Bilbao - La peor parte del estudio Ranking de la contaminación lumínica en España se la lleva Bilbao, y su área de influencia, que junto a grandes urbes como Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza, encabezan una clasificación que evidencia la necesidad de adoptar medidas en aras a reducir una polución que, además, va en aumento. La capital española, y toda su periferia, es el punto que mayor luz dispara al cielo y lo oscurece; lógico en relación al tamaño de sus poblaciones.

Sin embargo, el susto para las administraciones vizcainas, y vascas, se cuela en otra de las categorías analizadas en el informe que concluye que los focos más intensos de contaminación lumínica están empadronados en Bilbao, Hospitalet de Llobregat y Barakaldo. “La contaminación lumínica es un problema serio que debe abordarse desde las agendas políticas. No solo por sus consecuencias sobre nuestra salud o los ecosistemas”, sino porque supone un derroche presupuestario evitable, apuntó Alejandro Sánchez de Miguel, astrofísico investigador de la Universidad de Exeter, en Reino Unido, y coautor junto a Rebeca Benayas de este análisis.

Hace más de diez años, en las páginas de DEIA ya se alertaba sobre este asunto y desde la Sociedad de Ciencias Aranzadi se estimaba un despilfarro anual en la CAV cercano a los 15 millones de euros. La Ley vasca General de Protección del Medio Ambiente está diseñada para recoger en su articulado nuevas cuestiones en materia de protección del medio ambiente como la citada contaminación lumínica. Y no solo referidas a las tradicionales instalaciones de alumbrado público con las innumerables formas y tamaños de farolas; también se incluye la fastuosa iluminación de monumentos e instalaciones.

El documento, elaborado en base a datos de 2012, concluye que este hecho no afecta únicamente a las capitales, sino que municipios con menor población también presentan graves problemas con alumbrados más que contaminantes. Con todo, Bilbao, Valencia y Barcelona lucen los peores resultados. Y es que, según justifica el informe, en las tres ciudades cohabitan los problemas propios de su tamaño “con los malos resultados relativos al tipo de farolas y potencia emitida al cielo por kilómetro cuadrado”, recogía en su edición de ayer El País. - J. Fernández