Síguenos en redes sociales:

Un ciclista mundial que nunca se bajó de la bici

Un ciclista mundial que nunca se bajó de la biciFoto: deia

AMOREBIETA-ETXANO. El zorno-tzarra Jacinto Asteinza Basagoiti falleció el pasado martes 13 de julio a los 83 años. El vecino de Ibarra nacido en Boroa -barrio del municipio Etxano entonces- era conocido por todos en la localidad porque fue campeón del mundo de veteranos en Austria y además sumó en siete ocasiones el campeonato de España de ciclismo. El palmarés de este nacido el 10 de febrero de 1927 arrancó con tres victorias: una en 1948 en Euba y dos en 1949 en Derio y Durango. Las tres fueron en categorías de independientes y aficionados. Con todo, Asteinza pedaleaba más que andaba.

El alcalde zornotzarra, David Latxaga, le conocía. "Era muy querido en el pueblo, muy entrañable", le recuerda y agrega que "hasta hace poco seguía andando en bici". La sobrina de Jacinto, Mari Tere, le recuerda como "buenísimo ciclista, pero mejor persona. Aunque sea un tópico en estos momentos, era un gran hombre que en su tiempo no tuvo opciones, porque sus padres no querían que anduviera en bicicleta".

Conocido como Katxin, las informaciones que sobre él se lanzan no concuerdan en algunos casos, sin embargo todas coinciden en que era un "apasionado de la bicicleta, no había día que no intentara subirse a ella a darse, aunque fuera, una vuelta", aseguran. "Era un caballero sobre la bici", valoran desde la Sociedad Ciclista Amorebieta. Fue en 1973 cuando Asteinza, a sus 48 años, "con el consentimiento de su mujer y sin subvención de nadie se subió al tren, fue a Hendaia y desde allí a París. Tras varios transbordos más participó en los campeonatos del mundo de veteranos" en el Tirol austriaco. Su entusiasmo y creer en sí mismo le llevó a traer el maillot arcoiris a su Amorebieta-Etxano. El logro le hizo profeta en su tierra. El 10 de noviembre de 1973 se le rindió una cena homenaje en el famoso restaurante local de El Cojo, como recoge la invitación.

Otras curiosidades jalonan su trayectoria deportiva. En una ocasión, ganó una carrera en Cataluña y además del trofeo, el vencedor obtenía un cerdo negro y allí que Asteinza regresó a casa con el puerco que lo crió en su caserío. "Días antes de fallecer -explica su sobrina- nos contaba otra anécdota. Resulta que fue a correr a Torrelavega y los ciclistas durmieron en una residencia de estudiantes. Por la mañana, una monja les preguntó si habían dormido bien y Jacinto dijo que no. Una monja, se preocupó por él, y la segunda noche le dejó dormir en una celda libre de las religiosas. Le preguntó esta vez si había dormido bien y le respondió que estupendamente, cuando no era cierto porque él siempre dormía mal y poco".

Su afán cicloturista continuó como socio de las grupetta zorno-tzarra de Urgozo Txirrindulari Elkartea y de Iurreta Txirrindulari Elkartea. Cumplidos casi los setenta años -así lo cuentan-, se animó con su mujer Isadora Azkuna, una amiga, Mari Larruzea, y otra persona de Durango a completar el Camino de Santiago sobre las dos ruedas. "¡Esa fue su mayor proeza!", valoran desde la SCA. Mari Tere explica que a Isadora se le había olvidado andar en bicicleta y "estuvo entrenando alrededor del caserío. Ya se nos cayó un par de veces, incluso?", recuerda.

Katxin Asteinza dispuso de unas cualidades "terribles", era una persona que "poco iba por las tabernas. Su vida era la familia y la bicicleta. No había más". Era baserritarra. Trabajaba en la huerta y tras acompañar a su mujer a la plaza, no dudada y se ponía a pedalear. Eso sí, antes de las cuatro de la mañana iban a Mercabilbao a vender sus productos y volvían a casa para las nueve de la mañana. "Era un hombre tranquilo. De poca vida social por el trabajo y porque el resto se lo daba a la bici y en los últimos años también le gustaba mucho el monte. Era un txirrindularizale como pocos, y muy unido a su mujer, Isadora. En su vida se ha bajado de la bicicleta", resumen amigos suyos.

En los 80, cuando empezaron a coger fama las marchas cicloturistas era muy asiduo a ellas, entre estas la que entonces era considerada como "la número uno, la Luchon-Baiona", también participó en la Quebrantahuesos, Lagos de Covadonga o la Bilbao-Bilbao. Asteinza enseñó, cuando era joven, "a manejar la bicicleta a chavales de Amorebieta-Etxano".

Katxin queda como símbolo de lucha en el deporte zornotzarra y hoy cuenta con un nieto, Mikel Asteinza, que le releva sobre las dos ruedas en su deseo de parecerse a su aita y a su ya mítico aitite.