Bilbao - Esta vez sí, Pedro Sánchez afronta hoy su tercera sesión de investidura como candidato a la presidencia del Gobierno español con los votos atados para no chocar contra el fracaso. Todavía ayer había una remota posibilidad aritmética para frustrar su objetivo ya que el margen era de dos votos a su favor pero Coalición Canaria (CC) y los gallegos del BNG aún podían echar al traste las aspiraciones del candidato si votaban en su contra. No va a ser así y el aspirante afronta con garantía de éxito su tercer intento para asaltar la Moncloa después de cerrar de forma agónica un acuerdo con ERC que, para bien o para mal, le perseguirá hasta el final de sus días como presidente español. Esquerra le ha arrancado una consulta no prevista en la legislación actual para que la ciudadanía de Catalunya valide en las urnas las conclusiones del diálogo entre los gobiernos español y catalán sobre el conflicto nacional de Catalunya.

La sola mención de la palabra consulta levanta ampollas fuera y dentro de la familia socialista y para contener los ánimos los líderes del PSOE desplegaron ayer toda su munición para convencer a propios y extraños de que no se trata de un referéndum de autodeterminación, sino de algo diferente que ya se verá cómo se denomina y se articula.

El ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, se esforzó en negar que el acuerdo incorpore la previsión de organizar un referéndum sobre la independencia de Catalunya porque "una consulta no es un referéndum de autodeterminación". En rueda de prensa en la sede de Ferraz, el número tres de los socialistas calificó de "propaganda" afirmar que el pacto abre la puerta a la autodeterminación y subrayó que las urnas se convocarán "respetando el ordenamiento vigente" en ese momento, sin descartar que en algún momento éste se pueda modificar.

"El marco político vigente... esto no es un corsé. La política es algo dinámico, las realidades políticas se van construyendo a partir del parlamentarismo" con unas u otras mayorías, defendió Ábalos, que a renglón seguido enfatizó que el PSOE no ha variado su postura de defensa del mantenimiento de la integridad territorial del Estado. De momento, sus palabras parecen haber surtido efecto en sus filas ya que, salvo el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, el resto de los barones más sensibles con esta cuestión evitaron salir a contradecir a Sánchez y su núcleo duro.

El acuerdo entre PSOE y ERC tiene la virtud de que es lo suficientemente abierto y ambiguo como para que cada cual lo interprete a su manera y lo venda de la forma más conveniente a su parroquia, mientras las dos partes avanzan hacia la siguiente estación. Sánchez, ser investido presidente; y Esquerra mantener viva la oportunidad de lograr a medio plazo unas nuevas condiciones políticas que le permitan avanzar hacia la autodeterminación.

Los republicanos catalanes mantienen un difícil matrimonio con Junts per Catalunya (JxCat), que liderados por Quim Torra desde el Palau de la Generalitat y por Carles Puigdemont desde su exilio en Waterloo (Bélgica) afean que la negociación y el acuerdo con los socialistas se haya llevado a cabo sin contar con ellos y que además suponga una renuncia a la independencia.

ERC se muestra razonablemente satisfecha con el acuerdo porque se abre una "nueva fase" de diálogo con el Gobierno español a través de la mesa política acordada entre ambos ejecutivos que se constituirá 15 días después de que se forme el nuevo Gobierno de Sánchez. Consideran un éxito que por primera vez el Estado abra el cauce para celebrar una consulta a la ciudadanía en Catalunya, y frente a las críticas de que no se trata de una consulta sobre la independencia sino sobre las conclusiones de la mesa de diálogo, los republicanos creen que en sí misma la llamada a las urnas supone la plasmación del derecho a decidir, clave de bóveda de la reivindicación del independentismo catalán.

"¿Quién dice que esto es para un nuevo Estatut?", defendió Marta Vilalta, portavoz de ERC y miembro de la comisión negociadora con los socialistas, en respuesta a las críticas procedentes de algunos sectores del independentismo que incluso llegaron a realizar pintadas en las sedes del partido con mensajes de "traidores". Los Mossos d'Esquadra desplegaron ayer un dispositivo especial para proteger las sedes del partido republicano.

Vilalta subrayó que en la negociación que se establecerá entre las delegaciones de los dos gobiernos "se podrá hablar de todo, sin vetos" y que la validación democrática vía consulta "es precisamente lo que demandamos cuando reclamamos el derecho a decidir: que lo que surja de una mesa no se quede en un despacho y que podamos decidir a través de una consulta".

El PSOE presenta esta consulta como la consecuencia lógica de una reforma estatutaria. Además, en el texto del acuerdo se matiza que la mesa deberá trabajar en coordinación con otros espacios de diálogo institucionales como la Comisión Bilateral Generalitat-Estado recogida en el Estatut y la mesa de partidos que se creó en el Parlament catalán, que nunca se ha activado.

La inhabilitación del president Quim Torra por parte de la Junta Electoral Central (JEC) envenena aún más la situación política y tensa más las relaciones entre ERC y JxCat. Parece difícil que Esquerra dé marcha atrás en su decisión de facilitar la investidura de Sánchez, pero la presión de sus socios en el Govern y del mundo independentista en la calle y en las redes sociales va a situar en una complicada tesitura al partido liderado desde la cárcel por Oriol Junqueras y desde fuera por el vicepresident Pere Aragonés y Gabriel Rufián. El próximo martes se verá si los republicanos aguantan esa presión y mantienen su abstención, clave para que Sánchez supere la segunda votación de investidura en la que necesita de una mayoría simple.