La actual situación de alarma sanitaria ha trastocado casi el 100% de la actividad laboral. Hay sectores que se han quedado en un limbo muy incómodo: ni se han visto obligados a parar la actividad por decreto, ni pueden ejercerla sin riesgo al contagio sistemático. Este es el caso de los dentistas y, en consecuencia, de los técnicos en prótesis dentales. En Bizkaia hay algo más de mil dentistas en activo que están sumidos en la incertidumbre. Agurtzane Meruelo es la presidenta del Colegio Oficial de Dentistas de Bizkaia y, según explica a DEIA, “lo tenemos difícil porque no nos han decretado el cierre automático. Todo aquel colegiado que quiera acogerse a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) va a tener que demostrar que es una situación en la que no puede acceder a los medios de protección adecuados. Incluso hay clínicas cuyos trabajadores están ya en cuarentena. Lo vamos a tener más difícil que otros colectivos. Mientras no nos cambien esto, es difícil que nos concedan los ERTE”.

Los dentistas están en primera línea de peligro, al desarrollar su trabajo en la boca de sus pacientes, por donde el contagio del coronavirus es casi ineludible si no se cuentan con unas medidas de protección extremas a las que no están obligados por ley. “En las clínicas dentales estamos acostumbrados a trabajar con los pacientes siguiendo los protocolos de asepsia, desinfección y esterilización de nuestros materiales”, relata Meruelo. “Llevo 29 años trabajando en esto. Cuando empecé fue el boom del virus del sida. Se transmitía por sangre, por fluidos… Hubo que cambiar los protocolos que se seguían hasta entonces y adaptarse a aquella nueva amenaza”, recuerda. Entonces empezaron a utilizar guantes, mascarillas y materiales desechables, pero, ahora, el tablero de juego ha vuelto a cambiar: “No habíamos tenido ningún virus ni bacteria que fuese como este de ahora, que se transmite fácilmente por la saliva, que tiene una expansión muy fuerte y que nos obliga a trabajar con unas condiciones de seguridad diferentes a las que habíamos tomado hasta ahora. En las consultas habitualmente no utilizamos estas mascarillas que ahora nos dicen que son aconsejables para tratar con pacientes enfermos. Y tampoco tenemos cómo detectar si un paciente ha tenido contacto con alguien infectado o no”.

Como la mayoría de clínicas no disponen de esos medios, desde el Colegio de Dentistas aconsejan paralizar la actividad durante dos o tres semanas hasta que no pase la alarma sanitaria. “No podemos hacer tratamientos en boca, porque nosotros trabajamos a menos de cincuenta centímetros del paciente”, explica la presidenta del Colegio de Dentistas. “No podemos mantener la distancia de seguridad que están pidiendo. Estamos en contacto directo con los fluidos, estamos generando aerosoles con nuestras turbinas, que generan una vibración ultrasónica que hace que se desprenda todo. Crea un aerosol que se queda flotando en el ambiente y, sin barreras suficientes, los propios dentistas nos contagiamos. No queremos ser un factor de riesgo, ni para nosotros ni para la población. Es lo que nos preocupa. Queremos que nuestro trabajo se paralice para no ser un problema añadido. Somos tan responsables que hemos decidido cerrar nuestras clínicas”, apunta. Esta decisión supone un duro golpe económico: “Nos vamos a mantener firmes en no trabajar y aguantar la situación. Económicamente es algo difícil. Si no hay actividad, no entra dinero y si no entra dinero, tenemos que mantener los gastos con nuestros ahorros”.

“Muy preocupados” En ese escenario se encuentra, por ejemplo, Esther Morán, una dentista que dirige una clínica de Portugalete: “No podemos sacar adelante las clínicas. Yo soy autónoma y tengo a mi cargo a tres personas, una odontóloga y dos higienistas. En el colectivo estamos todos muy preocupados. Nos interesaría que decretaran un cierre para posibilitar los ERTE”.

Morán confiesa que el panorama al que se enfrentan a corto plazo es inviable: “Nos hemos quedado sin abastecimiento, porque los proveedores se han quedado sin stock y los que tenían lo han tenido que dar a Sanidad por decreto. A nosotros no nos han decretado que cerremos y puede que tengamos más riesgo de contagio que los médicos. Cuando actúas sobre una boca originas aerosoles en los que hay virus y bacterias. No te sientes protegido ni puedes proteger al paciente. No se puede ir a trabajar con esta incertidumbre”. En segunda línea de fuego están los técnicos en prótesis dentales. El parón de la actividad de los dentistas les deja automáticamente sin trabajo. Ramón Santamaría es secretario de la Asociación de Técnicos en Prótesis Dental del País Vasco, que aglutina a 140 laboratorios de la CAV en los que trabajan un millar de personas. “El ejemplo a seguir no puede ser Italia”, denuncia. “En Portugal ya han obligado a cerrar clínicas y laboratorios. Si no cerramos, nosotros mismos somos los que estamos expandiendo el virus”, asegura.

Santamaría lamenta que su sector no pueda solicitar un ERTE por fuerza mayor y para solucionarlo hicieron público un comunicado: “Algunos laboratorios y clínicas están en una situación que lleva a hacer trabajos bajo cuerda. Nos consta que está pasando y estamos intentando pararlo, pero hay clínicas y laboratorios que han cerrado y hacen algunas prótesis para ganar algún dinero porque no consiguen un ERTE”.

A la asociación no paran de llamar de laboratorios para ver qué hacen y Santamaría les pide cerrar: “Pero nos preguntan: ¿Y de qué vivo? Les recomendamos que cierren, aunque se queden sin dinero. Es un tema de solidaridad, pero se quedarán muchos laboratorios por el camino”.