El PNV apuesta por la continuidad, tanto en el EBB como en las ejecutivas territoriales. ¿En tiempos difíciles mejor no hacer cambios?

—La apuesta que ha hecho la afiliación al haber elegido a quienes estábamos en los últimos cuatro años, a excepción de Iparralde, es por mantener la línea que viene desarrollándose. Es verdad que puede ser de continuidad, pero a veces parece que el continuismo es algo negativo y en realidad es una línea de actuación que ha sido refrendada por la afiliación pero también por la ciudadanía en las últimas contiendas electorales.

¿No han visto necesidad de dar paso a nuevos dirigentes?

—Creemos que los relevos hay que trabajarlos y hay que darlos. En nuestro partido cada uno de nosotros no decide los relevos, sino la propia afiliación. Por ejemplo, en Bizkaia a nivel institucional en las elecciones forales e institucionales hemos seguido haciendo cambios cada cuatro años o cada ocho. En las últimas listas al Parlamento Vasco se puede ver también que la regeneración de las personas ha sido grande. En el ámbito interno también se da, aunque no hayamos cambiado las cabezas. Ese sentimiento de ir renovando se ha visto en cómo están confeccionadas algunas de las nuevas ejecutivas territoriales. Nosotros volvemos a tener en Bizkaia una Ejecutiva con más mujeres que hombres y con una procedencia y una experiencia muy variada. De hecho, la persona más mayor de la nueva Ejecutiva soy yo.

Y para este nuevo Bizkai Buru Batzar, ¿cuáles son los principales retos en este nuevo mandato?

—Cada cuatro años a cualquier BBB le toca hacer las listas para las elecciones municipales y forales. Esa es la madre de todas las elecciones para nosotros y queremos garantizar a la ciudadanía que seguimos haciendo una apuesta firme para que la gestión sobre lo público siga estando en manos de gente muy solvente. Eso nos toca de cara al 2023. Pero por otra parte, el último año ha marcado mucho las políticas públicas y nuestra propia labor interna, porque ni siquiera hemos podido celebrar nuestro 125º aniversario de una forma normalizada. No solo por la celebración, sino por lo que eso podría suponer también de impulso, de ir pensando en otro tipo de renovaciones, no solo de personas sino de procedimientos, formas de trabajo... que tenemos que ir adecuando internamente.

Este proceso de cambio de procedimientos internos quedaría pendiente para 2021.

—Claro. Otra de las cosas que ha provocado el covid es que teníamos previsto haber celebrado antes de primavera la Asamblea General. Se ha pospuesto dos veces y ahora simplemente la Asamblea Nacional, que se celebrará el 10 de diciembre, tiene que decidir aplazarla sine die y que podamos reunirnos cuando mejore la situación. Porque es verdad que aunque el proceso interno se ha podido garantizar, la parte de los documentos sobre diferentes temas y líneas de trabajo no hemos podido hacerla porque no podemos tener grandes asambleas ni reuniones en las que la afiliación pueda tratar tranquilamente estos temas.

Este PNV, que ostenta mayor representación institucional que nunca, ¿qué objetivos tiene más allá de lo ya logrado?

—Siempre decimos que quien llega a una Ejecutiva tiene que intentar no dejarla peor de lo que se la encontró. Ese ya es un reto bastante duro. Es verdad que cada vez que hay elecciones el voto es cada vez más líquido y hay una incertidumbre mayor. Eso ya lo afrontaremos. Tenemos el nivel más alto de representación que hemos tenido en nuestra historia y eso es un orgullo enorme, pero cada día es una responsabilidad terrible y obliga mucho. Mantener eso ya va a ser un esfuerzo importante.

Esa obligación se acrecentará en una legislatura de crisis tan dura tanto en Bizkaia y Euskadi, como en el Estado.

—Sí. Y también en el ámbito internacional. Porque estos días vemos que una parte importante de los Presupuestos del Estado está ligada a las futuras ayudas europeas que tan vitales van a ser. Los diferentes ámbitos institucionales vascos van a estar muy ligados a lo que vaya a pasar en Europa en estos próximos años.

Esos Presupuestos Generales del Estado han sido el centro de la agenda en los últimos días. ¿Han quedado satisfechos con el pacto?

—Yo creo que sí. A veces comparamos cuantías globales o absolutas de un año a otro y el de este año no ha tenido nada que ver. La situación del covid ha dejado las Cuentas en una situación difícil en España, en Euskadi y en todos los ámbitos territoriales. Pero pese a todo, en Madrid hemos conseguido garantizar que aquellas cosas que dentro del Presupuesto afectan a Euskadi tengan un tratamiento positivo. Por ejemplo, son fundamentales los 50 millones de euros para la máquina herramienta. Es un acuerdo global, pero el territorio del Estado en el que más incidencia va a tener va a ser Euskadi. En infraestructuras también es un acuerdo muy positivo, con la eliminación de un montón de pasos a nivel en todos los territorios o las ayudas para Jundiz y Foronda.

Queda como asignatura pendiente el TAV, cuya fecha de llegada a las capitales vascas no para de retrasarse.

—Ahí lo que está claro es que aquellas encomiendas de gestión que se han hecho al Gobierno vasco en cuanto a obras se han ido finalizando siempre en plazo, exceptuando algún caso en el que la licitación que el Gobierno español tenía que hacer no la ha hecho a tiempo. Es decir, quien sigue incumpliendo permanentemente los plazos sigue siendo el Gobierno español. Lo ha hecho el Gobierno de Rajoy y lo sigue haciendo el Gobierno de Sánchez, que va posponiendo la finalización de las obras.

¿Ha quedado eclipsada la negociación presupuestaria por la polémica artificial en torno al sí de EH Bildu a las Cuentas?

—Creo que se le han dedicado muchísimas horas, cosa que no entiendo. Pero también creo que la necesidad de protagonismo de Iglesias termina eclipsando cualquier otra cosa y tiene una repercusión en los medios estatales que llega también a Euskadi. Yo lo centro en esa obsesión de Iglesias por el protagonismo y por hacer creer al resto del Estado que ellos avalan o son los representantes de un número de votos más allá de los que consiguió Podemos en las elecciones. Si EH Bildu quiere que sea Podemos quien les represente en esa negociación política, es lícito y legítimo. De todas formas, cualquier cosa que un partido pueda conseguir para Euskadi, bienvenida sea.

¿El sí de EH Bildu a cambio de unas pocas enmiendas ha abaratado la negociación y lastrado al PNV?

—No, afortunadamente la estrategia de negociación del PNV es muy conocida en Madrid. Las enmiendas de Bildu van a estar en torno a los 14 o 15 millones de euros para 2021; solo el tema de la máquina herramienta del PNV son 50 millones y la rebaja del diésel son 400 millones. Pero lo importante es que es una evolución en positivo de EH Bildu. Han entrado en aquello que nos criticaban a los demás, en negociar partida a partida.

Parece que el PNV tiene más sintonía con la parte del Gobierno del PSOE que con la de Podemos.

—Nosotros negociamos con el Gobierno, no negociamos con Unidas Podemos. Si Bildu tiene otra vía abierta creo que tendría que cuidarse más después de ver la utilización política de la representación de Bildu que hace Podemos, que casi lo fagocita. Nosotros no necesitamos que nadie nos represente y sabemos distinguir muy bien con quién hay que negociar. Se negocia con el Gobierno.

Hemos asistido recientemente a otro amago centralista de Sánchez, esta vez con el plan de vacunación.

—Fue una presentación extraña y nos recordaba a aquellas apariciones que a Sánchez le gustaba hacer durante el comienzo de la pandemia. No sé a qué lógica obedece porque en el Estado la Sanidad es una de las competencias que más gestionan las autonomías. Yo creo que hay que rebajar esa necesidad de aparecer públicamente como el garante de algo y, simplemente, trabajarlo. La relación del Departamento vasco de Salud con el Ministerio está siendo buena y ese es el ámbito de trabajo.

¿Se le agota la paciencia al PNV con estos frecuentes discursos o decisiones unilaterales de Moncloa?

—Sí, pero la paciencia se regenera. Somos partidos con una larguísima historia y eso te obliga a seguir para adelante. Esto es muy cíclico y pasa con cualquier Gobierno español.

"En Madrid hemos logrado garantizar que aquellas cosas que dentro del Presupuesto afectan a Euskadi tengan un tratamiento positivo"

"Nuestra línea de actuación ha sido refrendada por la afiliación, pero también por la ciudadanía en las últimas contiendas electorales"

"Quien incumple los plazos del TAV permanentemente es el Gobierno español. Lo ha hecho Rajoy y lo sigue haciendo Sánchez"