Londres - La primera ministra británica, la conservadora Theresa May, salió ayer al paso de las críticas internas que ha suscitado su intención de pactar el brexit con la oposición laborista asegurando que es la única vía a su alcance para evitar que descarrile el proceso de salida de la Unión Europea (UE).

El sector euroescéptico del Partido Conservador presiona a la jefa de Gobierno para que no acepte las demandas del Partido Laborista, que quiere forjar una unión aduanera con el resto de países comunitarios tras el divorcio.

Los tories euroescépticos creen que esa posibilidad limitaría la capacidad del Reino Unido de forjar acuerdos comerciales con terceros países, como EEUU, tras la ruptura con el bloque europeo.

La líder de los conservadores en la Cámara de los Comunes, Andrea Leadsom, que encuadrada en ese sector crítico, aseguró que el Ejecutivo está dispuesto a dialogar sobre diversos “arreglos” comerciales con la UE. Sin embargo, cuestionada sobre la posibilidad de aceptar una unión aduanera formal, Leadsom lo puso en duda: “Mi expectativa es que la primera ministra solo busque un acuerdo en aquellos términos que todavía se podrían considerar como un brexit, sostuvo.

Argumentó asimismo que una prórroga larga a la ruptura con la UE que obligue al Reino Unido a participar en las elecciones europeas de mayo es “inaceptable”.

El conservador Jacob Rees-Mogg, por su parte, insistió en que el Reino Unido trataría ser “el miembro (de la UE) más problemático posible” en caso de que permanezca en el club europeo durante un año más, tal como está evaluando Bruselas. Sugirió Rees-Mogg que Londres tendría la oportunidad de vetar el próximo marco financiero plurianual de la UE, que debe entrar en vigor en 2021 para los siguientes siete ejercicios.

La primera ministra, por su parte, advirtió a los euroescépticos de su partido que el brexit duro que defienden no es una posibilidad que esté sobre la mesa, dado que el Parlamento ha votado en diversas ocasiones en contra de esa vía. Las únicas opciones viables son, por lo tanto, aprobar finalmente un acuerdo, para lo cual necesitará el apoyo de los laboristas, o bien que el proceso de salida de la UE se acabe frustrando.

Los laboristas han reprochado a May en los últimos días que no parece dispuesta a mover sus líneas rojas para acercar posturas, aunque el Ejecutivo ha recalcado que afronta el diálogo con mentalidad abierta y con voluntad de hacer concesiones.

La portavoz de Negocios laborista, Rebecca Long-Bailey, dijo ayer que los contactos entre ambas partes, que comenzaron el pasado miércoles, han sido hasta ahora “decepcionantes”, aunque matizó que “el estado de ánimo general es bastante positivo”. “Lo más triste es que hasta el momento no hemos visto ninguna modificación real al acuerdo, pero mantenemos la esperanza de que eso cambie en los próximos días. Estamos esperando continuar el diálogo y sabemos que el Gobierno quiere lo mismo”, recalcó Long-Bailey, del equipo negociador laborista.