BILBAO - “La gente nunca falla”. En puertas de la sentencia por la causa del procés, que obligará a más esfuerzos de la sociedad civil en la calle, unas 600.000 personas se manifestaron ayer en el acto central de la Diada, organizado por la ANC, como sostén del músculo independentista, reclamando la libertad de los dirigentes soberanistas encarcelados y exigiendo unidad estratégica al mundo secesionista para encarar el fallo del Tribunal Supremo, previsto para antes del 16 de octubre. Más allá del juego aritmético -la segunda cifra más baja tras la de 2016 (540.000 personas)-, que depende del contexto en que en estos últimos años se han producido las diferentes convocatorias del 11-S, la defensa de los derechos democráticos del pueblo catalán, incluido el que atañe al poder decisorio de su futuro en aras de la República, volvió a estar presente sobre el asfalto y en el ánimo de los participantes, pese a las distintas vías para un mismo objetivo que exhiben las formaciones políticas que abogan por la ruptura.

“Hemos vencido la división”, se congratuló la presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie, al término de la marcha que arrancó a las 17.14 horas. “Es esta unidad la que queremos y exigimos, la defenderemos dejándonos la piel si hace falta para demostrar que seguimos de pie, y no de rodillas, y así recibiremos el golpe de la sentencia e incluso lo podremos devolver”, profirió mientras instaba a “no cooperar con los pilares del poder político opresor”. Venceremos el miedo para vencer al Estado”, señaló en la lectura de una carta de su predecesor, Jordi Sànchez, preso en Lledoners, y en la que emplaza a los ciudadanos a “sentirse libres”. “La no violencia no es pasividad sino acción” ante un “gigante al que nos enfrentamos que tiene los pies de fango y que pretende machacar al independentismo”.

“Queremos decidir cómo queremos gobernarnos. Pedro Sánchez se ha referido hoy a nosotros como territorio, ni país ni nación”, añadió Paluzie antes de admitir que “esta era la Diada más difícil de todas porque después de haber realizado el referéndum, de demostrar que puede haber presos políticos, dos años más tarde no solo no hemos avanzado sino que damos pasos atrás”, en un claro mensaje a la división política en el seno del soberanismo. “Se discute en público el reparto de migajas. Se deslegitima el referéndum que hicimos, y la única vía que nos ha permitido llegar a donde no habíamos llegado nunca, la unilateral, se desarma día a día. A nuestros dirigentes os pedimos que no nos desarméis”, clamó.

“Sois imprescindibles, nunca desfallezcáis”, dijo antes el vicepresidente de Òmnium Cultural, Marcel Mauri. “Si buscan responsables del 1-O que vengan a tocar las puertas de los más de dos millones de personas que desobedecimos porque su represión solo ha servido para hacernos fuertes. Sabéis mejor que nadie que viene una sentencia dura y larga que busca castigarnos y humillarnos, venganza”, auguró, refugiándose en el lema de su dirigente encarcelado, Jordi Cuixart: “Lo volveremos a hacer porque cuando la injusticia es ley, la desobediencia es derecho”, zanjó citando a Gandhi y asegurando que hay que asumir las consecuencias. Horas antes, Òmnium realizó un acto con el que marcó perfil propio, con una apuesta más transversal para representar “los consensos del 80%” que afectan a la petición de la libertad de los presos encausados, el ejercicio del derecho a decidir y el fin de la represión. De hecho, éste, al contrario que el de la ANC, sí atrajo a los comunes, con la presencia de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, al margen de aunar a todo el espectro soberanista.

A través de una misiva, Cuixart llamó a “no elegir” entre diálogo y confrontación, dilema que este verano separó a ERC y JxCat, cuyos líderes protagonizaron reproches mutuos, tras un discurso de Quim Torra en el que llamó a la desobediencia civil y dio por imposible la interlocución con el Gobierno español para un referéndum pactado y legal. “No renunciaremos al diálogo ni con los que nos quieren encerrados muchos años”, alegó Cuixart. Colau censuró la “barbaridad” de los dos años de prisión preventiva y afirmó que “defendemos los derechos de manifestación y expresión, también de los que discrepamos, y por eso pedimos la absolución”.

una nueva etapa En los prolegómenos de la manifestación vespertina, Torra destacó que ayer se cerró “una etapa” y se empezó “a responder ya a la sentencia”, centrando su acción como president en pedir “la libertad para nuestros compañeros pero sabiendo que cada derecho que nos sea negado lo volveremos a ejercer, empezando por el ejercicio de la autodeterminación”. Y recalcó: “Ponemos el ejercicio de la autodeterminación, no el derecho sino su ejercicio, en el centro de nuestra acción política. Todos juntos, al lado de la gente”. El Jefe del Govern se felicitó por “un éxito” de convocatoria a pesar de “todos los pronósticos interesados que no querían que esto fuera así”. Por su lado, el vicepresident de la Generalitat, Pere Aragonès (ERC), lanzó un aviso al Estado: “Que aprendan que aquí no hemos venido a renunciar, ni siquiera a resistir. Hemos venido a ganar” porque frente “a las porras y la represión”, el soberanismo no desfallecerá. Desde el PDeCAT, su presidente, David Bonvehí, aplaudió la movilización como muestra de que “si nos reivindicamos y continuamos apretando, lo podemos conseguir, y más este año, que estamos a las puertas de una sentencia que solo esperamos que sea absolutoria”. Solo la CUP puso altavoz discrepante en los alegatos al hacer hincapié, según la diputada Maria Sirvent, en que la política del Govern “nada tiene que ver con la contundencia de su discurso ni se corresponde con las reivindicaciones del pueblo de Catalunya”.

El multitudinario acto reivindicativo se dividió en tres partes, y es que antes de las proclamas de las entidades civiles, donde Josep María Cervera, presidente de la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), llamó a recuperar el espíritu del 1-O, intervinieron primero personalidades del mundo artístico como Lluís Llach, entre otros, y después se mandaron mensajes dedicados a la lucha no violenta. “Lo hemos vuelto a conseguir porque la gente nunca falla”, fue el consenso como trampolín hacia el día de la sentencia por el procés. “Solo desde la unidad podremos responder a ella”, constataron.

También Carles Puigdemont, que compartió en su cuenta de Twitter una imagen en la que se podía ver una televisión sobre una estelada con el mensaje: “En la Casa de la República seguimos la Diada, acompañando a todos los que habéis vuelto a abarrotar Barcelona”. Los que vociferaban “ni un paso atrás”.