Bruselas - Hoy arranca en Biarritz la cumbre del G7 y la pregunta es si el presidente de EE.UU., Donald Trump, hará saltar la cita por los aires, como ya ocurrió en 2018. El telón político de fondo deja poco margen al optimismo. La guerra comercial continúa pese a la frágil tregua y las tensiones en política exterior auguran un cónclave no mucho más distendido del que tuvo lugar el año pasado en Charlevoix (Canadá). Entonces, Trump boicoteó el comunicado conjunto al negar el cambio climático y abandonó la reunión con antelación provocando a sus aliados a golpe de tuit una vez a bordo del Air Force One.

La cumbre del G7 2019 llega con la idea de EE.UU. de reincorporar a Rusia en el grupo, lo que genera controversia entre sus aliados. También con el cronómetro en marcha hacia los que podrían ser nuevos aranceles de Washington a los automóviles europeos junto a la ofensiva comercial entre EE.UU. y China, con impacto en las bolsas de todo el globo. Llega, además, en un momento crucial por la situación de Irán, que tras la crisis del acuerdo nuclear podría quedar fuera de control y desatar consecuencias imprevisibles en esa región y en Europa.

El inquilino de la Casa Blanca ya ha calentado el G7 cancelando una visita oficial a Dinamarca a través de Twitter por no querer negociar con él la venta de la isla de Groenlandia. Poco antes, amenazó a Francia con imponer aranceles a su vino y en las últimas horas ha publicado un tuit afeando a sus aliados en la OTAN su gasto en defensa.

La cita llega en un momento de desaceleración mundial y con la Organización Mundial del Comercio (OMC), y en general todas las estructuras multilaterales nacidas tras la Segunda Guerra Mundial, en mitad de una crisis existencial. El lema de esta ocasión es La lucha contra las desigualdades con perspectiva de género, crecimiento, seguridad y medioambiente. En este último aspecto, Emmanuel Macron, presidente de Francia, señaló que incluirá la crisis internacional de la Amazonía, que lleva más de 15 días ardiendo, en la agenda. “Nuestra casa arde. Literalmente. El pulmón de nuestro planeta, que produce el 20% de nuestro oxígeno, está ardiendo. Es una crisis internacional. Miembros del G7, nos vemos en dos días para hablar de esta urgencia”, expuso a través de Twitter.

“No puedo estar más de acuerdo con Emmanuel Macron. Hicimos mucho trabajo para proteger el medio ambiente el año pasado en Charlevoix y necesitamos continuarlo durante este fin de semana. Debemos actuar por el Amazonas y por el planeta”, apostilló el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en un tuit que con mucha probabilidad no gustará a la Casa Blanca.

La respuesta del líder brasileño de extrema derecha Jair Bolsonaro no se hizo esperar y acusó a los europeos de “mentalidad colonial”. “La sugerencia del presidente francés, de que el Amazonas sea discutido en el G7 sin la participación de los países de la región, evoca una mentalidad colonial que ya no tiene cabida en el siglo XXI”, opinó.

Durante las tres jornadas, las mayores potenciales mundiales debatirán otros cinco paneles que abarcan la política exterior y la seguridad; el crecimiento económico y el comercio; el empoderamiento de la mujer; la transformación digital y la cooperación con África.

El foco sobre el Brexit Pero si hay algo por lo que se caracterizan este tipo de encuentros es por las reuniones bilaterales. En Biarritz habrá un tema de fondo en todo momento: el Brexit. Trump mantendrá su primera reunión con Boris Johnson, primer ministro británico, y no es descabellado pensar que hará alguna declaración hostil contra la Unión Europea. En este foro, el norteamericano también intentará que Johnson cierre la puerta a su archienemigo, la firma china Huawei.

A poco más de dos meses para la salida del Reino Unido del bloque comunitario, el escenario de una marcha abrupta cobra cada vez más fuerza. Johnson ha mantenido esta semana encuentros con Macron y Merkel que han dado poco margen a la propuesta que hay desde hace meses sobre la mesa: el acuerdo de salida no puede modificarse.

En los márgenes del G7, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, se reunirá con el líder tory con una mentalidad “de escucha”. La UE repite que el balón está en el tejado de Londres y si Boris Johnson quiere eliminar el backstop, la salvaguarda para evitar una frontera entre las dos Irlandas, debe proponer alternativas reales. El problema es que Johnson sabe lo que no quiere, pero no qué y cómo lo quiere.