Bilbao - La aguja de tocadiscos giraba el año 1987. Unos chavalillos tratábamos de hacer sonar Marea gora, de los grandiosos Itoiz. Desde entonces y tras tantas pleamares literarias, ayer -a las 3.00 horas del miércoles- falleció en Loiu el autor de aquella y muchas letras del universo de los de Juan Carlos Pérez: José Mari Argoitia (Ondarroa, 1958). Quien años atrás también residió en Durango sumaba 58 años y había sido y fue el alma mater de programas de ETB como Atrila (1988), Jazz eta aurten (1988), Ikuskaria (1993), Klasikoen txokoa (1995). Otros trabajos que firmó fueron Eklipsea y EITB kultura gaua, espacio que acabaría llamándose Kultura gaua. La comunidad de músicos entrados en años, periodistas y euskalzales al fin y al cabo, lamentaron ayer la pérdida humana de Argoitia, la que engloba toda su sapiencia -que era mucha-, toda su lucha a diario por hacer el mejor trabajo: fuera a la hora que fuera u horario al que se le relegara.
Como el también malogrado Aitzol Aramaio, cineasta, era manuelista. Se autodenominan de tal modo aquellos ondarrutarras que organizan el Marabilli Sormen Festibala y que, por una fotografía en la que posaban junto a un Manuel del pueblo, decidieron llamarse así: “Marxistas, leninistas, castristas? a partir de hoy nosotros seremos Manuelistas. Nuestra doctrina será no perder nunca la inocencia, ir de calle en calle alegres y contentos lanzando cohetes”, aullaron en la noche.
José Mari era un rostro conocido del ente público. Las reacciones no se hicieron esperar en recuerdo de aquel a quien tanto admiraron algunas personas y a quien otras no reconocieron su trabajo como debieran en su momento.
La escritora Toti Martínez de Lezea lamentó su partida evocando los orígenes del ente público vasco. “Conocí a José Mari en ETB, la ETB del principio: la de la ilusión y el trabajo en equipo. Era un hombre simpático, siempre sonriente, dispuesto a echar una mano. Siento que nos haya dejado a pesar de saber que antes o después todos nos iremos”.
Compañero de trabajo y gran amigo de Argoitia es Joseina Etxeberria, locutor de Gaztea, con quien sintonizaba a la perfección. “Hacía tiempo que no hablaba con él y le llamé el pasado domingo. No me cogió el teléfono. Hoy, he sabido que estaba haciendo las maletas. Y no me hago a la idea de tener que despedir a quien fue mi director. A quien compraba un atún entero en el puerto de Ondarroa y me lo traía a casa en autobús. A quien dominaba las conferencias musicales, las entrevistas, los debates. Al letrista de Itoiz. Al periodista perfecto, quien sin ser erudito sabía más que cualquier otra persona. ¿Cómo voy a decirle yo agur a Argoitia? ¡No hay despedida posible! Quedo huérfano de amigo, lagunzurtz”.
Desamparado en amistad también queda Juan Carlos Pérez, voz de Itoiz. “Es una pérdida de, sobre todo, un amigo, desde la infancia, desde parvulitos. A partir de ahí que cada cual invente lo que quiera”, sintetiza a DEIA. La senda de aquella amistad queda para la historia en canciones clásicas del pop euskaldun como Lo egin, Egun motela, Safari, To Alice,...”, aporta Jon Eskisabel en Badok Ataria.
Ironía sin sarcasmo Tan solo una semana atrás, el periodista y músico Roberto Moso visitó a Argoitia en la residencia donde ha pasado sus últimos días. “Aunque la medicación lo tenía aturdido, tuvimos ocasión de disfrutar por última vez de su charla serena, de su ironía sin sarcasmo, de su sentido del humor. Tuve la ocasión de compartir muchos buenos momentos cuando coincidimos en ETB, momentos que después mantuvimos en tantos encuentros y comidas cotidianas”, trataba de resumir Moso quien era de los muchos allegado que le llamaban Ondarru.
“Era -continúa el vocalista de Zarama- alguien con el que siempre podías contar. Dejó su huella escrita en canciones inolvidables de Itoiz, a los que unía una larga amistad y su impronta en una larga lista de programas musicales de la casa”.
La documentalista de ETB Marian Díaz Gorriti le recuerda de tiempos de juventud en Durango. “Como amante del jazz. Coincidimos en el trabajo, pero yo ya le conocía de aquellos bares que frecuentábamos, del legendario Sorrento, referente intelectual de los 80, más de la cafetería Haizea”, trasmite y le califica de “perseverante, diría. Le era inevitable comunicarse conmigo con una ligera insinuación de esa música que le apasionaba. No conducía y, en los tiempos de Iurreta, a veces le subía o le bajaba en coche. Teníamos nuestros temas: lo británico, el United, ‘vosotras las artistas’... y a partir de 2011 nuestro tema de conversación fue, curiosamente, el diseñador Roberto Etxeberria. Sabía que yo adoraba sus diseños. La última vez que le vi, José Mari subía una escalera y se paró para decirme: ¿Has visto? ¿Nuestro amigo de Eibar? Triunfando en Nueva York. Poco después me dijeron que estaba enfermo”, rememora y concluye poética: “El duende que tenía no se repite. El poeta lo dijo muy bonito, no se repite, como no se repiten las formas del mar en la borrasca. Las que seguro miró tantas veces desde un pequeño rincón de la costa que era su casa, Ondarroa. Ya está dormido bajo tanto cielo”.