Bilbao. Bildu lo ha esgrimido como su solución al problema de los residuos en Gipuzkoa, la alternativa a la incineradora de Zubieta. Pero la situación en la que se encuentra la planta de compostaje de Lapatx, en Azpeitia, está dejando en evidencia la paradoja del sistema de recogida puerta a puerta. La infraestructura se encuentra colapsada: en ella se acumulan entre 5.000 y 7.000 toneladas de materia orgánica, que debería haberse convertido en compost. Es insuficiente para asumir todos los residuos que se generan en el territorio, que buscar dónde enviar estos residuos. Oficialmente se ha convocado un concurso para evacuar 5.000 toneladas y otras 900 se empezarán a enviar en breve a la localidad labortana de Itsasu, pero Gipuzkoa también ha tanteado a Bizkaia para mandar esa materia a sus vertederos, aunque se ha encontrado con una negativa.
El diputado guipuzcoano de Medio Ambiente y presidente del Consorcio de Residuos (GHK), Juan Carlos Alduntzin, visitó ayer las instalaciones de Azpeitia, reconociendo el colapso en el que se encuentra y comprometiéndose a encauzar la situación para fin de año, aunque sin definir cómo. "Lapatx volverá a la normalidad este año y estará en condiciones de hacer un compost de máxima calidad", afirmó.
Gipuzkoa necesita con urgencia una vía de evacuación para esta materia orgánica, el equivalente a tres años de tratamiento, y que provoca además molestias a los vecinos por el fuerte olor que despide. Oficialmente, en breve empezará a enviar 900 toneladas a la localidad de Itxasu, en Lapurdi, y ha convocado un concurso para dar salida a otras 5.000 toneladas, lo que le costará a GHK 200.000 euros más. Pero no es suficiente. El propio Aldun-tzin reconoció que se enviará provisionalmente materia orgánica a territorios limítrofes, sin descartar nuevos concursos. Uno de ellos ha sido Bizkaia, aunque la respuesta ha sido negativa. La localidad riojana de Nájera parece barajarse como otra opción.
En las instalaciones de Lapatx (la única planta de compostaje de Gipuzkoa, aunque están previstas otras en Bergara y Zubieta) se acumulan entre 5.000 y 7.000 toneladas de materia orgánica, que no se puede compostar porque la infraestructura no da más de sí. Las cifras son más que elocuentes: está preparada para tratar 3.500 toneladas, pero solo el año pasado recibió 6.000. La planta corre el riesgo de perder la certificación de Tipo A por la calidad de su compost, la única reconocida por el Ministerio de Medio Ambiente.
La paradoja del sistema Lapatx es la muestra palpable de la paradoja del sistema de recogida puerta a puerta: sin las infraestructuras suficientes para su tratamiento, todo el esfuerzo, tanto económico como a nivel de la ciudadanía, es en balde. A los gastos económicos que supone la implantación de este sistema, en el caso de no poder dar un tratamiento adecuado al compost habría que añadirle los gastos de traslado posteriores a otra planta de tratamiento fuera del territorio e, incluso, la posibilidad de que, tras todo ese esfuerzo, termine en un vertedero. El sistema puerta a puerta, defendido por Bildu, está en marcha en Hernani, Antzuola, Usurbil y Oiartzun. Otras 23 localidades recogen la materia orgánica en el quinto contenedor. Es válido para recoger, de forma separada, los residuos orgánicos que pueden convertirse en compost pero que, sin las infraestructuras de tratamiento suficientes, puede terminar siendo ineficaz e incluso más caro que otras alternativas. Son desechos de origen biológico (huesos de pollo, cáscaras de huevo, mondas de frutas...), siempre y cuando no hayan sido cocinados previamente. Es lo que diferencia este tipo de residuos de la basura ordinaria, ya que para lograr un compost de alta calidad, los materiales a reciclar deben ser puros. De ser así, los residuos orgánicos se convierten en abono o sustrato de buena calidad que puede ser utilizado en jardines o plantaciones.