Bilbao - Casi dos años han transcurrido desde que una sentencia acreditara la responsabilidad de las compañías eléctricas en la muerte de aves electrocutadas. Los hechos -un águila imperial muerta- ocurrieron en Albacete, pero episodios similares se suceden en otros lugares frecuentados, de forma esporádica o constante, por aves. El pasado agosto, por ejemplo, nueve cigüeñas que volaban hacia el sur cayeron al suelo fulminadas en Olaberria. Las plataformas ecologistas no dudaron entonces en echar las culpas al tendido eléctrico. De hecho, la Fiscalía de Medio Ambiente de Gipuzkoa recibió la denuncia correspondiente.

De acuerdo a la normativa vigente en la geografía vasca, las medidas de protección de la avifauna son obligatorias para las líneas eléctricas de alta tensión construidas a partir de 2016, así como para las ampliaciones o modificaciones de tendidos ya existentes. Para las levantadas con anterioridad, son obligatorias las de protección contra la electrocución y, de carácter voluntario, las de protección contra la colisión. El Gobierno vasco tiene identificados casi 7.000 apoyos de líneas de alta tensión sobre los que sería necesario actuar para evitar que este tipo de desgracias se repitan, tal y como avanzaron desde el Departamento de Medio Ambiente antes de firmar un convenio, con una vigencia de tres años prorrogables, con Iberdrola.

La distribuidora eléctrica se ha propuesto actuar sobre 250 torres por curso, “lo que permitirá actuar en al menos 750 apoyos de líneas de su propiedad” durante esos tres ejercicios. Las primeras setenta intervenciones ya se han completado con éxito. Así lo describió Ángeles Santamaría, consejera delegada de Iberdrola-España, quien también confirmó la especial atención que se prestará a la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, lugar emblemático y referente a nivel internacional de la ornitología pero también “debido a la antigüedad de las redes existentes”.

Los colectivos ecologistas insisten en que este tipo de actuaciones son vitales para todas las especies, no solo para aves migratorias como cigüeñas o águilas pescadoras. De hecho ponen en valor otras como rapaces y aves necrófagas, “por ser mucho más escasas: águila real, buitre, águila culebrera, busardo ratonero, milano negro,...”, ilustraba Garikoitz Plazaola, de Eguzki.

La conservación de la biodiversidad pasa por atender a todas las especies, sea cual sea su tamaño y pedigrí. No hay cifras concretas, pero organizaciones como SEO-BirdLife (Sociedad Española de Ornitología) estiman que cada año unas 33.000 aves mueren a causa de una descarga eléctrica.