bilbao - A veces, la distancia es solo un espacio entre dos lugares distintos. Pese a ello, esa distancia no significa que lo que ocurra en dos ubicaciones también tenga que ser diferente. En esa segunda afirmación reposan las cuatro protagonistas de Women in Science. Cada una de ellas tiene un lugar de procedencia distinto, pero su objetivo es el mismo: ayudar a mejorar el mundo desde una perspectiva femenina de la ciencia.

Con ello en mente, la Universidad de Deusto acogió ayer un debate en el que participaron la sudafricana Carmen Pheiffer, doctora en Bioquímica Médica; la ugandesa Agnes Nakakawa, doctora en Ciencias de la Computación; la egipcia Dalia Medhat, doctora en Bioquímica, y Mari Luz Guenaga, investigadora de la propia Universidad de Deusto y responsable del programa Inspira Steam. Además de ellas, el coloquio también contó con la presencia de José María Guibert, rector de la Universidad de Deusto; Teresa Laespada, diputada foral de Empleo, Inclusión Social e Igualdad, y María Teresa Fernández de la Vega, presidenta de Mujeres por África.

Tras el inicio institucional, en el que Fernández de la Vega destacó la labor de los diversos programas de cooperación entre entes locales y países africanos, se entró de lleno en el propio debate. Marcado por un tono sosegado y distendido, las protagonistas pudieron comparar el estado del trabajo de las investigadoras femeninas en sus respectivos países. Con sus parecidos y diferencias, “hay un largo camino por recorrer” en este y otros aspectos relacionados, como indicó Pheiffer antes de que sus acompañantes reafirmaran esta idea elemental sobre la que se cimentó gran parte de la charla.

La experiencia de estas cuatro mujeres es diversa, un hecho que no hizo más que dinamizar sus intervenciones. Carmen Pheiffer trabaja en el Instituto Vall d’Hebron, donde prosigue con sus investigaciones. Por su parte, Agnes Nakakawa es una más en Kronikgune, donde da rienda suelta a sus hallazgos acerca de las enfermedades y poder crear bases de datos relativas a las mismas. También disfruta de unos meses fuera de sus fronteras Dalia Medhat, en su caso en Biocruces Bizkaia. En cualquiera de los casos, no se esconden a la hora de señalar que estas actividades son un paso más en su carrera y una experiencia muy valiosa dentro de una incesante educación.

Aplicar las ideas Aún así, no todas sus ideas llegan a buen puerto cuando regresan a sus países de origen, algo que ocurre también en el Estado debido a su condición de mujer. Un problema que queda escondido en los medios de comunicación y en las altas instancias, pese a que “existen unas leyes muy buenas en materia de igualdad en países como Uganda”, según afirmó Nakakawa, que tuvo que vivir de cerca la violencia machista. Por si fuera poco, “pocas veces se dan a conocer los logros conseguidos por mujeres”, al menos en el caso de Egipto, lugar de procedencia de Medhat.

Pese a todo, ellas no cejarán en su empeño de legar un mundo mejor a las nuevas generaciones, que esperan que sí cuenten con unos espejos donde mirarse en el futuro. Un hecho que será un paso adelante a la hora de que aparezcan nuevas investigadoras. Dicho de otra manera, “hay que trabajar para que las niñas se den cuenta de qué son capaces”, como hizo referencia en uno de sus turnos de palabra Mari Luz Guenaga. Todo ello, sin dejar atrás su vocación investigadora, gracias a la cual podrán mostrar al mundo las cualidades de unos colectivos olvidados en muchas ocasiones.