- Son algo así como las guardianas del coronavirus. Porque su misión consiste en localizar a todo aquel que haya estado en contacto estrecho con un positivo en covid-19 y frenarle en seco para minimizar la transmisión de la enfermedad. Las corona-detectives son el eje principal en que se basa el Plan vasco de Control y Vigilancia de Desescalada del Coronavirus con el fin de establecer un sistema de detección precoz de casos, hacer un seguimiento de estos y de sus contactos estrechos, y monitorizar el curso de la pandemia.

Un plan que fundamentalmente pivota sobre la Atención Primaria y sobre un equipo de enfermería, encargado de poner catorce días en cuarentena a todo aquel que haya permanecido sin protección, durante más de quince minutos y a menos de dos metros, con una persona contagiada.

Osakidetza establece así un muro de contención para que no haya un rebrote agresivo del virus. "Es una vuelta de tuerca y puede marcar la diferencia. Si toda la población tiene acceso a hacerse una prueba en las primeras 24 horas de los síntomas, y tenemos músculo para reaccionar y proteger a la población de los contactos de ese caso, aislándolos y monitorizándolos, tenemos más papeletas de poder cortar todas las cadenas de transmisión", asegura contundente Ignacio Garitano, el epidemiólogo gasteiztarra que coordina el plan.

La clave para evitar que se produzcan nuevos picos de la epidemia y haya una presión asistencial excesiva en los hospitales será la realización de pruebas PCR a las personas con síntomas para la detección temprana de casos, y una rápida intervención de Salud Pública y de Atención Primaria.

Para Janire Portuondo, una de las enfermeras gestoras encargadas de poner en marcha el plan en Bizkaia, "hay que abordar este seguimiento sí o sí porque entendemos que en la desescalada va a haber más casos de coronavirus. Saldremos todos de nuestras casas, haremos muchas más actividades, tendremos más relación unos con otros y se entiende que puede haber algún rebrote", afirma Portuondo, que será coordinadora de la red y trabajará en colaboración con Epidemiología, con los servicios de Medicina Preventiva de los hospitales y también con Osalan. No hay que olvidar que, como señaló ayer la propia consejera Nekane Murga, "ahora, los nuevos casos que se están registrando ya se dan en colectivos comunitarios, sobre todo en los hogares".

Porque para que el covid-19 no se escape, es necesario desenredar todo el ovillo de contactos y hacer las preguntas adecuadas para saber si esa persona estuvo en contacto con el virus. A ello se dedicarán las 34 enfermeras gestoras -figura de nueva creación con capacidad en Salud Pública y Comunitaria-, que contarán con la ayuda de 149 sanitarias que se incorporarán a esta red y estarán preparadas para poder seguir a los contactos.

"En un mismo caso puede haber muchos contactos que serán estudiados por diferentes personas , dependiendo del ámbito donde se haya producido esa relación. Un conviviente en el hogar es un contacto, otro puede ser un amigo, otro va a ser un compañero de trabajo, al que va a seguir Seguridad Laboral y así sucesivamente", precisa Garitano.

Porque a finales de marzo, cuando la epidemia estaba descontrolada y los ingresos hospitalarios subían como la espuma, la labor de trazado pormenorizado solo estaba al alcance de los lugares con menos incidencia de la pandemia. En los focos más calientes no había capacidad de hacer pruebas a las personas claramente sintomáticas. Pero el escenario ha cambiado y Euskadi ha activado el botón de alarma.

En opinión de Portuondo, "Osakidetza ha creado una red dinámica. Una red absolutamente flexible porque si saltan más casos en Bizkaia se nos apoyará desde Araba o desde Gipuzkoa, y viceversa". "A todos los casos sospechosos que presenten síntomas se les hará una analítica y se estudiará también a gente asintomática que puede estar contagiada, para aislarlos también", ratifica. Y es que el Servicio Vasco de Salud no oculta la preocupación por que la desescalada incremente el número de infecciones.

Una constatación que ha podido constatar la propia Portuondo. "El otro día, en Bilbao, me entró pánico porque vi que se estaban haciendo las cosas mal. No se respetaban los dos metros de distancia, la gente andaba sin mascarilla o con mascarillas mal puestas, etc", se lamenta. A su juicio, "es difícil saber si un posible rebrote se puede dar entre personas jóvenes, entre adultos o entre los más mayores porque creo que se cometen errores entre todos los colectivos y franjas de edad. Y lo cierto es que no sabemos por dónde pueden repuntar los casos porque todo dependerá de cómo llevemos a cabo las medidas de aislamiento social".

Uno de los factores más importantes es que cada persona sepa identificar los síntomas para llamar a su centro de salud. "Hasta ahora la gente lo ha hecho bastante bien porque tiene miedo. Y cuando nota algún síntoma llama inmediatamente. De esta forma, se le va a diagnosticar muy rápidamente. En 24 horas va a estar en aislamiento y nos va a contar cuáles han sido sus contactos más estrechos", explica la enfermera de Osakidetza, lista para estrechar el cerco a los nuevos casos.