Corría 1976 cuando el mercante alemán Buchenhain quedó varado durante meses en la playa de la Zurriola. Numerosos donostiarras se acercaban a diario, fascinados por la imagen del barco atrapado entre las rocas y las olas, a contemplar los intentos fallidos por reflotarlo. Javier Mazpule era uno de ellos. “Mi aita me llevó a verlo y me picó el gusanillo por los barcos. Quería saber más”, cuenta. De este modo, decidió no solo hacerse navegante, sino también tratar de recuperar la memoria de los barcos a través de libros como Naufragios en la costa vasca 1976-2016. Su último trabajo, coescrito junto a la historiadora Ana María Benito, y que presentan esta tarde en la Cofradía de Pescadores de Pasai San Pedro.

Entre la historia y la crónica periodística y con numerosas fotografías y fichas de cada embarcación, el libro abarca cuatro décadas con 43 naufragios, que van desde el mencionado naufragio del Buchenhaim en 1976 hasta el remolque del Modern Express en 2016. “Decimos que es un libro hecho por muchas personas, porque han colaborado con sus testimonios agentes implicados y gente que vio cada catástrofe”, explica Benito.

Así, buques factoría como el Frans Hals, varado en la playa de Biarritz en 1984, mercantes como el Maro, que quedó atrapado en las rocas de Jaizkibel en 2008 o el Luno, que se partió por la mitad en Baiona en 2014, y pesqueros como el Michel, que en 2006 rompió amarras en Ondarroa o el Motxo, que cuatro años después llevó la alarma social y ecológica al quedar encallado en el flysch de Deba, aparecen en el libro.

Aunque, tal y como apunta Mazpule, la mayoría de estos naufragios no fueron a más y no hubo que lamentar víctimas ni problemas ecológicos, hay varios casos que sí acabaron en desgracia. En 1979, el motor del mercante danés Gulstav Trader dijo basta y chocó contra Jaizkibel, justo en medio de lo que hoy se conoce como una ciclogénesis explosiva. “Los tripulantes y el capitán fueron rescatados entre durísimas condiciones, que acabaron con dos remolcadores cayendo al mar, sin que nunca más se supiera de ellos”, señala el navegante. El mal tiempo continuó durante las siguientes semanas, lo que impidió que las lanchas pudieran arrimarse al buque. El Gulstav Trader quedó finalmente incrustado en los acantilados, donde pasó ocho años hasta que prácticamente desapareció. En la actualidad, el motor averiado continúa entre las rocas.

Cinco años después, a tan solo 300 metros del naufragio del mercante danés, lo hizo el alemán Mareike-B, acabando con la vida de uno de sus marineros, quien fue arrastrado mar adentro.

“Las dos mayores desgracias, no obstante, se han dado en pesqueros”, matiza Mazpule. En 1996, el Le Grand Stroumpf, con base en Santander, se hundió en cuestión de minutos a once millas del puerto de Pasaia.

Los miembros de Cruz Roja consiguieron salvar a parte de la tripulación que había saltado al mar, así como al patrón de pesca, quien permaneció durante cuatro horas en las entrañas del barco sumergido subsistiendo gracias a una cámara de aire formada en un pequeño pasillo. Dos marineros fallecieron sin encontrarse sus cuerpos.

“La historia se repitió dos años después, cuando el Marero desapareció en un punto que se desconoce en plenas navidades”, indica. El pesquero fue hundido por una gran ola, de unos doce metros de altura, acabando con la vida de sus diez tripulantes. En los siguientes años, solamente pudieron rescatar los cuerpos del mar de dos de ellos.

A estas desgracias, Benito incluye la del Consulado de Bilbao, una lujosa motonave que cruzaba el estrecho de Gibraltar a comienzos del siglo pasado y que sirvió para transportar tropas y artillería durante la Guerra Civil. “En 1983, la gota fría derivó en la riada del Nervión, hundiendo consigo el barco”, relata.

“Un cúmulo de causas”

Naufragios en la costa vasca 1976-2016 no se limita a documentar los hundimientos, sino que indaga en los factores que produjeron la desgracia. “La mayoría de las veces fue por un cúmulo de causas, aunque en muchos casos, el deterioro del barco y del motor tienen gran culpa. La climatología adversa y excepcional también es común”, relata la historiadora.

Asimismo, el libro se centra en las personas que acudieron al rescate de las embarcaciones, en muchas ocasiones arrantzales que navegaron con sus pequeños pesqueros.

“Nos dimos cuenta de que en Euskadi solo existía un libro que abordaba el tema, mientras que en Galicia sí que se ha desarrollado mucho más. Vimos la necesidad de hablar con los testigos, con los protagonistas del rescate, y reflotarlos a la memoria”, añade.

Para ello, los dos autores tuvieron que bucear entre hemerotecas de periódicos, archivos de cofradías de pescadores y de la capitanía marítima de Pasaia, así como en los informes marítimos del Gobierno estatal de la época. “Una ardua labor, acompañada por fotografías e ilustraciones detalladas de cada suceso”, explica por último Martín Anso, editor de Txertoa, la editorial de la publicación.

El libro será presentado esta tarde a partir de las 18.30 horas en la Cofradía de Pescadores de Pasai San Pedro, en un acto abierto al público y que contará con familiares de los protagonistas de los sucesos relatados.