Washington - El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, y el secretario de Estado, Mike Pompeo, viajarán a Ankara en las próximas 24 horas para promover un alto el fuego que ponga fin a las operaciones militares de Turquía contra las milicias kurdas en el norte de Siria, anunció ayer el presidente, Donald Trump.

“Mike (Pence) y el secretario Pompeo irán mañana (a Turquía) (...) Estamos pidiendo un alto el fuego. Hemos puesto las sanciones más fuertes que puedas imaginar, pero reciben muchas. Tenemos muchas más en la recámara si no tienen impacto, incluyendo aranceles masivos sobre el acero”, dijo Trump.

Un alto funcionario estadounidense rechazó detallar en declaraciones a los periodistas si Pence llegará a reunirse con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y se limitó a decir que el objetivo del viaje es negociar un alto el fuego y mostrar a Ankara que Estados Unidos “está molesto” con su ofensiva en el norte de Siria.

La ofensiva turca, que comenzó el pasado 9 de octubre, se dirige contra las milicias kurdosirias Unidades de Protección del Pueblo (YPG), aliadas de Washington en la lucha contra el grupo extremista Estado Islámico (EI), aunque Turquía las considera terroristas.

Esa fuente aseguró que si Ankara no accede a un alto el fuego, Estados Unidos continuará presionando con sanciones, como las que ya impuso este lunes a tres ministros turcos.

“El plan -explicó el funcionario- es continuar presionando a Turquía mientras evaluamos nuestras posibilidades de restablecer la relación a una situación normal, un elemento importante en ese retorno a la normalidad sería un alto el fuego”.

“Por alto el fuego, quiero decir que las fuerzas militares sobre el terreno deben dejar de moverse, las fuerzas turcas y las Fuerzas de Siria Democrática (FSD)”, enfatizó la fuente, en referencia a la alianza armada dentro de la que actúan las YPG.

Trump ya reclamó este pasado lunes a Erdogan la declaración de un alto el fuego durante una conversación telefónica. El lunes, en otra llamada, el mandatario también transmitió su objetivo al comandante de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), Mazlum Abdi, detalló el citado funcionario.

CAMBIOS RÁPIDOS La situación sobre el terreno ha cambiado considerablemente en las últimas horas: las fuerzas leales al Gobierno sirio de Bachar al Asad, respaldadas internacionalmente por Rusia, han ocupado gran parte del terreno en el norte de Siria, mientras que la coalición internacional, encabezada por EE.UU., ha confirmado su retirada.

En concreto, el ejército sirio ha tomado el control de buena parte de la ciudad de Manbech, que estaba bajo control de los kurdos y de las fuerzas estadounidenses.

Además, efectivos de la policía militar rusa están patrullando la frontera del noroeste del distrito de Manbech, que separa a las fuerzas sirias de las turcas, informó el Ministerio de Defensa ruso.

Esa cesión en el control de Manbech fue una operación coordinada entre Washington y Moscú a través de un canal de comunicación abierto para que ambos países intercambien información sobre sus operaciones militares sobre el terreno, detalló ese alto funcionario. Esa fuente aseguró que la presencia militar rusa es pequeña y no supera el centenar de efectivos. “No hace falta más que unos pocos rusos y una gran bandera rusa para llamar la atención”, consideró. La ONU estima que 160.000 personas se han visto forzadas a dejar sus casas por el conflicto, una cifra que las autoridades turcas elevan a 257.000, de ellos 70.000 niños.

Otros ataques económicos Este no es el primer golpe del presidente estadounidense contra la economía turca en los últimos meses, ya que en mayo ordenó retirar a Turquía del Sistema Generalizado de Preferencias (GSP), un programa que permite la entrada libre de impuestos de miles de productos a ciertos países en desarrollo.

Además, en agosto del año pasado convirtió en una causa diplomática la liberación del misionero estadounidense Andrew Brunson, que estuvo preso en Turquía desde 2016 por una presunta “colaboración con grupos terroristas”, lo que provocó que la lira turca perdiese un 25% de su valor. La subida arancelaria y las sanciones llegan un mes antes de que Erdogan visite la Casa Blanca el próximo 13 de noviembre, según anunció recientemente el propio Trump, en un momento en que la tensión entre ambos países está a un nivel muy elevado. Las relaciones entre Ankara y Washington, de hecho, han sufrido varios altibajos en los últimos años, especialmente desde la fallida asonada de 2016, ya que Turquía reclama la extradición del predicador turco Fethullah Gülen, al que Erdogan culpa del golpe de Estado y que vive en Pensilvania. No obstante, es la invasión del norte de Siria por parte de fuerzas turcas lo que ha aumentado la crispación entre ambos países.

El Ejército turco quiere arrebatar a los kurdos el control de 480 kilómetros de largo y 30 kilómetros de ancho de lo que ha denominado “zona de seguridad” para sacar de allí a las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) kurdas.