bilbao - Para Josefa Santiago, Fefa, las gitanas son activistas por naturaleza. “Si había gitanas que en 1800 eran ya matemáticas y profesoras de universidad, ¡ya me dirás a mí si no formamos parte del activismo y del feminismo gitano y del feminismo en general!”, exclama sonriente. “Cada mujer lo vive de una manera distinta. El feminismo no lo han inventado las payas, tampoco las gitanas. Es una cuestión de género”, dice Fefa, quien ha participado en Bilbao en la jornada de empoderamiento de mujeres gitanas, La igualdad también empieza en mí, organizada por la Comisión de Mujeres Gitanas de Euskadi, al hilo del Día del Pueblo Gitano en Euskadi que celebra hoy.
Xenofobia, discriminación, marginación, pobreza, rechazo al diferente, minoría arrinconada? ¿Le suenan estos términos aplicados a las personas de etnia gitana?
-Por desgracia, sí, es el pan de cada día. No solo en la mirada de los medios de comunicación, sino en las cosas cotidianas; en la empresas donde vas a solicitar un empleo, en las tiendas, en las grades superficies cuando entras a hacer tu compra diaria siempre hay alguien que tiene otra mirada diferente hacia la población gitana porque se cae en el grave error de generalizar los estereotipos que se tienen sobre nosotros. Es una lacra que a estas alturas del siglo XXI aún nos pesa muchísimo y que imposibilita el avance en temas, tanto en lo formativo como en todo lo relativo a la inserción socio-laboral de nuestros jóvenes.
¿Payos y gitanos, gitanos y payos, son realidades tan cercanas que tienen que vivir juntos pero de espaldas, sin conocerse o sin querer conocerse y reconocerse?
-Hay que partir de la base de que somos personas; las diferencias las marcamos nosotros porque uno quiere lo mismo para vivir: trabajar, pagar su casa, alimentarse, deseamos que los hijos estudien... En definitiva, todos buscamos bienestar. Creo que payos y gitanos tendríamos que aprender a convivir de verdad, a empezar a conocernos. A partir de ahí las convivencias podrán ser geniales, regulares o malas. Las trabas las ponemos nosotros mismos.
Del cancionero gitano de Lorca al día de hoy. ¿En ese conocerse y reconocerse mutuo hay avances?
-Afortunadamente, sí. Tal vez no se ha dado el gran avance que nos gustaría a los gitanos y gitanas que llevamos tantos años trabajando por el empoderamiento de las mujeres, y por normalizar las vivencias de la población gitana, pero también se ha producido mucho el mestizaje. Esto nos ofrece la posibilidad de demostrar a diario la interculturalidad, las cosas buenas que la cultura gitana tiene. Por suerte ya contamos con catedráticas gitanas. Ha habido un gran avance en la formación.
Le he hablado de payos, pero el propio mundo intrasocial gitano, ¿también debe cambiar, está cambiando? Me refiero sobre todo a los jóvenes: educación, capacidad de decisión, cambio de hábitos culturales?
-El avance es lento y a nuestro ritmo porque la velocidad la debemos marcar nosotros. A veces nos empeñamos en correr todos al mismo tiempo y nos equivocamos. Las gitanas vamos progresando al compás que queremos caminar. Hay una gran oleada de gente joven que viene pisando fuerte y está muy bien formada, pero los clichés que se ofrece de nosotros en los medios de comunicación -ciertos programas, no todos- nos perjudican enormemente, nos hacen mucho daño. No se da la verdadera imagen de los gitanos, sino los arquetipos; se invisibiliza a la mayoría del colectivo.
¿Por qué acuden a esos programas?
-La crisis se ha cebado en las gentes más vulnerables; los pobres seguimos siendo más pobres, mientras los ricos son más ricos. Muchas televisiones cuando llevan a gitanos a sus programas recurren a los más pobres; confunden marginación y pobreza con la cultura gitana. A veces por ignorancia y otras intencionadamente, pero la cultura gitana es muy rica. Los tópicos de exclusión, pobreza y marginación... hacen que nos cueste más transitar hacia la normalización social.
Pero sí hay gitanos que viven como se refleja en los medios.
-¡Sí, claro! Hay de todo, pero la gran mayoría ya estamos por potenciar la formación, ocupar puestos laborales, por participar en política. Otra cosa es que nos dejen. Pero seguimos avanzando en el tema de la equidad e igualdad. Es complicado porque payas y gitanas vivimos en un mundo patriarcal. Eso afecta no solo a los gitanos, es la característica de la península ibérica. Península donde mandan los señores con bigote. Cuántas mujeres tienen en sus casas a un señor con bigote o como el gallego que gobierna este país. Conseguir las pequeñas parcelitas de igualdad es una lucha de todos y todas. De gitanas, no gitanas, y de hombres y mujeres.
Y la mujer en el mundo caló-gitano, ¿también está cambiando por la vereda de mayor igualdad, respeto, capacidad de decisión, independencia??
-Si la mujer gitana no estuviera en ese proceso de cambio, de empoderamiento, no habría gente gitana en las universidades. En Alicante hay tres generaciones de gitanos formados. Una, que pertenece a la mía, de personas de cuarenta y tantos; otra intermedia, de treintañeros, y luego están los veinteañeros que, tanto ellos como ellas, se están formando en carreras que se salen de las habituales por género. Hay ingenieras, arquitectas, técnicas. Tenemos una gran variedad en la formación.
En lo que atañe a las chicas, ¿se nota la diferencia entre generaciones? Por ejemplo, ¿los matrimonios los deciden los padres, las chicas se siguen casando muy jóvenes, ven mal usar anticonceptivos, impulsan trabajar fuera...?
-Lo del matrimonio concertado es una cosa que ya no existe. Eso era de la época de mi bisabuelo. Los chicos y las chicas se casan por amor. Es un punto que debiera de desaparecer del argot profesional de los medios. Hay cosas más importantes para resaltar que si se emparejan de una forma u otra. En el tema de la planificación familiar, cada mujer elige lo que quiere en sus relaciones. Los jóvenes planifican también los hijos que desean. Por ejemplo, mi madre tuvo nueve hijos y tengo hermanos con dos o cuatro. La juventud usa la contracepción según sus deseos.
¿Y la relación con un payo?
-Se ha normalizado. En esta línea mi familia es muy mixta. A estas alturas de la película ya no suena a escándalo el mestizaje. Las familias queremos que nuestros hijos sean felices y nos da igual con quién se casen. Yo tengo tres payas en casa, dos españolas y una colombiana. Puede que existan algunos casos de sumisión, pero la mayoría de los gitanos eligen a sus parejas por amor, sin embargo, los tópicos como este continúan. Me parece más interesante resaltar el avance en formación que se está produciendo entre los gitanos. Yo soy una gitana formada que trabaja para que otros también lo estén y creo que puedo reflejar el mundo gitano actual.
¿Integrarse en la sociedad no gitana sigue siendo un reto pendiente? ¿Más para la mujer?
-Yo no me integro porque no me da la gana, porque yo soy de aquí y no me tengo que integrar. No pido la integración, sino el acceso a los recursos sociales en las mismas condiciones que el resto de la población; que la equidad sea la misma para todos. Somos españoles, personas y gitanos. No somos un ente aparte de esta sociedad.
Si en todo el mundo la femenina es una revolución pendiente, ¿diría que en el ámbito del universo gitano lo es más aún?
-Acabo de impartir una conferencia donde he subrayado que las gitanas somos feministas, activistas por naturaleza, pero muchas sin ser conscientes de ello; todas queremos lo mejor para nuestras hijas y luchamos por ello. Desde nuestras bisabuelas que ya trabajaban porque estuviéramos mejor en el día a día. Hay un estudio de un historiador de Almería que analiza cómo las mujeres gitanas participaban ya en la Guerra Civil española apoyando la justicia social.