Nunca antes un partido árabe, que representa a la población de origen palestino, había formado parte de una coalición de Gobierno en Israel, eminentemente de corte sionista. Ha ocurrido este año, paradójicamente, en medio de una creciente tensión intercomunitaria.

El partido islamista Raam, con tan solo 4 diputados (de un total de 120 que integran la Kneset, el Parlamento de Israel), ha sido la clave para que la variopinta oposición cerrara un acuerdo de coalición, todavía por ratificarse en el legislativo, aun a costa de distanciarse de la tradicional postura árabe, peleada con la institucionalidad israelí. Contará, en principio, con altos cargos pero no con ministerios.

La reciente explosión de la tensión entre ciudadanos árabes y judíos; el rechazo expresado en las calles por una población de fuerte identidad palestina contra el sistema israelí hacía improbable un hecho así en este momento. Sin embargo, introduce un cambio de paradigma para ambas comunidades. “Porque no es solo que los árabes no quisieran integrarse en un Gobierno, es que los partidos israelíes (sionistas) tampoco querían negociar con ellos”, remarcó el analista árabe con ciudadanía israelí Afif Abu Muj, que incluso reprocha al líder de la oposición, el centrista Yair Lapid, haber sido reacio a integrar en su lista a ciudadanos árabes, pero ahora sí negocia con Raam.

Ideas claras

El partido Raam, de base islamista, se escindió de la Lista Unida -coalición en la que participaba con otros tres partidos- para presentarse a las elecciones del pasado marzo, cuando en medio de un creciente descontento por la criminalidad y marginalidad en las ciudad mixtas de Israel apostó por el pragmatismo. Su líder, Mansur Abás, asumió abiertamente su intención de participar en un Ejecutivo, incluso liderado por el aun primer ministro, Benjamín Netantayu, quien había pasado de basar su campaña electoral en la deslegitimación de esta población a buscar en los comicios de marzo (los cuartos en dos años) su voto para sobrevivir políticamente.

De hecho, cuando Netanyahu recibió antes que Lapid el mandato presidencial para formar el Ejecutivo después de las elecciones, Abás negoció una posible adhesión a cambio de lo que para él debían ser “beneficios económicos” para su comunidad. Los socios de Netanyahu, como el antiárabe Partido Sionista Religioso, se opusieron y la coalición no se cerró.

En el acuerdo cerrado con el bloque de la oposición, Abás ha comprometido una alta inversión económica a medio plazo para desarrollo de localidades árabes, especialmente en el Neguev, sur del Israel, con una alta población beduina, el eslabón más marginal del sector árabe y gran parte de sus votantes. “Esta es la primera vez que un partido árabe es parte del proceso de formación de un gobierno. Por supuesto, esperamos que funcione y que salga después de cuatro rondas de elecciones”, dijo el miércoles Abás al firmar el acuerdo.

Poco más de la mitad de la población árabe con derecho a voto participa en las elecciones al Parlamento que alcanzó sus mejores resultados con la coalición de La Lista Unida árabe al situarla como la tercera fuerza política de la Cámara en anteriores comicios, pero opuesta a entrar en ejecutivos

Según el experto político israelí, Yonatan Freeman, la posición de Raam muestra una tendencia “significativa de que las nuevas generaciones se identifican como israelíes y están más implicadas en la economía y la política”, mientras que la Lista Unida, que se opone a integrarse, “lo sabe pero lo niega”.

Una encuesta del Instituto para la Democracia de Israel reflejó en abril un incremento, hasta el 44%, del apoyo de ciudadanos judíos a aceptar el voto externo de partidos árabes en la formación del Gobierno israelí para evitar unas quintas elecciones.

Todavía debe concretarse la creación de este complejo ejecutivo de ideologías tan diversas como antagónicas, pero los analistas coinciden en que otro enfrentamiento con Gaza o una escalada de tensión similar a la reciente en las calles no hará fácil la posición de un partido árabe en un Gobierno israelí, aunque el bloqueo político de los últimos dos años haya demostrado que se necesitan.