bilbao - Pedro Sánchez se someterá a partir de hoy al examen del Congreso, donde pedirá su confianza a los diputados para repetir como presidente español tras la brevísima experiencia de la moción de censura. Todo apunta a que el candidato socialista acudirá a la primera sesión de la investidura sin un acuerdo para dar entrada a ministros de Unidas Podemos en su gobierno. Los contactos se mantuvieron hasta bien entrada la noche de ayer y se buscó a contrarreloj amarrar al menos un compromiso general para poder medir el tono de los discursos que se pronunciarán hoy en la primera sesión. De todas formas, el margen se extiende hasta el jueves, cuando Sánchez podrá ser investido en segunda votación por mayoría simple. Mañana no iba a lograr la mayoría absoluta exigida, con o sin Podemos. Aunque las filas de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han entrado en una fase de discreción para evitar filtraciones que dinamiten el acuerdo y el tono es en apariencia constructivo desde el viernes, el plazo que han tenido para suturar las heridas del duro enfrentamiento personal entre sus líderes ha sido escaso y parecía difícil llegar al día de hoy con el pacto cerrado. A todo ello se le suman las discrepancias que existen sobre el reparto de los ministerios, las resistencias a que Podemos gestione Hacienda, o el papel que pueden tener cargos del núcleo duro de Iglesias como Irene Montero, que parece difícil que entre al más alto nivel con una vicepresidencia. Y el tiempo corre. En paralelo, desde la confluencia catalana de Podemos, los comunes presionaron ayer recuperando el debate del referéndum y pusieron a Montero en el candelero para que ocupe la vicepresidencia, lo que supondría un mayor marcaje para Sánchez dentro del Consejo de Ministros a la hora de abordar el asunto catalán.

Sánchez no afrontará hoy ninguna votación. Solo pronunciará su discurso. Después tomarán la palabra de mayor a menor representación los portavoces de los grupos. Mañana continuará la sesión con los grupos nacionalistas vascos y catalanes y el mixto, y será cuando se vote. Sánchez necesita una mayoría absoluta de 176 escaños que no logrará. En 48 horas, el jueves, le bastará con lograr más votos a favor que en contra. La derecha del PP, C’s, Vox y Navarra Suma alcanzan los 149 escaños, a los que se unirán las dos representantes de Coalición Canaria. Por tanto, Sánchez recibirá como mínimo 151 votos en contra. Si cerrara un pacto con Unidas Podemos, alcanzaría los 165 votos a favor, más el voto de los regionalistas cántabros y el previsible apoyo del escaño de Compromís, lo que suma 167 votos. Incluso en el supuesto de que JxCat votara en contra, le bastarían las abstenciones de ERC y el PNV, que no quieren bloquear la investidura. EH Bildu votará lo mismo que ERC. Sánchez ha deslizado que aspira a contar de manera estable con los seis escaños PNV para la gobernabilidad, con la voluntad de articular una mayoría para los Presupuestos y las reformas que alcance los 173 escaños. Para ello, necesita las abstenciones de otros grupos, pero evita apostar de manera expresa por los nacionalistas catalanes con el argumento de que la estabilidad no puede descansar en ellos.

negociación Las conversaciones han entrado en una fase de hermetismo total desde que Iglesias renunció a ser ministro. El programa no plantea problemas, pero sí el reparto de ministerios. Parece que el PSOE tiene intención de retener Hacienda. La propia ministra del ramo, la andaluza María Jesús Montero, forma parte del equipo negociador y es un valor al alza dentro del PSOE. La única opción pasaría por que asumiera otras resposabilidades, aunque es evidente que está llamada a mantener su proyección pública.

También se ha dejado caer que dar una vicepresidencia a Podemos es complicado porque podría provocar fricciones dentro del gobierno, y que el partido de Iglesias podría asumir en cambio áreas más sectoriales. Este asunto remite de lleno a la entrada o no en el gobierno de su portavoz parlamentaria, Irene Montero. El PSOE no la veta de manera expresa aunque tenga el mismo perfil que Iglesias (de hecho, se perfila como sucesora) y defienda que existen presos políticos en Catalunya. El PSOE está deslizando que la solución es que nadie con ese discurso ocupe una vicepresidencia, o al menos no una muy política. Así se desprende de las justificaciones que está lanzando el PSOE para vetar a Iglesias: dice que en su caso sería más grave el problema de convivencia en el gobierno porque es el líder de un partido y ocuparía una vicepresidencia. También sobrevuelan dudas sobre la proporcionalidad que pide Podemos entre sillas y votos.

El portavoz de En Comú Podem en el Congreso, Jaume Asens, introdujo ayer cierta presión al asegurar públicamente en Catalunya Ràdio que un pacto que haga vicepresidenta a Irene Montero “es una posibilidad que no debe descartarse”, aunque matizó que están negociando más programa y puestos que nombres concretos. También dijo que no quieren negociar con líneas rojas y que no “renuncian” al referéndum de independencia. “Es la fórmula para salir del callejón sin salida en el que estamos”, añadió. Podemos había hecho un esfuerzo por dejar este asunto fuera de los focos para que Sánchez no lo esgrimiera en su contra.

Las ministras Carmen Calvo y María Jesús Montero, así como la vicesecretaria general socialista, Adriana Lastra, negocian con una delegación de Podemos encabezada por Pablo Echenique. Por otro lado, no se descarta de manera expresa a Irene Montero, Pablo Echenique o Rafa Mayoral como ministros, aunque al mismo tiempo se avisa de que Sánchez tiene la última palabra.