"Muchas utilizan ya los bancos de alimentos y varios colectivos de Bizkaia hemos puesto en marcha una caja de resistencia para que las que se han quedado sin empleo por el coronavirus puedan hacer frente al pago de la habitación este mes", explica Liz Quintana, que lleva más de tres décadas defendiendo los derechos de las empleadas de hogar.

¿El contagio de personas mayores ha mermado el trabajo de las empleadas de hogar y cuidados?

—A algunas se les ha dicho que no vayan porque la persona estaba enferma o había sido ingresada.

¿Qué ocurre con ellas en ese caso?

—Normalmente les suspenden el contrato. No las despiden, sino que les dicen: De momento no vengas y vamos a esperar a ver qué pasa.De momento no vengas y vamos a esperar a ver qué pasa

Y, mientras tanto, ¿no cobran?

—No. Hay familias que, de buena fe, si esa circunstancia ha ocurrido a mediados de marzo, les han pagado el mes entero, pero el de abril no se lo van a pagar. Otra gente, la mayoría, solo les ha pagado la quincena de marzo que han trabajado.

Y, encima, no tienen derecho a paro.

—Las empleadas de hogar no tienen derecho a paro y estamos viendo ya situaciones tremendas. Con lo que han cobrado y algo ahorrado han pasado marzo, pero este mes ya no.

Muchas viven totalmente al día.

—Totalmente. Hay muchas que trabajan por horas y tienen que sostener a hijos e hijas en su país, pagar su habitación aquí, sus gastos...

Y no tienen a quién recurrir...

—En una situación normal se da la solidaridad entre compañeras: Si no puedes pagar la habitación, nosotras te sostenemos hasta que encuentres algo y nos lo puedas devolver. En estas circunstancias igual las compañeras están en la misma situación y no se pueden apoyar unas a otras.

¿Y si el mayor al que cuidan muere?

—Tienen un mes de indemnización, aparte de su liquidación de salario, pagas extras y vacaciones.

En los casos de despidos a raíz del estado de alarma, ¿les han pagado los finiquitos correspondientes?

—A la mayoría no les han pagado finiquito. Con suerte, les han pagado los días que han trabajado del mes, pero ni se ha liquidado la parte de pagas extras y vacaciones ni mucho menos de indemnización por despido.

¿Lo pueden reclamar?

—Cuando esto pase, nos vendrá la avalancha de reclamaciones. Ahora todos esos temas están paralizados.

Se dan muchas vulneraciones.

—No es como una empresa, que hace un ERTE, yo cobro el paro y tengo el respaldo de un comité. Las trabajadoras están expuestas a la buena o mala fe de quien contrata. Si te dice: No vuelvas y no te pago, en este momento, en el cual no tenemos los cauces abiertos para hacer esas reclamaciones de forma legal, te tienen ahí en espera. Y mientras tanto la gente tiene que seguir comiendo, pagando alquileres y suministros, etc. Esa es la dificultad a la que se está enfrentando el sector. Sin acceso al paro y sin ese tipo de garantías, la vulnerabilidad es mucho mayor.

¿Se han dado otro tipo de abusos?

—Hay gente a la que le han dicho: Estos días que no vienes son tus vacaciones. Eso no es legal porque las vacaciones se tienen que acordar entre las partes y, cuando no hay acuerdo, por lo menos avisar con dos meses de antelación, pero hay muchas que están aceptando porque es eso o me voy a la calle.

Eso es un mero parche y la situación parece que va para largo.

—Esto se puede alargar un tiempo con todas las complicaciones.

¿Ha habido internas que se hayan quedado literalmente en la calle?

—Eso está pasando mucho, porque las externas tienen su habitación y están enfrentando el problema de cómo van a pagar el alquiler, pero para las internas perder el empleo significa perder también su vivienda. ¿Dónde buscas ahora un alojamiento si está todo parado? Es terrible. A pesar de que la ley dice que, cuando existe una causa de fuerza mayor, la trabajadora puede estar un mes alojada en el domicilio, no se está cumpliendo. Lo que se les dice es: Coge tus cosas y lárgate

¿En qué condiciones trabajan las internas que conservan su empleo?

Con el confinamiento no se están respetando los descansos. Muchas nos consultan: Yo estoy en la casa y había acordado que tenía dos horas libres entre semana y que libraba un día el fin de semana, pero ahora ¿cómo hago yo respetar eso? Porque si el domingo, que tenía libre, digo que no trabajo en la casa o que me voy a mi habitación, eso genera conflictos. Como estás en la casa, tienes que trabajar. Es su descanso. Tienen derecho a desconectar también. Por otra parte, hay internas que nos dicen que, en la medida en que niños y niñas han vuelto a casa, se las está sobrecargando, es decir, que en las mismas condiciones que tenían antes tienen que asumir ahora el cuidado de más personas. Eso les está suponiendo una mayor carga, no solo a nivel de trabajo, sino también a nivel de descansos, de respeto de derechos y de su propia salud.

Para ellas no hay reconocimiento.

Las trabajadoras de hogar son las grandes olvidadas. Nadie les está facilitando medidas de protección ni cuando la persona a la que atienden está afectada. Es hacer el trabajo un poco kamikaze. Esa es la situación que están enfrentando bastante dramática. Tenemos que ser conscientes de que una parte muy importante de las necesidades de cuidados en la sociedad actual se está resolviendo a través de la contratación de empleo doméstico y esas mujeres siguen ahí al pie del cañón.

Recientemente han aprobado un subsidio para estas trabajadoras.

El Gobierno aprobó un subsidio extraordinario para el colectivo después de que las asociaciones hemos estado un mes presionando porque en ninguna medida se las tenía en cuenta. Ese subsidio viene a dar un respiro a una parte del colectivo, pero solo ampara a las que están dadas de alta y el nivel de economía sumergida en el sector es altísimo.

La crisis puede afectar a sus contratadores y que prescindan de ellas.

—La economía es una cadena. En la medida en que contratadores o contratadoras pierdan su empleo o rebajen sus condiciones, les afectará a ellas, sobre todo a las trabajadoras por horas que realizan tareas domésticas porque eso es algo de lo que la gente puede prescindir. Cuando esto pase, el impacto sobre el sector va a ser importante.

300 mujeres

De las 300 trabajadoras de hogar y cuidados que la última semana de marzo participaron en una encuesta promovida por diversas organizaciones del Estado para analizar el impacto de la crisis del coronavirus en el sector, el 54% no han sido dadas de alta.

Despedidas

Según el citado sondeo, impulsado, entre otros, por el colectivo Trabajadoras No Domesticadas, de Bilbao, y la Asociación Malen Etxea, de Gipuzkoa, el 53% de las trabajadoras han sido suspendidas de empleo y sueldo desde el comienzo de esta crisis. Además, el 24,5% han sido despedidas, el 94% de ellas sin indemnización.

Vacaciones

El 32% de las empleadas de hogar que continúan contratadas se han visto obligadas a coger como vacaciones los días no trabajados por causa de la cuarentena o como precaución para evitar contagios.

Sobrecarga

Aquellas que continúan en sus empleos sostienen tener mayor sobrecarga de trabajo durante el confinamiento, sobrecarga que en un 88% de los casos no es remunerada de forma extra.

Internas

De las internas encuestadas, el 43% afirma tener más tareas y menos descansos. El 33% se han visto presionadas para permanecer en el domicilio en el que trabajan en sus días libres y al 61% no le respetan su tiempo de descanso.

63%

El 63% de las 300 trabajadoras encuestadas dicen no haber recibido medidas de protección para atender a las personas que cuidan.

Reflexión

"La pandemia ha evidenciado lo que está pasando en el sector y también una crisis de los cuidados. Un tema sobre el que debemos reflexionar como sociedad. Hay que organizarlos de una manera más responsable y desde lo público".

"A las internas se les dice: 'Coge tus cosas y lárgate'. Para ellas perder el empleo significa perder su vivienda"

"En estas circunstancias igual las compañeras están en la misma situación y no se pueden apoyar unas a otras"

"El subsidio solo ampara a las que están dadas de alta y el nivel de economía sumergida en este sector es altísimo"