Bilbao
Preguntan con curiosidad y con admiración, buscan en su interlocutor un chorro de esperanza, palabras cargadas de ilusión que las convenzan de que un mundo mejor es posible. Son las mujeres en riesgo de exclusión acogidas al programa Cuida tu cuerpo, cuida tu mente que han puesto en marcha las Federaciones Vizcaina y Española de baloncesto con el soporte de Cáritas Bizkaia. Fernando Romay, a quien muchas conocen más por sus evoluciones en una pista de baile televisiva que por su pasado como deportista de élite, cerró con una charla concurrida, didáctica y llena de buen humor el primer ciclo del programa, volcado en la motivación y en captar el interés de las participantes. Antes, Betty Cebrián, la jugadora que más veces ha sido internacional, y la doctora Montse Pérez, con una charla sobre nutrición y hábitos alimentarios, abrieron la senda que siguió el ex pívot gallego.
A partir del mes que viene, estas mujeres que arrastran un presente de dificultades podrán soltarse en la cancha, donde serán instruidas por entrenadores titulados, y encontrar en el baloncesto una vía de escape hacia la felicidad, aunque sea pasajera. Desean hacerle una puerta atrás a los temores, atrapar los rebotes de la autoestima, dar asistencias a la vida, poner tapones a la exclusión... Quieren jugar, participar, compartir, pero también quieren saber cómo el deporte, el baloncesto, pueden ayudar a sus hijos, a sus nietos, a desarrollarse, a ser mejores personas. Romay, que de tapones sabe un rato y también es padre de tres hijos, les habla de que el baloncesto "es fuente de alegrías y un espacio en el que encontrar amistades para toda la vida".
Les recuerda que el deporte puede ayudar a la tarea de ser madre porque "estar en un equipo obliga a someterse a unas normas, a una disciplina, que los niños suelen rechazar cuando están ligadas a algo que no les gusta. Pero si les gusta lo que hacen, en este caso el baloncesto, y quieren seguir haciéndolo, ellos mismos se van a autocontrolar y van a aceptarlas".
En el aula de Otxarkoaga, como en muchos de los vestuarios que ha conocido Fernando Romay, hay personas de distintas nacionalidades. El deporte también ayuda a la integración de esos niños, a que no se sientan diferentes. "Muchas veces los prejuicios vienen de los mayores. En una cancha todos somos iguales", recalca el ex pívot del Real Madrid, a quien sacaron de su A Coruña natal "cuando tenía trece o catorce años y estaba lejos de pensar que iba a ser un jugador internacional". Por tanto, nunca es tarde para atrapar los sueños que pasan por delante, para que estas mujeres puedan hacer del baloncesto un divertimento, una pasión "porque el deporte tiene mucho de corazón". En él, como en la vida, "hay que plantearse metas pequeñas para llegar muy lejos, tanto como uno desee".