MADRID. En un comunicado, APM recalca que "no hay ninguna duda" de que un festival es en muchos casos una experiencia global, que trasciende a los conciertos.

En este sentido, APM defiende que las empresas promotoras que organizan festivales desarrollan más de una actividad económica principal a la vez y trabajan en una oferta de servicios interconectados para ofrecer una mejor experiencia que responda a los propias demandas del público.

Para APM, es "evidente" que la oferta gastronómica es también uno de los principales atractivos de este tipo de citas, llegando a ocupar carteles propios y contando con reconocidos cocineros.

"La mayoría de festivales han ido adaptando su oferta a todas las necesidades del público, teniendo en cuenta desde alergias y enfermedades como la celiaquía hasta la oferta vegetariana y vegana, entre otros", aseguran.

APM destaca incluso que por este motivo los festivales permiten la libre entrada y salida del recinto, de manera que no se impone la adquisición de comida ni bebida en el interior. Pero a la vez señala que una vez dentro hay que cumplir con las condiciones generales que van especificadas en cada entrada y/o abono.

Asimismo, argumenta que hay razones "de peso" en materia de seguridad. "Para muchos festivales, la oferta gastronómica es crucial para su sostenibilidad, pero además es una cuestión de seguridad y responsabilidad", apunta el presidente de APM, Albert Salmerón.

Así, la prohibición es, a juicio de la asociación, una manera de evitar posibles intoxicaciones alimentarias, ya que muchos festivales cuentan con profesionales de la hostelería, espacios habilitados, garantías sanitarias y seguros de responsabilidad civil, haciéndose cargo de lo que sucede en el interior.