- El PNV no quiere dejar ningún detalle al azar en una campaña electoral que considera histórica por la magnitud de los retos que habrá que afrontar tras la cita del 12 de julio. Los jeltzales han escogido dos lugares con simbolismo político para celebrar actos en las próximas horas y que representan los dos ejes de su discurso para este encuentro con las urnas: reconstrucción tras la pandemia del coronavirus, y autogobierno para poner en valor las herramientas que han permitido sobreponerse a la crisis y que siguen siendo determinantes.

Por un lado, el PNV presentará hoy su programa electoral en el Palacio Euskalduna, la sede de los antiguos astilleros, que fueron remodelados y se transformaron en un local de congresos y espectáculos y simbolizan la reconversión industrial tras la crisis de la siderurgia, y la forma en que Euskadi pudo salir de una etapa complicada con paralelismos con la actual. "Es un símbolo de reconstrucción", explican desde la ejecutiva a este periódico. Por otro lado, mañana arrancará la campaña con un acto en la Casa de Juntas de Gernika, un símbolo del autogobierno y de las herramientas que serán necesarias para superar la crisis. Precisamente mañana, los gobiernos vasco y español van a hacer oficial el traspaso de tres nuevas competencias (legislación sobre productos farmacéuticos, seguro escolar y ayudas previas a la jubilación en empresas en ERE).

El programa lo presentarán hoy el candidato a la reelección como lehendakari, Iñigo Urkullu, y el presidente de la ejecutiva jeltzale, Andoni Ortuzar, a partir de las 18.30 horas en el Palacio Euskalduna. Mañana se trasladarán a la Casa de Juntas, donde se encuentra el Árbol de Gernika, para arrancar la campaña por la noche. Participarán los cabezas de lista Iñigo Urkullu (Araba), Bakartxo Tejeria (Gipuzkoa) y Leixuri Arrizabalaga (Bizkaia), acompañados por Ortuzar.

En cuanto al resto de la campaña, el PNV no tiene intención de recurrir a un formato con grandes mítines, sino que celebrará un acto sectorial por la mañana, y otro más político por la tarde, como suele ser habitual. Sin embargo, por las limitaciones de aforo y distancias que impone el coronavirus, no se colocarán las tradicionales filas de cargos jeltzales en la grada por detrás del orador, que servían para escenificar un arrope o cierre de filas. No obstante, lo importante para el PNV es que se mantiene el contacto con la gente en los mítines pueblo a pueblo. En cuanto al cierre de la campaña, se celebrará en el paseo del Arenal bilbaino. El PNV trasladará como mensaje la relevancia histórica de las elecciones y pedirá una participación elevada para que salga un gobierno fuerte de los comicios, con capacidad para combatir las consecuencias de la emergencia sanitaria, que se espera que deje una pérdida de 68.000 empleos este año. En cuanto al autogobierno, el PNV seguirá defendiendo un nuevo estatus para ampliarlo. Todo ello le permite trazar un paralelismo con las inundaciones de 1983, una época en la que hubo que afrontar esa crisis natural, los efectos de la reconversión industrial, y también desplegar el autogobierno vasco.

Por otro lado, los socialistas vascos van a hacer, tal y como se esperaba, una campaña de identificación con el proyecto de Pedro Sánchez y la gestión de la crisis sanitaria por parte del presidente español desde su mando único. El PSE arrancará mañana la campaña en el Arenal con la vicepresidenta Carmen Calvo; el viernes compartirá cartel con el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; y el domingo vendrá el plato fuerte con la visita del presidente español, Pedro Sánchez, a Donostia. PNV y PSE son socios en el Gobierno vasco, pero los jeltzales volvieron a avisar ayer de que un sector de los socialistas puede verse tentado a explorar una alianza de izquierdas, tal y como lo defendió Ortuzar en una entrevista con este periódico y ratificó ayer Itxaso Atutxa en Radio Popular.

Euskalduna. El Palacio Euskalduna es un símbolo de la reconversión en Bizkaia y del pasado siderúrgico de Bilbao. El ahora palacio de congresos y ópera formó parte del plan urbanístico para remodelar la zona tras el cierre de los astilleros a finales de los años ochenta, una época muy convulsa con manifestaciones de los trabajadores y una profunda crisis económica. La emergencia sanitaria del coronavirus va a dejar este año la pérdida de unos 68.000 puestos de trabajo y una caída del 8,7% en el PIB, pero el PNV defiende que Euskadi puede sacar la cabeza como hizo en anteriores crisis.