bilbao - Pablo Casado insiste en mantener la presión sobre Ciudadanos para presentarse en coalición a las elecciones generales del 10 de noviembre. La formación naranja vive horas bajas por las malas expectativas que le vaticinan las encuestas y por la imagen trasmitida por su líder, Albert Rivera, en los últimos días con su fallida oferta de abstención conjunta de PP y Cs a Pedro Sánchez a cambio de varias condiciones. Génova quiere aprovechar ese mal momento para envolverle en torno a la coalición España Suma, a pesar de que la formación naranja ha rechazado varias veces esa fórmula. El presidente de los populares volvió ayer apelar a la desesperada esa coalición como única vía para lograr una mayoría absoluta en las urnas que, por separado, considera imposible.

Casado y Rivera coinciden en que después lo permiten, sumarán fuerzas para lograr la mayoría absoluta, con la colaboración de Vox y de otras fuerzas menores como Navarra Suma, el Foro de Asturias o Coalición Canaria. Sin embargo, el presidente de Cs no quiere salir en la foto con Casado antes de las elecciones y mucho menos con Santiago Abascal (Vox), por la mancha que supuso la foto de Colón. Aquella instantánea con las tres derechas hechas una piña resultó más rentable social y electoralmente para la izquierda, singularmente para el PSOE de Sánchez, que para sus padrinos.

Ahora mismo Rivera está en el córner del tablero político y no cree que saldrá de él “diluyendo” su marca en otra (España Suma) patrocinada por su principal rival en el espacio del centroderecha.

Casado sabe de la debilidad de Ciudadanos y también que la única manera de desbancar a Sánchez es mediante una coalición de las tres derechas. “Tenemos que unirnos para ganar y poder gobernar, y solo gobernando podremos unir a España”, proclamó el líder del PP en la reunión plenaria de su grupo parlamentario ayer en el Congreso. En ese foro advirtió de que la fragmentación del voto en el centro y la derecha es el “mejor salvavidas” de Sánchez. Ahí encaja su apuesta por una unión de fuerzas ya que, a su juicio, “los partidos que decíamos que no queríamos que gobernase Sánchez habríamos tenido mayoría absoluta en las pasadas elecciones”.

Los dirigentes del PP, con Casado a la cabeza, salieron ayer con la lección aprendida y repitieron ante los medios los cálculos realizados por Génova si se pergeña la coalición España Suma en base a los votos de las últimas generales y los datos del CIS y haciendo una simulación de escaños. Todos ellos apuntaban principalmente a Ciudadanos. El más optimista fue el portavoz del PP en el Senado, Javier Maroto, que elevó en 40 escaños de más la renta que propiciaría la marca España Suma.

Desde el PP, además, aseguran que sus análisis de datos por provincias prueban la eficacia de la coalición en muchas circunscripciones. Según este cálculo, los restos que dan el último escaño por provincia caerían del lado de España Suma y supondrían un botín cercano a los 20 escaños que, en la práctica, se convierten en 40 porque no irían a parar al bolsillo del PSOE. En las filas del PP sostienen que hay “cartas” para que pueda gobernar el centroderecha porque predicen que habrá “mucha desmovilización” de la izquierda por el hartazgo de la ciudadanía ante unas nuevas elecciones cuyo responsable sería Sánchez.

Rivera no comparte este horizonte tan prometedor y opta por mantener a flote su marca y sus opciones de salir indemne de las urnas el 10-N y contradecir las encuestas. Desdeña sumarse a la coalición que le plantea Casado pero evita los desplantes: “nunca vamos a dar un espectáculo de reproches como el que han protagonizado Sánchez e Iglesias”.

Ante la nueva cita electoral, Rivera llamó ayer a convertir el 10-N “en una oportunidad para pasar página al sanchismo y al revanchismo” y añadió que Ciudadanos y el PP “tienen obligación histórica” de unir fuerzas si hay opciones numéricas, aunque dejó un mensaje que bien podría interpretarse como un guiño en diferido a Sánchez. “Ojalá un día el PSOE vuelva donse siempre estuvo, en el constitucionalismo”.