bilbao - Del mismo modo que se pueden reducir los accidentes de tráfico, también se puede reducir el acoso escolar. Cada día más de mil menores sufren una agresión física o amenazas verbales por parte de algún compañero. Así lo indica el doctor Celso Arango, director del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, de Madrid.

El acoso escolar se asocia con mayor riesgo de depresión y trastornos de ansiedad en la infancia, adolescencia y en la edad adulta. Los menores objeto de bullying, sobre todo los que son acosados con frecuencia, siguen estando en riesgo social y de salud casi cuarenta años después de la exposición. “Las consecuencias se pueden manifestar décadas después de haber sufrido bullyng. Hay una reacción inmediata ante el acoso, pero también una relación directa entre ser acosado y cambios en el desarrollo cerebral que afectan al modo de enfrentarse a las situaciones de estrés. El acoso es un factor de riesgo social y ambiental que produce alteraciones biológicas en el cerebro”, subraya Arango.

El psiquiatra fue uno de los especialistas que participó en el XVIII Seminario Lundbeck bajo el título Bullying y mobbing. La huella del acoso en la salud mental, cuyo objetivo fue concienciar sobre la gravedad del acoso escolar y laboral, la relación existente entre ambos tipos de acoso y sus consecuencias sobre la salud mental, especialmente en la depresión.

Ser diferente al resto es el principal motivo de acoso escolar. “Más que el aspecto físico, lo que más influye para ser carne de cañón suele ser el comportamiento”. Por ello, es clave realizar un abordaje preventivo en los sistemas educativos, que apuesten por el respeto a la diversidad, ayuda entre pares e incluir contenido docente centrado en un aprendizaje emocional “que incluya aspectos fundamentales sobre la salud mental, sus riesgo y factores protectores”, añade Arango, para quien es muy educativo explicar en los colegios qué es -y qué no es- la depresión y por qué se padece y cómo se puede ayudar a quién la tiene”, recalca.

Según los datos de la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo), en 2017 un 94% de las víctimas presentaba algún problema psicológico debido al acoso escolar, siendo sus principales manifestaciones los síntomas depresivos (68,8%) y la ansiedad (67,2%). Además, el número de autolesiones alcanza al 2,4%; las ideas suicidas, al 4,6%, y los intentos reales de suicidio, al 1,2%.

en el ámbito familiar El impacto del bullying no solo se deja notar en quien lo padece, sino también en el ámbito familiar. Así hasta en un 56% de los entornos familiares algún miembro padece problemas psicológicos a causa del acoso escolar tales como ansiedad (50%), miedo (31,7) y síntomas depresivos (29%).

La edad media de la víctima es de 10,9 años y el tiempo que pasa, por término medio, entre el comienzo del acoso y la llamada de ayuda es de alrededor de trece meses, aunque el acoso escolar más habitual dura más de un año, en el 52,9% de los casos, y su frecuencia es diaria en el 75,4%

Muchas de las personas adultas objeto de mobbing fueron víctimas de bullying en edad escolar. “La relación entre mobbing y depresión también está demostrada. De hecho, la depresión y la ansiedad son los síntomas más prevalentes en las primeras etapas en las que el trabajador está siendo víctima de acoso laboral”, explicó en el Seminario Lundbeck la doctora Rosa Gutiérrez, al tiempo que se refirió a que el 10% de los suicidios consumados es atribuido a este tipo de acoso. Gutiérrez hizo especial hincapié en la necesidad de que la ciudadanía tenga menor tolerancia al maltrato, porque “la gente que está alrededor es la que lo agrava. Lo peor es cuando las personas de su entorno miran para otro lado”. La víctima de acoso escolar presenta una indefensión aprendida, que hace que sea incapaz de hacer frente al maltrato psicológico. “En un gran porcentaje de los casos los considera como una actitud normal hacia ella”. Según distintos estudios la prevalencia de acoso laboral se sitúa en torno al 14%.

La Organización Mundial de la Salud definió en 2010 este fenómeno global como un “gran problema de salud pública”, al que se ha denominado “epidemia silenciosa mundial”.

coste de la depresión El coste anual de la depresión en la Unión Europea se sitúa en 92.000 millones de euros debido, principalmente, a la pérdida de productividad de los trabajadores. El 80% se debe a que la depresión hace que la persona tenga una inadecuada capacidad en la ejecución de las tareas más que a la ausencia del puesto de trabajo.

Los especialistas consideran que se ha infravalorado la importancia de los síntomas cognitivos en la depresión que continúan a pesar de la mejoría y siguen limitando la actividad del paciente, como por ejemplo, problemas de atención y concentración, de memoria, de toma de decisiones y planificación, de agudeza mental y velocidad de pensamiento.

A juicio de Gutiérrez, los médicos de empresa juegan un papel importante “por sus posibilidades de prevención, aspirando a potenciar la resiliencia de los trabajadores en salud mental, desde un abordaje integral de los aspectos físicos, psicológicos y sociales. Además, pueden apoyar al paciente depresivo tras su incorporación laboral”. Porque, “abordar de forma correcta la depresión al tiempo que facilitar la reinserción laboral redunda en la productividad empresarial. Porque los costes de tratar la depresión son mucho menores que las consecuencias de no hacerlo”, recalca la doctora.

“Actualmente, el objetivo terapéutico de la depresión solo puede ser la remisión completa, incluyendo los síntomas cognitivos del trastorno depresivo que son de gran importancia para que el paciente consiga recuperar su funcionalidad y, sobre todo, su calidad de vida. Para ello, la mejora de la colaboración entre los servicios de Psiquiatría y los de Medicina del Trabajo se hace imprescindible”, sentencia Gutiérrez, asegurando que “solo así evitaremos el presentismo y el estigma que va asociado a él”. El médico de Atención Primaria debe conocer la existencia del mobbing y estar capacitado para realizar un primer abordaje diagnóstico. “Se necesita un enfoque multidisciplinar que implique a casi todos los profesionales de Atención Primaria, la red de Salud Mental y la coordinación entre ellos”, incide el psiquiatra.

Para Arango, la mejor prevención del acoso laboral se debe hacer desde los colegios, donde se debe educar y formar a los niños y evitar que se produzcan casos de bullying.

El tratamiento combinado -farmacológico y psicoterapia- guiará la intervención, aunque también las víctimas de acoso escolar podrían beneficiarse de intervenciones adicionales dirigidas específicamente a reducir los síntomas de depresión y fomentar las habilidades sociales para establecer amistades de apoyo.Porque el acoso escolar en niños y el mobbing laboral en aquellos puede que sean epidemias silenciosas, pero sus manifestaciones son laminadoras de la personalidad.

Depresión, falta de autoestima, baja productividad, ansiedad, problemas psicosomáticos... y, en muchos casos, suicidios merecen bastante más atención en sus causas iniciales, que siempre serán más fáciles de atajar que sus nefastas consecuencias.