El golfista vasco Jon Rahm, actual número 6 del mundo, ha manifestado en un entrevista a Vanity Fair que "la mayor parte del golf se juega en la mente: no aprendes a controlar, aprendes a saber cómo pensar en el campo de golf, qué hacer cuando tienes ciertas emociones".

"Es mucho más que simplemente darle a la bola, porque lo que vayas pensando entre golpe y golpe puede afectar al siguiente. Es difícil de explicar, no es como el fútbol o el tenis, que reaccionas a lo que estaÌ_ pasando enfrente y no tienes tiempo a pensar. En el golf hay mucho, hay silencio, hay alboroto, hay fans gritándote de todo, que les puedes oír porque están al lado. Y hay mucho tiempo para pensar", añadió el deportista.

Además, reflexionar sobre sus pensamientos es algo que Rahm hace diariamente como lo demuestra la libreta roja en la que toma notas: "eso no es algo que hagan ya muchos. Hacer el diario es algo que me ayuda mucho a organizar lo que tengo en mente".

"Es casi casi una manera de meditar. Me ayuda. Empecé hace un par de años. Cuando me di cuenta de que me hacía falta más fue durante el COVID, durante la cuarentena", explicó el jugador.

Su entrenamiento mental también es algo que le facilita jugar al golf, en los muchos minutos en los que debe luchar contra sus pensamientos: "Una vuelta de golf, sobre todo en los torneos importantes, son casi cinco horas en las que pegas 70 o 72 golpes. Piensas en ello 30 segundos, que será una media hora de acción. Y luego cuatro horas y 20 minutos de nada, de andar y de lidiar con lo que tienes aquí" (en la cabeza), destacó Rahm.

Al hablar sobre su decisión de no cambiar su manera de jugar, el de Barrika confía que "cada uno tiene sus limitaciones físicas, limitaciones que hacen que haga su swing de determinada manera. Limitaciones directrices, que determinan que tu cuerpo pueda o no hacer determinadas cosas".

"No he cambiado en tanto tiempo porque tengo ciertos temas físicos que no me dejan hacer muchas cosas. Nací con el pie derecho zambo, y tengo muy poca movilidad en el tobillo derecho. Por eso tengo el swing corto. No hay otra explicación. Mi cuerpo no podría hacer otra cosa a este nivel. Podría hacerlo más largo y pegarle fuerte, pero no jugaría bien porque el equilibrio lo pierdo totalmente", confesó.