LA violencia de género entre jóvenes preocupa a los y las profesionales. No es para menos, los datos de los últimos años reflejan un continuo aumento en este tramo de edad. Control, chantaje, sometimiento, normalización... las primeras relaciones afectivas y sexuales están viviendo una preocupante regresión. Una tendencia que constatan también en el Servicio Especializado de Información y Atención telefónica a Mujeres Víctimas de Violencia de Género 24 horas (Satevi). Desde 2015, el equipo de profesionales que atiende este teléfono (900 840 111) está recibiendo más llamadas relacionadas con mujeres jóvenes de entre 18 y 30 años. “El tema de las redes sociales está haciendo que haya mucho maltrato de fondo y que ellas no lo visibilicen como tal. Se da mucho en las primeras relaciones, que consideran que eso es una situación normal, por ejemplo, lo que puede hacer una chavala de 16 años y un hombre de más de 40”, explican desde el servicio. Apuntan, asimismo, que “ahora están llamando padres, madres, para casos de chavalas más jóvenes”.

“Nuestro trabajo, en ese momento, es visibilizar, hacer ver a esa chavala que eso que está viviendo no es una relación sana, que es una relación de poder y abuso”, explican. Pero no solamente en este tipo de relaciones se encuentran con casos de control y sometimiento. “Mismamente, en las relaciones entre iguales, se ven sometidas o exigidas, como por ejemplo, fotos en determinadas posiciones. En el fondo, lo que vemos es una especie de pérdida por parte de las chicas jóvenes de su propia estima o su propia condición. Muchas veces es el condicionante a seguir con la relación, expresiones del tipo tú eres la única rara, las demás lo hacen. Nos asusta un poco el hecho de que son las primeras relaciones y, si en estas relaciones jóvenes entran en esas dinámicas de sometimiento y normalización, qué deriva va a tener”, analizan las profesionales -trabajadores sociales, psicólogas y educadoras-.

La normalización de las situaciones de control y sometimiento lleva a las chicas a la confusión. “Entre las chicas jóvenes existe cierta confusión entre si es violencia o lo que ahora llaman una relación tóxica”, lamentan. “También este año hemos tenido más casos de agresiones sexuales, creemos que es una situación que va en aumento. Creemos que han influido algunos temas que han salido ahora como La Manada, los abusos sexuales en el fútbol, el cura de Salesianos, todo lo que está saliendo está haciendo que la gente sea más consciente de las cosas que le han pasado y que lo saquen a la luz y le pongan nombre. Somos más conscientes de lo que está pasando pero, al mismo tiempo, también creo que con el tema de La Manada todo se está naturalizando, han salido muchas manadas y no pasa nada”, sostienen.

“El acceso a la sexualidad en pantalla nos ha descolocado a toda la sociedad, ahora puedes tener contacto con la sexualidad desde los 10, 11, 12 años, sin filtro. Ves a niños que ya están imaginándose relaciones, pero relaciones que son ficticias, porque el porno no son relaciones y no es sexualidad, el porno es porno”, advierten.

De las 1.162 víctimas atendidas el año pasado por Satevi, se conoce la edad de 731 (el 62,9%). El mayor porcentaje corresponde a víctimas con edades entre los 31 y los 40 años (28,9%), seguido de mujeres con edades entre 41 y 50 años (28%). Les sigue el grupo de jóvenes de entre 18 y 30 años (18,3%) y el grupo de mujeres con más de 60 años (10,1%).

Los datos del Instituto Nacional de Estadística respecto a las víctimas de violencia machista con órdenes de protección o medidas cautelares van en esa línea también. De las 31.286 mujeres que se inscribieron el año pasado en el registro central para la Protección de Víctimas de Violencia Doméstica y de Género, casi la mitad tenían entre 25 y 39 años, pero el análisis indica que los mayores aumentos con respecto al año pasado se dieron entre las mujeres de 60 a 64 años y de 18 a 19 años. Asimismo, del total de 31.250 hombres denunciados, casi la mitad tenía entre 30 y 44 años. Sin embargo, una vez más, los mayores aumentos con respecto al año anterior se dieron en el tramo de 18 a 19 años y, en segundo lugar, en el de 25 a 29 años.

Ponerle nombre En el 65% de los casos atendidos por Satevi, las mujeres llaman en un “aumento de tensión”. “Este tipo de servicios tienen la virtualidad de que minimizan el miedo. A veces, aproximarte a hacer una consulta presencial puede echarte para atrás, pero poder llamar a un sitio y conversar con alguien te permite minimizar el miedo al qué dirán, a sentirte enjuiciada... Muchas de las que llaman es porque quieren ponerle nombre a lo que está sucediendo, que en realidad no saben qué es”, explican.

La función fundamental de este servicio es la escucha. “Por lo pronto hay que escucharla y creer lo que ella te está diciendo. Desde aquí no se juzga, tú puedes llamar en un momento en el que has vuelto con él que yo no te voy a preguntar ¿por qué has vuelto con él? Tiene que sentirse arropada y ver un poquito de luz. Nosotras somos como una primera puerta”, sostienen.

Las llamadas suelen tener una duración media de media hora y, generalmente, no se quedan en una. “Nuestro objetivo es que continúen y que tengan un acompañamiento en el proceso. Hay usuarias que llevan llamándonos mucho tiempo, que nosotras consideramos intensivas”, subrayan y aclaran que “nosotras no hacemos atención terapéutica-psicológica, eso tiene que ser presencial”. “Igual dependiendo de la situación podemos derivar a un apoyo psicológico, trabajo social, apoyo jurídico. Se informa de los servicios que hay. Incluso en el proceso de denuncia, si el caso está judicializado, somos como una balsa a la que agarrarse, porque en esos procesos se pueden sentir solas o desorientadas. Muchas veces nos llaman y te dicen no entiendo nada, no hay nadie que les haya explicado el proceso, los documentos. Así que, además de un primer paso, también somos un acompañamiento”.

Las expertas también han constatado un aumento de las llamadas de profesionales de la sanidad, policía, abogacía y educación. “Llaman y te dicen: Tengo una mujer y no sé qué hacer. Das orientación y les das nuestro número, para que ella nos llame cuando sea capaz”. Porque hay que destacar que este servicio solo recibe llamadas, en ningún caso realiza ninguna. “La mujer tiene que sentirse capaz de llamar cuando pueda y tiene que dar los pasos que es capaz de dar. Por mucho que la madre o la hermana quiera rescatarla de esa situación, si no hay un paso adelante de la propia víctima, va a ser un paso en falso”, advierten las expertas.