ESTÁ claro que desde el punto de vista periodístico la noticia, dramática noticia, es que en los últimos diez años más de 700 mujeres han sido asesinadas por violencia de género. Más que ETA. Pero la preocupación cotidiana de la inmensa mayoría de las mujeres no va por esos derroteros, sino por el camino de conseguir salir al ágora pública en igualdad de condiciones con los hombres. Cuatro vascas al borde de un ataque de igualdad nos cuentan sus vivencias.
"No estudié en Deusto porque no había chicas"
En 1960 en la Universidad de Deusto de Bilbao las chicas tenían vetada su entrada. Por eso Juana Mari se fue a Valladolid para estudiar Historia y más tarde también Filosofía. "Todas las del Estado íbamos allí", recuerda esta catedrática y exdirectora del Instituto Miguel de Unamuno. En su casa estaba rodeada de seis hermanos, sus aitas y un tío soltero. "Fue mi madre la que me animó a que estudiara y me hiciera independiente. Me gusta que me citen como Salson Galarraga, en honor a mi madre", añade esta pionera en abrir el camino a otras mujeres en la docencia.
A sus más de 70 años, Juana Mari sigue colaborando con asociaciones de mujeres, "porque no hay que bajar la guardia para conseguir una sociedad más igualitaria", reivindica.
Como las mujeres de su generación, se casó muy joven con Nicanor Sagarduy, Canito, el histórico defensa del Athetic.
"En cuanto acabé la carrera me llamaron de un colegio privado para empezar a dar clases. "A mi marido, como a los hombres de su época, y sobre todo trabajando en un entorno tan masculino como un equipo de fútbol, le parecía horrible que trabajara. ¡Menos mal que mi madre me apoyó!", exclama, aunque luego ante las presiones sociales se unió a él para que dejara de dar clases porque no lo necesitaba económicamente. No entendían que era mi vocación", evoca como si fuera hoy.
Fue la primera directora de Bachiller de un centro de Santurtzi, luego se vino a Bilbao y pasó por el Sagrado Corazón, La Pureza hasta recalar en el Miguel de Unamuno. Entre clases, tareas domésticas con hijos incluidos, se sacó el carné de conducir. Ante tanto ajetreo su padre le había comprado un coche. "Además del nulo apoyo de mi marido en mi trabajo era yo la que conducía y le llevaba en coche. En aquellos tiempos el Athletic no les dejaba conducir. ¿Por qué? Pensaban que se estropeaban las piernas", dice sonriente, al tiempo que rememora que tras acabar el trabajo y volver a casa debía de pasar por el parque "y mis amigas que estaban allí con sus hijos me miraban como diciendo pobrecilla, tiene que ir a trabajar".
A medida que Canito veía su trayectoria profesional y cómo iban introduciéndose otras mujeres en el mundo laboral empezó a sentirse orgullosa de ella. "De hecho a sus amistades me presentaba como catedrática. Siempre le decía. ¡Vaya caradura!". De lo que más orgullosa se siente es de sus dos hijos e hija y sus doce nietos (seis chicas y seis chicos) a los que les da el mismo consejo que a ella le dio su ama: "Que se formen para ser independientes".
Porque para Juana Mari las mujeres siempre tienen que estar dispuestas a mandar en casa. "Se nos tiene que respetar en los dos ambientes. Afortunadamente los hombres han cambiado de actitud y se corresponsabilizan con sus parejas", sentencia.
"Admiro a mi madre y me he reflejado en ella"
Esta navarra, vizcaina de adopción, "llevo aquí más de treinta años", se licenció en Derecho en la Facultad de Navarra en 1977. Tuvo la suerte de que en la promoción anterior ya se habían incorporado jóvenes a esta carrera considerada todavía como masculina y copada por varones", reconoce Carmen Miral Oronoz, procuradora con despacho en Bilbao.
El padre de Carmen falleció cuando tenía 16 años y a pesar de ser hija única su madre apostó por su formación. "Era una mujer muy emprendedora, luchadora y vinculada a los negocios". Siempre le decía que debía ser independiente económicamente. "La verdad es que tuve una educación bastante moderna para mi generación", subraya.
Esta procuradora tenía claro que no estudiaba Derecho porque "hacía bonito". Desde el primer momento decidió que ejercería en su profesión. "Al casarme lo hablé con mi novio, hoy mi marido, y dejé claro que tenía mucha ilusión por trabajar. Carlos me apoyó al cien por cien", apunta. "Me casé a los 23 y a los 25 ya estaba trabajando", dice con satisfacción.
Al ser la suya una profesión liberal, asegura no haber sentido en carne propia la desigualdad laboral, "No sufrimos tanto la discriminación, aunque sé de mujeres que sí la están padeciendo. Además, la crisis económica se está cebando más en las mujeres", añade.
Carmen Miral, socia fundadora de la Asociación de Mujeres Empresarias y Profesionales Liberales, Mujer Siglo XXI, echa la vista atrás para referirse a su abuela y su madre. "Las dos han sido mujeres muy emprendedoras. A pesar de que mi abuela estudió lo básico, trabajó para que mi madre se formara en San Sebastián. Luego montó un negocio familiar de moda. Para mí son un referente de mujeres luchadoras y triunfadoras. Han sido mi motivo de admiración y me he reflejado en ellas", se sincera, al tiempo que es consciente del largo camino que queda por recorrer . "Los puestos de dirección son para los varones. En el miniDavos de Bilbao todo eran hombres. La mujer quiere y debe estar por derecho en los ámbitos de la sociedad. Hay que transmitir estos valores a las hijas de generación en generación para ir consiguiendo una mujer fuerte hacia el siglo XXII", remacha.
"La Ley del Aborto es deleznable"
"En una entrevista de trabajo escondí que tenía pareja. Me dio miedo que no me contrataran; iba a cumplir los 32 y eso para los responsables de Recursos Humanos es sinónimo de maternidad", apunta esta treinteañera, que cuando estudiaba ni se le pasaba por la cabeza que no iba a tener las mismas oportunidades que ellos a la hora de acceder a un puesto de trabajo.
Marta tuvo una evolución bastante curiosa. "Al cumplir 30 años y al buscar empleo a los jefes y a las personas que toman la decisión de contratarte se les presenta la sombra de la maternidad; lo cual es tremendo".
Considera que el tener pareja o intención de casarte y tener hijos es una losa para las mujeres en el trabajo. "A la hora de elegir entre un hombre y una mujer con la misma edad -36 años- y en igualdad de condiciones, la dirección eligió al varón porque ella iba a contraer matrimonio", comenta con indignación.
¿Qué habría que hacer? "Como ocurre en algunos países nórdicos que los varones tengan la obligación de coger la baja por paternidad; que sea a partes iguales. Que sea por ley. Esta es la única solución, sino siempre estaremos en inferioridad de condiciones".
Para Marta, la Ley del Aborto que se quiere aprobar "es deleznable. Parece que somos enfermas mentales. Es un insulto a la mujer. La ley es una cortina de humo para tapar problemas más graves y lamentablemente la mujer ha sido la víctima para esconder otros temas", recalca. "Ese mismo Gobierno que nos pone dificultades para abortar es el que libera a las empresas para que nos echen a la calle". Para Marta, la empresas "deben tomar conciencia de que las mujeres no son una carga, sino un beneficio para la sociedad", dice, al tiempo que se refiere a las madres "que han sido las heroínas; nos han dado los estudios que ellas no tuvieron", sentencia.
"Muchas mujeres hacen 'tontos' a los hombres"
No ha cumplido aún los treinta y Eli ya sabe lo que es trabajar duro. Lo lleva haciendo desde los 19 años tras decidir que quería ser esteticién. Tras pasar por distintos centros, esta leioarra apostó por arriesgarse y trabajar por su cuenta. "En casa me decían que estudiara lo que quisiera y así fue; al hacerme autónoma me expuse a que me saliera mal, pero estoy muy satisfecha aunque trabajo muchísimo. Mis aitas, sobre todo, mi ama, están orgullosos porque mi hermano también es autónomo; los dos los somos", dice.
Reconoce que cuando empezó a salir con su novio dejó un poco de lado a sus amigas. "Era él quien me animaba a que retomara la relación con ellas. Craso error si hubiera dejado de lado a mis amigas. Hasta que un día dije, se acabó. Así que cada uno tenemos tiempo para nuestros respectivos amigos", explica.
Sobre la polémica ley del aborto que quieren imponer desde el PP, Eli es contundente: "Significa un retroceso para las mujeres después de tantos años por lograr su legalización".
En relación a la conciliación laboral y la asunción de los varones de las tareas domésticas, Eli también lo tiene claro. "Muchas mujeres hacen tontos a sus chicos al hacer ellas todas las tareas y no dejarles hacer nada a sus parejas. Ellos deben cambiar el chip pero muchas mujeres también".