BILBAO. Una investigadora de la UPV/EHU, Aitana Lertxundi Manterola, ha publicado recientemente una investigación en el que ha medido cómo afecta la exposición de mujeres embarazadas a los contaminantes ambientales como el dióxido de nitrógeno (NO 2) y las partículas menores de 2,5 micras (PM2.5), a sus descendientes, a los cuatro años del nacimiento.

La investigadora del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UPV/EHU trabaja desde el año 2006 en un proyecto para averiguar el efecto que tienen los contaminantes en las mujeres embarazadas y sus descendientes.

La investigación comenzó con las mujeres embarazadas, estudiando cómo afectaba a su desarrollo físico la exposición a los contaminantes ambientales y, posteriormente, se hizo el seguimiento del efecto que aquella exposición provocaba en el desarrollo físico y neuropsicológico de los niños ya nacidos.

Como objeto de estudio han contado con los datos de personas de tres regiones: la comarca del Goierri guipuzcoano, Valencia capital y Sabadell.

Inicialmente se analizaron el efecto de los contaminantes a los 15 meses y ahora, se ha averiguado que esa exposición antes de nacer "afecta de alguna forma en el desarrollo cognitivo y motor" entre los 4 y los 6 años, ha aclarado Lertxundi.

En el estudio que realizaron cuando los y las participantes tenían quince meses, se vio que la lactancia materna protegía del estrés provocado por esos contaminantes. “Esta vez, sin embargo, no hemos comprobado que la lactancia recibida proteja de ninguna manera cuando ya tienen 4-6 años”, añade.

Los resultados del estudio “pusieron de manifiesto que esos dos contaminantes tienen un efecto muy pequeño en los aspectos cognitivos, puesto que los resultados no fueron estadísticamente significativos. Pero al separar los resultados en función del sexo, nos dimos cuenta de que los contaminantes resultaban más perjudiciales en los chicos, y que en algunos aspectos el efecto era incluso estadísticamente significativo, como en la memoria y el habla”, ha detallado Lertxundi.

El grupo de investigación ha considerado que se debería estudiar en mayor profundidad esa diferencia observada en relación al sexo e indagar en la mayor susceptibilidad de los niños a las sustancias neurotóxicas. “Es posible que esté relacionada con la tiroides, es decir, que sea hormonal", ha adelantado.

Lertxundi es investigadora del Instituto Biodonostia y miembro del Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP), y la investigación se ha llevado a cabo con la colaboración de otros miembros de las citadas organizaciones.