluso ver lo que se proyecta en la pizarra digital.

“Con esta planificación lo único que pretendíamos era reducir la ratio, además con un sistema que funcionó muy buen el último trimestre”, comentó Orbe. Durante el mes de junio y julio “más de 100 profesores han trabajado en la planificación del nuevo curso, con refuerzos para los grupos más retrasados, con desdobles, con adaptación curricular para corregir los desequilibrios”, explicó. Pero el viernes, la negativa de Educación echó abajo todo. Según Orbe, su plan de contingencia “no requería ni de espacios ni de profesorado extra”, espacios y profesorado que ahora necesitan como agua de mayo. “Lo único que pedimos es flexibilidad para adaptar la enseñanza a nuestra realidad, porque somos los que mejor la conocemos”, concluyó.

En un escenario donde la incertidumbre lo inunda todo, esta es la única “certeza” que conoce a día de hoy la comunidad educativa de este instituto bilbaino. Pero la escuela vasca tiene más de 300 centros, cada uno con su propia realidad, con sus problemas y demandas, cada uno con sus recetas. Ayer los que abrieron sus puertas aprobaron el examen de dar la bienvenida a los estudiantes y acogerles en entornos seguros. Quedan nueve meses por delante para seguir garantizando esos espacios saludables y, al mismo tiempo, lo sustancial de toda escuela, educar.