Bilbao - Tras cuatro años como representante de Unicef en Yemen, la durangarra Meritxell Relaño se ha convertido este año en la directora adjunta de la Oficina de Programas de Emergencia.

De Yemen a Ginebra. ¿Qué ha supuesto este cambio?

-Sobre todo ha sido un cambio de mentalidad, en Yemen tienes que responder a las urgencias que van saliendo en el día a día. Por ejemplo, un camión que tiene que entregar medicinas y que lo tienen parado en la frontera. Aquí en Ginebra es diferente, porque estamos al nivel de las políticas. Es otro tipo de trabajo bastante diferente, además, que me obliga a estar al día de todas las emergencias del mundo. Te obliga a pensar a medio y largo plazo.

¿Qué es lo más duro de trabajar en el terreno?

-Ver que quieres hacer mucho más y no puedes, ver que no te llegan los fondos, que tienes que decir que no a muchas cosas que te piden, porque no tienes el dinero... Ves escuelas que han sido destruidas pero tú solo tienes fondos para construir la mitad. No hay nada más difícil que eso.

Yemen es una de las principales emergencias para las que Unicef está pidiendo fondos. ¿Cuáles son las necesidades más acuciantes de la infancia en el país?

-Las necesidades son máximas y a muchos niveles. Empiezan por la malnutrición -casi 400.000 niños sufren malnutrición severa aguda-, por la falta de escuelas, por la falta de agua y saneamiento -porque muchas bombas de agua han sido destruidas y hay que volver a construir-. En Yemen, hemos invertido en dinero en efectivo para nueve millones de familias, para que tengan lo mínimo para comprar.

La información que llega de Yemen indica que podría haber una solución política al conflicto.

-Hay avances en las negociaciones, hay un cierto optimismo, es posible que llegue la paz en algún momento. Pero es una situación tan complicada que incluso aunque haya paz mañana, lo que es necesario invertir en reconstruir es enorme.

El ébola está castigando República Democrática del Congo. ¿Cuál es la dimensión de este brote?

-No es que haya muchos casos, lo que pasa es que el ébola es mortal y cuesta muchísimo mantenerlo aislado. Han muerto unas 3.000 personas. Ahora mismo se está conteniendo el brote, lo que pasa que es caro de contener. El riesgo es que salte a otros países, que no tengan una infraestructura de salud adecuada, porque en cuanto se detecta un caso, hay que aislarlo, tratarlo, requiere muchos recursos, mucha vigilancia epidemiológica.

Ya se está detectando un aumento de enfermedades a causa del cambio climático en algunos países.

-Se dice que va a aumentar el dengue y la malaria por el aumento de las temperaturas. Los mosquitos cambian de zonas. Es probable el aumento de enfermedades, incluso de algunas que creíamos olvidadas. Y ese puede ser uno de los desafíos de las nuevas décadas, enfermedades que no conocemos en estos momentos, que se puedan convertir en pandemias.

Vivimos momentos convulsos. ¿Cuáles son los desafíos de Unicef a corto y medio plazo?

-Conseguir los fondos para llegar a todo y conseguir acceso a todas estas zonas, porque no es tan fácil. He estado en Burkina Faso y toda la parte norte del país ya no es accesible, está tomada por grupos armados. También la falta de fondos, el respeto a las leyes internacionales humanitarias. Y a la vez intentar que las políticas que se hacen en estos países sean lo más amigables posibles para contener el cambio climático.