Los melones y las sandías ya han llegado a las fruterías y los expositores las muestran en todo su grandioso esplendor. A su lado, piñas y papayas completan un equipo de frutas gigantes que hacen más refrescantes los menús en las casas o en las comidas campestres. Son frescos, son jugosos, son sabrosos y son muy grandes. Tanto, que muchos compradores no se atreven a adquirirlos por enteros por que no les da tiempo a consumirlos antes de que se estropeen.

Y como lo fruteros están al servicio del cliente, han adquirido la costumbre de ofrecer estas frutas por mitades, o incluso por cuartos en algunos casos. Así, además de facilitar la vida a los compradores, contribuyen a evitar el despilfarro alimenticio.

Pero aquí se plantea la gran duda. Sabemos que una fruta abierta, o con un golpe, tiende a estropearse más rápido que si mantiene su integridad. ¿En el caso de los medios melones no ocurrirá lo mismo? El mayor enemigo de la pulpa de una fruta es el aire, seguido de la temperatura. En combinación con los azúcares se convierte en caldo de cultivo de microorganismos que pueden darnos un disgusto de salud.

En favor de los fruteros hay que decir que protegen las frutas envolviéndolos con papel film. Lo cual es una primera medida correcta, pero según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), no es suficiente.

Uno de los problemas que podemos encontrar, según recoge la OCU del informe de AESAN, es que estas piezas no se exponen, en la mayoría de los casos, en zonas refrigeradas, como otras verduras o frutas troceadas, sino que se mantienen a temperatura ambiente. Es algo particularmente delicado en verano.

Los riesgos

La fruta una vez cortada presenta un mayor riesgo de contaminación, por la propia manipulación (higiene del cuchillo o de la tabla de cortar…) y porque en el proceso de corte y preparación la pulpa de la fruta, la parte comestible, que hasta ese momento está protegida por la piel o la cáscara, queda expuesta al aire y a agentes externos.

A este respecto, AESAN llega en su informe a una serie de conclusiones.

De entrada, la vida útil de la fruta cortada es menor. Y no solo eso, sino que además el riesgo de crecimiento de microrganismos patógenos como la salmonella, la Escherichia coli verotoxigénico o Listeria monocytogenes es considerable. También se añade una variable extra, que no todas las frutas son iguales, ya que según sean más o menos ácidas o según su punto de madurez, este riesgo no es el mismo. En el caso de las cuatro frutas estudiadas, la piña es la que más peligro puede presentar por su acidez.

Una vez cortada, la fruta solo puede estar un máximo de tres horas a temperatura ambiente antes de que el riesgo de contaminación sea significativo. Eso sí, la temperatura no debe superar los 25ºC. Además, el local debe estar ventilado y protegido de la luz solar. De hecho, si se refrigera, aconsejan que sea a menos de 5ºC.

Los consejos

Partir de este informe, la OCU plantea una serie de recomendaciones para garantizar la seguridad de esta práctica.

  • De entrada, en los comercios, a la cuidadosa higiene habitual, se recomienda extremar la higiene de los utensilios y superficies de corte de la fruta.
  • A ello hay que sumar el vigilar las condiciones de exposición y almacenamiento de estas piezas, manteniéndolas a una temperatura adecuada y alejadas de la luz solar y el calor.
  • Descartar para esta práctica las frutas muy maduras y las que presenten heridas en la superficie.

Pero los consumidores no deben dejar toda la responsabilidad a los fruteros.

  • Los consumidores deben evitar las piezas ya muy maduras
  • Tienen que tratar de que la fruta llegue cuanto antes a la nevera de casa y esté el menor tiempo posible a temperatura ambiente.
  • Mantenerla refrigerada hasta el momento mismo de consumirla.
  • Si no se come todo el trozo, lo que no se vaya a consumir, de inmediato al frigo envuelto en papel film o en un envase con tapa.
  • Ser igual de escrupuloso en la manipulación de la fruta como lo ha sido el vendedor y asegurarse bien de que los cuchillos y las tablas de corte estén limpias para evitar contaminaciones cruzadas.

Recurrir a las frutas por mitades es una alternativa sostenible. Y si se cumplen las condiciones tanto en la tienda como después en los hogares y se respetan las recomendaciones de conservación y consumo, también puede ser perfectamente segura.