Tibios, como poco - Tengo que pellizcarme para acabar de creer que no lo estoy soñando. Esta vez los campeones siderales de denunciar injusticias se han apuntado al temple de gaitas que es un primor. Allá donde en otras circunstancias se habrían lanzado con toda la artillería dialéctica de repertorio, ahora van como pisando huevos. Incluso conociendo el paño hipócrita, cobarde o directamente inmoral, no esperaba que se llegara a semejantes niveles de tibieza. O, en realidad, de algo bastante peor. Lo estamos viendo en cada episodio sangrante de la invasión (palabra que se niegan a utilizar, faltaría más), incluidos los más devastadores, despiadados y dañinos.

Hospital de mariúpol - Anteayer, sin ir más lejos, ante las imágenes del bombardeo del hospital materno-infantil de Mariúpol, los monopolistas de la dignidad se pusieron estupendos. No fueron pocos los que pedían la prudencia que siempre se saltan hasta que comprobáramos que no se trataba de una fake new. Otros deslizaron que es que, claro, no se puede utilizar a la población civil como escudos humanos. Y ahí, por descontado, metieron baza los rendicionistas, esos que jalean todas las luchas heroicas (Palestina, Sahara...), pero que en este caso creen que enfrentarse al agresor (tampoco lo llaman así) es una temeridad que costará miles de vidas y no servirá para nada. Los otros, diría yo que los más numerosos, salieron con la inevitable comparación ventajista: se supone que si el hospital es en Siria o la franja de Gaza y las bombas las han tirado otros, no nos importa lo más mínimo. Da igual que sea mentira. Sirve como autojustificación y coartada. Lo vemos también cuando se reprocha que los refugiados ucranianos reciben un trato privilegiado “porque son blancos”.

Los recalcitrantes - Claro que estos ejemplares descolocados ante una realidad que pone a prueba su sensibilidad y su ética son, en realidad, de lo más presentable al lado de los otros, los recalcitrantes irrecuperables. Hablo de quienes, frente al torrente de evidencias, invierten la carga de la prueba para sostener que lo que está haciendo Putin es responder proporcionalmente a las provocaciones de Ucrania. Y por si fuera poco, vomitan la bazofia de la “desnazificación” -¡como si no hubiera nazis por quintales en Rusia! ¡Como si el Kremlin no financiara a la peor extrema derecha europea!- para rematar atribuyendo a la OTAN el inmisericorde castigo de la población civil. Una población que defiende, ya que nos gusta tanto la palabra, su soberanía. ¿O es que el derecho a decidir se reivindica por parciales?