La falta de datos es difícil de compensar cuando se habla de ecuaciones matemáticas, como es el caso. Porque las predicciones del tiempo son eso. Números, muchos y de distintos padres y madres, combinados unos con otros, según las necesidades de cada servicio meteorológico. Para el vasco Euskalmet, la notable reducción de las observaciones en altura facilitadas hasta la propagación de la pandemia por aviones comerciales no afectaría en principio a los pronósticos, que seguirán siendo igual de fiables. Y eso que, según ilustra José Antonio Aranda, director del Área de Meteorología de Euskalmet, en un escenario anterior al virus el Centro Europeo de Predicciones recibía alrededor de 50.000 datos al día de observaciones aéreas. Ahora, sin embargo, ese mismo organismo únicamente cruza unos 15.000 datos debido a que el número de vuelos se ha reducido.

Con menos información, la lógica lleva a pensar que habrá más incertidumbre, pero como subrayó Aranda, eso no significa que la predicción vaya a ser peor. “Es un porcentaje mínimo del total de datos que se mueven para hacer una predicción”, apostilló en declaraciones a DEIA el director del Área de Meteorología. En resumen, las afecciones a los informes diarios sobre el tiempo en la geografía vasca -y los elaborados a tres o cuatro días vista- serán insignificantes. “Nos afectará como al resto del mundo, pero poquísimo” se atrevió a decir. Y es que, los sistemas de cálculo empleados por la Agencia Vasca de Meteorología no incluyen en su operativa esos miles de datos tomados a unos 12.000 metros de altitud.

Tuvieron alguna experiencia, pero la acabaron descartando porque ni la extensión de la geografía vasca ni su topografía, entre otras muchas variables, eran las más apropiadas para aplicar esos modelos. “Hay que tener en cuenta -ilustraba Aranda- que una partícula de aire tarda entre una y tres horas en cruzar todo Euskadi… Con lo cual esos datos son para zonas muy amplias”. Cierto es que la Agencia Vasca se nutre de los informes elaborados por el Centro Europeo de Predicciones. Y también atiende a los del estadounidense, del canadiense, del chino… que recopilan esos miles de datos de aviones e incluso de barcos.

Zum vasco

En Euskalmet se quedan con la esencia de los pronósticos de esos organismos para varios días. Entonces, empiezan a filtrar datos y a buscar los apellidos vascos de esas borrascas, frentes, olas de calor, temporales marítimos, masas de aire polar, ciclogénesis,… “Cogemos esas predicciones que hacen esos grandes centros del mundo y bajamos la escala, hacemos un zum. Piensa que en esos grandes centros del mundo cada pixel de terreno es de 10x10 kilómetros y hace años eran de 30x30. Esto suponía que Bermeo tenía el mismo tiempo que Durango porque todo era un único pixel”, describe.

En esa aproximación al tiempo local, se incluyen variables vascas y datos recogidos por la red de estaciones. Por eso, insiste Aranda, la notable reducción de los reportes de observaciones meteorológicas que se realizaban desde aviones “nos afectará poquísimo”. Donde más se podría notar sería en las predicciones a una semana, por ejemplo. Pero como puntualiza el director, “es algo que suponemos” porque en esta disciplina científica los datos tienen mucho valor por su calidad y no tanto por su cantidad.

Tal es así que hace un par de semanas, el Gobierno español otorgaba el carácter de “esencial” a los servicios meteorológico y reforzaba sus funciones para garantizar un flujo de información constante y fidedigna ante posibles fenómenos extremos que se pueden producir en primavera. La decisión fue anunciada por la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, y apla udida por Margarita Martín, responsable de Aemet en el País Vasco.