Bilbao. Thomas Szasz, psiquiatra cuyo libro de 1961 El mito de la enfermedad mental cuestionó la legitimidad de su campo, por lo que los enemigos de muchos colegas médicos, murió el sábado 8 de septiembre en su casa de Nueva York a los 92 años.

El doctor Szasz publicó su crítica en un momento particularmente vulnerable para la psiquiatría. Con la teorización freudiana empezando a caer en desgracia, el campo trataba de estar más médicamente orientado y basado en teorías empíricas. De formación freudiana, el doctor Szasz presentó la fundación médica de la psiquiatría como inestable en su libro, colocando la disciplina "en compañía de la alquimia y la astrología". El libro se convirtió en una sensación en los círculos profesionales, así como en una biblia para los que se sentían mal tratados por el sistema de salud mental. Para los escépticos de la psiquiatría moderna, sin embargo, el Szasz fue una figura fundacional.

posturas encontradas Su postura sobre el tratamiento involuntario es consecuencia de sus raíces conceptuales en el liberalismo clásico y el principio de que cada persona tiene jurisdicción sobre su propio cuerpo y su mente. Szasz considera que la práctica de la medicina y el uso de medicamentos debe ser privado y con consentimiento propio, fuera de la jurisdicción del Estado, a su vez cuestiona los regímenes autoritarios y los estados policiales.

En 1969, en una acción que dañó su credibilidad incluso entre sus aliados, se unió a la Iglesia de la Cienciología para fundar la Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos, aunque él no era cienciólogo en sí mismo y más tarde se distanció de ella.

Trabajó ampliamente después de su jubilación como orador, avalado por docenas de premios nacionales e internacionales -en 1979 la universidad privada y laica Francisco Marroquín de Guatemala otorgó a Szasz un doctorado honoris causa en Ciencias de la Conducta por su labor profesional de psiquiatría y por su compromiso con la libertad individual-. Hasta el final de su vida continuó discutiendo la psicoterapia, la práctica para la que se había formado y de la que llegó a ser muy escéptico.