Estados Unidos ha vetado con efectos inmediatos la construcción del segundo gasoducto ruso-alemán -Nord Stream 2- a través del Mar Báltico y, si bien Trump ha logrado con ello frenar la ultimación del proyecto, la medida no parece que vaya a acortar próximamente las ventas de gas ruso a la Europa comunitaria. La medida estadounidense -como la mayoría de las decisiones de su actual presidente- tiene una lógica global y una práctica concreta difícil de comprender. Porque aunque entra en la tesis de la política de "América primero" ponerle trabas a las exportaciones rusas de gas -cuando el propio Estados Unidos está camino de ser de largo el mayor exportador del mundo de gas natural-, es difícil de entender que torpedee el trazado del Nord Stream 2 cuando sólo falta colocar 54 km de tuberías de los 1.200 km que tiene todo el trayecto.

El hecho de que la empresa suizo-neerlandesa Allseas, que lleva a cabo la instalación, haya suspendido inmediatamente los trabajos, apenas impedirá que el proyecto se lleve a cabo como estaba previsto. En realidad, todo el tinglado del crecimiento de las compras europeas de gas ruso es la mar de intrincado. Prueba de ello es que tanto la Comisión como el Parlamento europeos y 15 naciones más de la Unión Europea han mostrado su disgusto por los acuerdos ruso-alemanes para el tendido de los gasoductos a través del Báltico. La razón principal de las críticas es el miedo de volver a Europa excesivamente dependiente de los suministros rusos de hidrocarburos. Gazprom, la empresa estatal rusa que suministra el gas, prevé para el año próximo la venta a Alemania a través del Báltico de 65.000 millones de m3 y son legión los políticos europeos que temen que Moscú pueda emplear en un futuro este suministro como palanca de presión sobre la UE.

Por otra parte, entra dentro de la mayor lógica empresarial que Moscú quiera asegurarse canales a prueba de sorpresas para sus ventas. De ahí el empeño en construir los gasoductos a través del Báltico y en detrimento de la vía terrestre. Cuando todo el gas ruso que se vendía a Europa Occidental pasaba por Ucrania, ésta no sólo cobraba un alto peaje por ello, sino que en más de una ocasión cortó el tráfico para presionar a Moscú.

Como prueba patente de que el Nord Stream 1 y 2 no son más que meras maniobras comerciales, Gazprom ha renovado por otros 5 años el contrato con Ucrania para los gas- y oleoductos que pasan por su territorio? aunque hasta la fecha no ha fijado cuánto pagará por ello.

Lo que sí ha dejado bien claro la empresa estatal rusa es que a partir del año próximo reducirá alrededor de un 50% el volumen de los suministros que pasen por Ucrania. Y en esta misma línea está la especificación hecha por rusos y alemanes de que la venta del gas que pase por el Báltico es "abierta": cualquiera, no solo Alemania, podrá comprarlo.

Claro que si Moscú está dispuesto a vender su gas a quienquiera que se lo pague, la explotación de los Nord Stream se la queda exclusivamente para su propio uso. Y el día que quiera cortar los suministros, será una decisión solamente suya?