Ainhoa paredes
El Papa Benedicto XVI prepara las maletas para uno de sus viajes más importantes. El próximo jueves comenzará una visita de Estado histórica, por tratarse de la primera de un Pontífice al Reino Unido desde que Enrique VIII rompiese sus lazos con Roma en el siglo XVI, y lo convirtiese en un estado protestante. Mientras los organizadores dan los últimos retoques al evento para que nada se salga del guión y las protestas previstas no eclipsen al que quieren que sea el verdadero protagonista, sus detractores preparan la maquinaria para hacer el mayor ruido posible. "No estamos en contra de que venga el Papa, sino de que sea una visita de Estado; que vaya a predicar ante toda la sociedad británica y encima el ciudadano tenga que costearlo", critica el Presidente de la Asociación Humanista del Reino Unido, Andrew Copson.
En 1982 el anterior Papa -Juan Pablo II- fue el primero que visitó el país desde el cisma, pero se trató de una visita pastoral, es decir, invitado por la comunidad católica, que representa un 10 por ciento de la población, y durante su estancia sólo se dirigió a ella. Esta vez es diferente: el Gobierno británico ha tirado la casa por la ventana para que resulte una gira inolvidable para todo el país, independientemente de la religión de cada uno. Se ha cuestionado su coste, unos 14 millones de euros, y según Scotland Yard es la operación más compleja montada hasta ahora para un Jefe de Estado, no sólo porque combina actos multitudinarios, con recorridos en el papamóvil por la calles de Londres y Edinburgo, sino porque, como explica el coordinador del evento, Lord Patten, "pocas visitas de estado contemplan tantas reuniones como ésta". Ni siquiera ex Primeros Ministros como Margaret Thatcher, Tony Blair o Gordon Brown se la quieren perder.
Para el Embajador de Londres en la Santa Sede, Francis Campbell, "el hecho de que el Papa venga en visita de Estado dice muchísimo de lo que se ha avanzado en este país". Y es que el Reino Unido ha cambiado mucho desde que Enrique VIII, que gobernó entre 1509 y 1547, se enfadara con el Santo Pontífice por no concederle la nulidad de su matrimonio con Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Tras 24 años de relación, el rey inglés quería casarse con una de las cortesanas de su mujer, Ana Bolena, de la que se había enamorado y con la que pretendía tener el varón que la española no le había dado. Ante la negativa del Vaticano, el monarca decidió iniciar la Reforma Protestante y declararse el líder Supremo de la Iglesia de Inglaterra y "defensor de la fe", un título que ha heredado Isabel II.
protestas Una decena de asociaciones se han unido para organizar una manifestación que recorrerá el próximo sábado el centro de Londres y que, según Andrew Copson, portavoz de la campaña contra la visita, "será pacífica y no pretende entorpecerla, pero el ciudadano británico tiene derecho a expresar su oposición a las políticas del Vaticano sobre los anticonceptivos o el aborto". Sus promotores, que quieren centrar la campaña en los abusos a menores y han pedido al Vaticano que entregue a las autoridades su archivo interno al respecto, planean una rueda de prensa la víspera de la llegada del Papa en la que hablarán víctimas de abusos sexuales del Reino Unido y de otros puntos del mundo. Una de ellas, Sue Cox, relata que "cuando era una niña de la que se había abusado, no sabía nada de "órdenes", de diócesis o de jerarquías, sólo sabía que un cura, al que me habían dicho que tenía que reverenciar, abusó gravemente de mí sexualmente cuando tenía 10 años, la víspera de mi confirmación, y después, cuando tenía 13 años, me violó en la habitación de mi casa". El Arzobispo de Westminster y líder de la Iglesia católica de Inglaterra y Gales asegura que, como en otros viajes, si el Papa se reuniese con víctimas de esos abusos, "no lo anunciaría de antemano y lo haría en privado".
Una marea de libros y documentales sale a la luz estos días en el Reino Unido con motivo de la visita. En la obra de Geoffrey Robertson "The Case of the Pope" (El caso del Papa), que se publicó el viernes pasado, este abogado denuncia que el Derecho Canónico, la legislación que usa la Iglesia en los casos de abusos sexuales, "no contempla vistas públicas ni tests de ADN, y los castigos más severos consisten en la excomunión o una orden de regresar a la laicidad (sin que el sacerdote entre en el registro oficial de pederastas); no se puede comparar con las sentencias de prisión o los servicios a la comunidad que contempla el Derecho Penal".
catolicismo liberal La visita del Papa está poniendo a prueba también a la comunidad católica del Reino Unido, cuyo espíritu, por lo general más liberal, choca con el conservadurismo del Vaticano. Mientras muchos católicos asistirán a las misas previstas en Glasgow, Londres y Birmingham, otros tantos sienten que no se les escucha. "A los defensores de la ordenación de mujeres católicas se nos prohíbe hablar de ello", afirma Pat Brown, portavoz del grupo Ordenación de Mujeres Católicas, responsable de que durante estos días veamos autobuses de Londres portando el mensaje a favor de que se admitan mujeres en el sacerdocio. "Una buena noticia", dice Brown, "es que Benedicto XVI vaya a conocer a la Reverendo Jane Hedges de la Abadía de Westminster", una mujer que hace campaña para que la Iglesia de Inglaterra (anglicana) apruebe la ordenación de mujeres obispo.
La hermana Myra Poole, que pertenece a la Congregación de Nuestra Señora de Namur, cree que en el Reino Unido hay muchos católicos como ella que están de acuerdo con el Papa en lo fundamental, pero "vemos más allá". Si no se estuviese recuperando de una operación de cadera, asegura que se uniría a Pat Brown y a otros católicos que planean concentrarse durante la visita y exhibir pancartas en la que también le pedirán al Papa que se abra un debate sobre el celibato. "No es sano. La Iglesia católica está obsesionada con el sexo", comenta Brown.
Cuando Benedicto XVI aterrice en el Reino Unido se encontrará un país dividido, en el que más allá del fervor religioso de algunos católicos y anglicanos, sin olvidar otras religiones como la musulmana o la hinduista, predominan los no religiosos. Y es que, mientras el Gobierno se ha volcado en un despliegue sin precedentes con el que quiere despertar la admiración del mundo, la mayoría de los británicos ve con indiferencia esta visita. "En cuanto se vaya se habrán olvidado él, porque a gran parte de los británicos no les importa el Papa, no es importante para sus vidas", concluye el humanista Andrew Copson.