- Antes de ir al episodio concreto protagonizado por el astro luso, déjenme que les cuente una historia viejuna. Debió de ocurrir entre febrero de 1981 y octubre de 1982, que fue lo que duró el mandato de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente español. El sucesor de Adolfo Suárez (23-F mediante) y antecesor de Felipe González ha sido, sin lugar ni a media duda, el inquilino menos carismático del Palacio de La Moncloa. Era soso con avaricia. Su tirón popular era tendente a menos que cero. Eso no evitó que protagonizara un curioso fenómeno. Empujado por sus desesperados asesores, participó en un programa de la única televisión de entonces -conducido por Mari Cruz Soriano, si no me falla la memoria- en el que apareció interpretando un pieza al piano. Para sorpresa infinita, en las semanas siguientes se dispararon exponencialmente las ventas del instrumento en las tiendas de artículos musicales de la piel de toro. Quedó demostrado ahí que hay una parte de la sociedad que se mueve por instinto gregario incluso ante líderes de tan poco fuste como el que les pongo como ejemplo.

- Si el pan sin sal Calvo Sotelo pudo influir en los comportamientos del personal, imaginen en qué medida puede hacerlo uno de los principales iconos del fútbol actual. No sé hasta qué punto es verdad, como se ha publicado, que Coca Cola perdió 4.000 millones de dólares en Bolsa tras el gesto de Cristiano Ronaldo de apartar dos botellas del jarabe mágico y quedarse con una de agua sin marca en una rueda de prensa de la Eurocopa. Quizá no llegue a tanto, pero es evidente que el bocado a la marca de la chispa de la vida ha sido considerable. Ardo en deseos de conocer la respuesta del emporio. El cuerpo le pedirá un contraataque, pero tal vez lo inteligente sea dejarlo estar y no dar más cuartos al pregonero.

- Bienvenido sea el hecho de que alguien descubra lo dañino para la salud del concentrado de azúcar marrón. Otra cosa es que resulte medio coherente que quien actúa como denunciante sea un tipo esponsorizado por una marca que, amén de regirse por un sistema con tufo a estafa piramidal, se dedica a la venta de un producto ampliamente señalado por sus posibles daños al organismo de quienes lo ingieren. Claro que también puede haber ocurrido que Cristiano Ronaldo se haya caído del caballo camino de Damasco y en lo sucesivo lo tengamos siendo el azote, por ejemplo, de las marcas que lo visten y calzan gracias al trabajo esclavo de niños en el sudeste asiático. Me da que no va a ser el caso.