Roma - Más de cien personas -107 migrantes, refugiados y desplazados- son desde hace casi tres semanas rehenes de varios gobiernos e instituciones europeas y víctimas de decisiones y declaraciones políticas que solo buscan réditos electorales. En medio de acusaciones cruzadas, los 107 migrantes que permanecen a bordo del Open Arms seguían ayer muy cerca de Lampedusa pero sin un puerto para poder desembarcar y empezar una nueva vida en alguno de los países que se han ofrecido para acogerles.

Un día después de que el Gobierno español ofreciera por primera vez un puerto desde que se desencadenó esta crisis el pasado 1 de agosto, la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, acusó a Italia de “saltarse las leyes” y contravenir “todas las normas”, por lo que dejó la puerta abierta a denunciar a sus responsables ante el Tribunal Internacional de Derechos del Mar de Hamburgo. Sin embargo, Calvo también dirigió sus críticas a la ONG, sugiriendo que tuvo la oportunidad de atracar en Malta después de que el Gobierno estuviera trabajando “todo el tiempo” en esta alternativa y, sin embargo, no lo hizo.

Especialmente dura con los responsables italianos fue la ministra de Defensa, Margarita Robles, quien acusó al titular de Interior de ese país, Matteo Salvini, de haber hecho fracasar la operación Sophia en el mar Mediterráneo por sus políticas “xenófobas” y su actitud “inconcebible” con este barco.

El cruce de acusaciones sigue complicando que las 107 personas que quedan a bordo de la nave puedan pisar tierra firme; la última propuesta que ha lanzado la ONG es transferirlas a Catania (Sicilia) y de ahí que sean llevadas en avión a España, pero aún no ha habido respuesta. “Todas estas personas tienen que ser desembarcadas en el puerto cercano más seguro que es ese de allí (Lampedusa), a 800 metros. ¿De verdad que después de 18 días vais a pedir que hagamos cinco días más de navegación, con lo que pueda suponer?”, preguntó la jefa de la misión a bordo del Open Arms, Anabel Montes. “Hago un apelo a lo humano, a la humanidad de todos vosotros. No podemos estar cinco días más, tienen que bajar a tierra. Son personas”, añadió.

El ministro del Interior de Italia, Matteo Salvini, insiste en su negativa a autorizar el desembarco en Italia y dice que “ni los supuestos enfermos están enfermos, ni los menores (que desembarcaron el domingo) eran menores”. Para el líder ultraderechista no hay una emergencia a bordo y reitera que los italianos son “buenos cristianos, pero no tontos”.

El barco Open Arms también admitió la posibilidad de viajar a algún puerto de Baleares (los más cercanos de España), si Italia y España “ponen los medios necesarios” para garantizar la seguridad y el éxito, según comunicó la ONG. La tripulación alega la imposibilidad de asumir varios días más de travesía con 107 personas en condiciones extremas, hacinadas en cubierta con ataques de ansiedad, peleas y hasta varios rescatados tirándose por la borda para tratar de llegar a nado a Lampedusa, a 800 metros.

la CE pide cooperación Por su parte, la Comisión Europea pidió ayer a los Estados miembros y a Open Arms que cooperen para permitir, lo antes posible, el desembarco de los 107 migrantes a bordo, después de que España haya ofrecido al navío atracar en su territorio y la organización lo haya rechazado por ser “inviable”. El Ejecutivo comunitario informó de que España le ha solicitado que coordine la reubicación de los migrantes entre los países que han aceptado acoger a parte de los mismos y reiteró que está preparada para hacerlo en cuanto se produzca el desembarco. “Saludamos la buena voluntad de España de aceptar este desembarco (...) y ahora llamamos a todos los actores, es decir, a todos los Estados miembros y las ONG a cooperar para encontrar una solución que permita desembarcar a las personas a bordo en el plazo más corto posible”, dijo la portavoz Natasha Bertaud. - Efe/E. P.