El milagro de la vida fluye continuamente en Euskadi con la llegada cada año de 20.000 recién nacidos predestinados a llevar las riendas futuras de la sociedad. Los hospitales son la pista de aterrizaje para la llegada de los recién nacidos hasta el punto de representar prácticamente el escenario único de los partos. Sin embargo, los nacimientos en casa se abren paso con un tímido goteo como una opción alternativa a la que optan cada año cerca de un centenar de mujeres.

Los partos a domicilio en Euskadi son una práctica minoritaria que se atienden fuera de la red pública asistencial tal y como ocurre con el resto de servicios médicos de comunidades autónomas. De hecho, Osakidetza se manifiesta en contra de esa modalidad aduciendo motivos de seguridad. "Respetamos la libre elección de las mujeres pero desaconsejamos esta práctica. El hospital es el sitio más idóneo por lo que pueda pasar", declaran.

Sin embargo, a pesar de las reticencias institucional, las matronas y comadrones que prestan el servicio señalan que la demanda ha aumentado en la última década. "No es muy frecuente, pero es más que puntual. Se ha convertido en una opción", destaca David Moreno, que compagina su asistencia domiciliaria con su trabajo en la unidad de partos del hospital de Osakidetza del Alto Deba.

A este respecto, Moreno reconoce que los siete profesionales que operan en Euskadi repartidos en un grupo por cada territorio se ven incapaces de atender la demanda existente. En concreto, Moreno se reconoce desbordado hasta el punto de descartar casi un tercio de las solicitudes. "Las peticiones nos llegan por el boca a boca porque nosotros no nos damos publicidad y no tenemos página web. No queremos comprometernos con partos que no podamos atender", admite.

Estos profesionales atribuyen la demanda a la naturalidad de la asistencia que se aparta del intervencionismo de los centros sanitarios. En este punto, se adhieren a la corriente que reclama un mayor protagonismo de las madres en sintonía con las últimas recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o del propio Ministerio español de Sanidad.

Diálogo y consenso "Las mujeres que se decantan por los partos en casa no quieren que nadie les dirija su vida. La actitud de la sanidad pública es muy paternalista", critica Luis Mediavilla, uno de los comadrones pioneros en los servicios a domicilio en Euskadi. Moreno también contrasta la operativa hospitalaria al ambiente de colaboración de los domicilios. "En el hospital estás sometido a rigideces porque no eres el único profesional y existe un protocolo. En las casas dialogamos con las madres y decidimos por consenso hasta donde se pueda", señala.

Más allá de la libertad de los progenitores, sus partidarios defienden esta modalidad para evitar el uso de medicamentos. "El parto en casa es una garantía para asegurar que no haya una intervención porque no creemos que se trate de un acto médico. Tiene que transcurrir sin que se haga nada", apunta Moreno.

Sin embargo, advierte de la implicación personal que supone esta alternativa. "Tiene que existir un proceso previo de reflexión porque el parto es duro. No te puedes beneficiar de las comodidades del hospital", advierte. El inconveniente principal es el dolor, que no es aplacado por la socorrida epidural. "No se puede comparar con nada, pero es un indicio de que el alumbramiento discurre con normalidad", apunta.

A cambio, este comadrón destaca los beneficios de un proceso natural que se libra de los efectos secundarios de la medicación empleada. Tal y como relata, la epidural implica habitualmente el uso de la oxitocina, la hormona que produce las contracciones, para compensar la ralentización causada por esta anestesia. Aunque destaca la seguridad de esta medicación -"se emplea todos los días"- admite que puede provocar síntomas de asfixia en el bebé: "Si las contracciones son muy largas o continuas se reduce el flujo de sangre de la placenta".

Asimismo, advierte de que la medicación altera el movimiento de la pelvis de la madre que facilita una correcta colocación del bebé para su salida al exterior. Moreno señala que estas circunstancias aumentan el riesgo de un parto instrumental, que requiere del uso de fórceps o ventosas para la extracción del recién nacido, lo que puede provocar contusiones faciales. De igual modo, apunta que este alumbramiento alternativo previene malas prácticas como el abuso de la episiotomía, el corte que se realiza en la vagina para aumentar su apertura.

Por el otro lado, responsables médicos como el jefe de la sección de partos del hospital de Cruces, Luis Fernández-Llebrez, defienden a ultranza los procedimientos establecidos. "No se interviene innecesariamente", zanja. Por el contrario, reivindican los partos hospitalarios frente a los alumbramientos en las casas. "Se asumen unos riesgos innecesarios que superan ampliamente los beneficios. En los hospitales se pueden tomar medidas inmediatas que en las casas no son aplicables en tiempo y forma", advierte. A ese respecto, incide en el desarrollo impredecible de los partos.

Seleccionados Moreno, por su parte, asegura que los riesgos se minimizan con una selección de los embarazos que excluye los casos potencialmente problemáticos. "Es difícil que te encuentres con situaciones comprometidas porque son partos seleccionados. No nos la jugamos, ante cualquier sospecha de un desarrollo anómalo se deriva a un hospital", recalca. Este comadrón extiende el compromiso por la seguridad a las propias parturientas. "La salud del bebé es para ellas lo primero, no lo quieren tener en casa a toda costa", recalca.

Para ello, convocan dos contactos previos con la madre a partir de la mitad de la gestación. El último de los encuentros en la fase final del embarazo es decisivo para aceptar el alumbramiento. En el momento de la verdad, los asistentes disponen de medios suficientes para supervisar el desarrollo, como un equipo de escucha de ultrasonidos para detectar la frecuencia del corazón del bebé. La atención posterior es similar. Los profesionales se encargan del cordón umbilical, de suturar heridas a la madre y de la primera inspección al bebé.