obituario - Óscar Elguézabal falleció el martes a los 90 años de edad. El corredor de Muxika fue uno de los pioneros del ciclismo vizcaino y venció en carreras como la Subida a Arrate (1954) o el Circuito de Getxo, prueba que conquistó en dos ocasiones: 1951 y 1952. Elguézabal compitió con Jesús Loroño o Dalmacio Langarica en el ciclismo de posguerra, donde destacó el corredor vizcaino. Goian Bego. - C. O.
Su ultima entrevista con DEIA (ARITZ ERDAIDE) 11 diciembre 2017
Oscar Elguezabal guarda en su memoria con todo detalle las experiencias que tuvo en su juventud sobre la bicicleta como deportista profesional. Compañero de ruta de grandes nombres como Jesús Loroño, llegó a disputar una vuelta a España, pero una lesión prematura le hizo apearse del sillín con solo 27 años. Ahora, un libro recoge sus vivencias, desde que empezara a pedalear con tres años hasta su labor como uno de los directores del equipo Coñac Majestad.
A pesar de que ha pasado más de medio siglo desde que el muxikarra Oscar Elguezabal dejara el mundo del ciclismo, su cabeza es un archivo de las épocas en que fue claro dominador de todas las pruebas ciclistas que se disputaban en la comarca y alrededores. Y todo comenzó con una bicicleta que le regalaron sus padres cuando apenas tenia tres años, que le valía para ir y venir hasta el barrio de al lado a comprar el periódico, sin el peligro que supone hoy en día la carretera ya que en aquellos tiempos “los coches ni se veían”. Elguezabal señala que como estudiante “tampoco destacaba, ni para bien ni para mal”, pero donde sí lo hacia era practicando deporte.
Circunstancias de la vida, debido a que su padre estuvo años trabajando en el continente americano no hablaba bien euskera y lo hacia mejor en castellano, por eso Elguezabal obtuvo soltura en el idioma en el que se enseñaba en el colegio. “Como se hacía todo en castellano y la gente de baserri apenas sabía el idioma, solía destacar, por lo que me adelantaron un curso respecto al que me correspondía”. La profesora llamó a sus padres y acordaron apuntarle a clases particulares que se impartían en Gernika-Lumo. Pero para ir y venir necesitaba una nueva bicicleta.
“Fue mi padre quien me la compró. Aún la recuerdo, era de la marca Alcius. No hubo aquel día nadie que fuera más feliz que yo”, recuerda el exdeportista. Como hacia todos los días el mismo trayecto empezó a coger forma encima de los pedales, aunque el camino del deporte no convencía a su padre. “No le gustaba que yo tirara hacia el mundo del deporte y por eso me entrenaba a escondidas, sin que supiera nada”. Para ello se levantaba a las cuatro de la mañana siempre que hiciera bueno y la luna acompañara, para volver a la seis con el fin de ordeñar las vacas. “Cumplía con la obligación, desayunaba y marchaba a la escuela y esos fueron mis comienzos”.
El muxikarra también recuerda perfectamente la primera vez que ganó en la localidad foral, un día de San Cristóbal. “La carrera recorría distintas calles del municipio, que aún estaba en escombros. Tenía 14 años y corrí con mayores. Me acuerdo como si fuera ahora que me dieron una botella de limonada de las que se hacían antes, y alguna peseta como premio. Me puse como loco de felicidad”. A partir de entonces las victorias llegaron en cascada pero siempre en silencio para que no supieran nada en casa. “Por desgracia mi padre enfermó y eso, en parte, ayudó a que pudiera probar en el mundo de la bicicleta”. Poco tiempo después una carrera disputada en Mundaka, en la que fue vencedor, le permitió lograr una bici mejor. “Un par de días después de la carrera me llamaron de la fábrica de Beistegi Hermanos, más conocida como BH, para decirme que se habían alegrado de que ganara la carrera con una camiseta de ellos y me dijeron que fuera a la fábrica de Eibar”. Fue el punto de inflexión necesario para tomarse la bicicleta con más seriedad y comenzar a correr más carreras.
Gracias al empeñó y el esfuerzo, Oscar Elguezabal fue logrando completar un palmarés vestido con carreras de prestigio a nivel de Euskadi. En aquella época comenzaron a organizar la vuelta a Bilbao, una carrera de cuatro días. “Gané las cuatro etapas, el premio de montaña, lo gane todo. Poco a poco fui metiéndome en el mundillo”. Así llegó su primer equipo profesional, llamado Bazares Americanos, en el que compartió kilómetros con figuras como Jesús Loroño. “Al entrar nos dieron a elegir como regalo un traje o una chamarra de cuero. Aquel fue mi primer sueldo oficial por correr en bicicleta. Los compañeros eligieron el traje, pero yo me quedé con la chamarra”, recuerda Elguezabal. Aunque no se considera que fuera un ciclista de gran nivel, “las cosas como son”, destaca que “una cosa buena que tenía era que gozaba de mucha llegada. En las llegadas me ganaba muy poca gente”.
Llegó la Vuelta a España de 1954 y Dermit era el seleccionador del equipo. Por aquel entonces el muxikarra empezó a notar unas molestias que no le dejaban correr a gusto. “Me preguntaron qué tal estaba y contesté que tenía días buenos y días malos. El entrenador me quería llevar a la vuelta a España porque me decía que podía ganar alguna etapa”. Llegó a participar en aquel evento, pero confiesa que no se sintió a gusto en ningún momento. En una etapa que pasaba por Benaroz tuvo que echar pie a tierra. Después de aquello y en busca de una solución, “fui a distintos médicos hasta que uno me dijo que sería algo que me daría guerra para siempre. Viendo la situación decidí dejarlo”. Tenia 27 años y la ilusión intacta. Aún así, Elguezabal guarda aquellos recuerdos imborrables.