Bruselas - El Parlamento Europeo aprobó ayer miércoles por gran mayoría -544 votos a favor; 126 en contra y 38 abstenciones- el informe del Brexit que exige un backstop (salvaguarda) en el Acuerdo de Salida y responsabiliza a la isla como única culpable de un hipotético divorcio a las bravas. En el debate previo, Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión, señaló que una salida caótica el próximo 31 de octubre, es “palpable”. Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, asistió al Pleno de Estrasburgo para debatir con los eurodiputados sobre el Brexit, el tema que ha monopolizado su agenda política la última mitad de su mandato. Poca novedad en su discurso, pero sí mucha consistencia. “El tiempo apremia. No estoy seguro de que vayamos a conseguirlo, pero estoy seguro de que merece la pena intentarlo”, señaló el luxemburgués, ante un no acuerdo el 31 de octubre que ve “palpable”.

El capitán del Ejecutivo comunitario defendió, en línea con la resolución aprobada por la Eurocámara con 544 votos a favor, 126 en contra y 38 abstenciones, el backstop -la salvaguarda para evitar una frontera dura entre Irlanda e Irlanda del Norte. “No estoy enamorado del backstop, pero me importan las condiciones por las que surgió”, señaló en el Pleno. Este mecanismo, previsto para ser utilizado de forma cautelar, tiene el triple objetivo de evitar una frontera física en Irlanda, preservar la integridad del Mercado Único y “proteger la economía insular del país, imprescindible para mantener el Acuerdo de Viernes Santo”.

Juncker, que se reunió con el primer ministro Boris Johnson el lunes en Luxemburgo, subrayó que la isla no ha presentado vías alternativas que alcancen estos objetivos. “Mientras no se presenten no puedo decirles que realmente hay avances. No les podría decir lo contrario mirándoles a los ojos”, apuntó.

Una salvaguarda “pragmática” Michel Barnier, negociador europeo del Brexit, defendió esta misma línea alegando que la salvaguarda “no es y nunca ha sido” una cuestión ideológica, sino pragmática para mantener la paz y la estabilidad a ambos lados de la frontera irlandesa, la única terrestre que mantendrá el Reino Unido con la Unión Europea.

Ayer miércoles, la Eurocámara reiteraba su postura con respecto a la salida del Reino Unido, en línea con el resto de instituciones comunitarias. Tres son los pilares del documento aprobado por el Pleno. En primer lugar, reitera que el mejor escenario es una salida ordenada. Pero advierte de que la Unión Europea no cederá en el backstop, imprescindible de cualquier forma en el acuerdo de salida.

La segunda piedra angular de la resolución fija la posición sobre el escenario de un no acuerdo, que toma cada vez más fuerza con el paso del cronómetro, como pronosticaba Juncker. “Este escenario solo será responsabilidad del Reino Unido”, se desprende. Y por último, abre la puerta a estudiar la concesión de una prórroga que vaya más allá del establecido 31 de octubre. Pero como ocurrió en las extensiones anteriores, pide a Londres que argumente con hechos sólidos esta petición. Sin embargo, con Johnson con el timón de la isla esta opción parece muy remota. En su encuentro bilateral, transmitió a Juncker que el Reino Unido dejará de ser un Estado miembro de pleno derecho, con o sin acuerdo, la noche de Halloween.

En el debate previo a la votación de la resolución, el cierre del Parlamento británico centró buena parte de las intervenciones. Estos días, el Tribunal Supremo, la mayor instancia judicial del Reino Unido, valora si la suspensión de la Cámara durante cinco semanas por parte del jefe del Ejecutivo fue o no legal. “Los que están a favor del Brexit dijeron que Westminster controlaría las riendas y sin embargo han cerrado el Parlamento. El 51% no es toda la población y la población se representa en el Parlamento”, apuntó Manfred Weber, líder de los Populares en el Parlamento, en referencia a la campaña de los brexiters basada en el take back control (recuperar el control) de la UE.

Iratxe García Pérez, líder de los socialdemócratas en la Eurocámara, señaló que el “responsable del caos actual tiene nombre y apellidos: Boris Johnson”. Interpeló a eurodiputados euroescépticos como Nigel Farage a respetar al pueblo británico, “al que dicen representar”. “Sus risas se convierten en angustia e incertidumbre para millones de personas”, señaló la española haciendo referencia al informe Yellowhammer, que recoge un escenario desolador para la isla en caso de un divorcio a las bravas. El documento “derrumba la utopía de Johnson”, apuntó.

Esa misma línea es la que siguió Guy Verhofstadt, eurodiputado de Renew Europe que forma parte del Grupo de Negociación del Brexit en la Eurocámara: “Es fantástico que Farage y su partido estén haciendo tanto ruido aquí, porque en Westminster no pueden hacerlo”.